Si antes, cuando solo eran atendidos derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) el trato a los pacientes, no era un paseo por la
Si antes, cuando solo eran atendidos derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) el trato a los pacientes, no era un paseo por las nubes. Siempre ha habido carencias, dificultades, pero había áreas “sagradas”, los recién nacidos recibían su ración de leche en polvo, como algo imprescindible. Cada mes había que llevar al niño a la consulta y cargar aquella cantidad de latas de leche, la que se incrementaba a la par del crecimiento del menor. No queda nada de eso.
Para colmo vaya sorpresa que el hospital de especialidades de ciudad Obregón lo protege la Guardia Nacional, quienes por obvias razones tratan a los pacientes como si fueran delincuentes, quienes en un tono desagradable prohíben a familiares del enfermo ingresar al edificio, solo un acompañante se permite y como vas de fuera, no debes llevar encima nada que no sea una bolsa de mano, la misma que la revisan, de nuevo, como si ese fuera un sitio de alto riesgo ¿O sí lo es? Parece que sí.
Ya estaba decidido que sería yo quien acompañara a mi hermano mayor a la consulta con el especialista así que recibimos la información de dónde estaba el consultorio y volvimos para dejar todo lo que llevábamos encima para regresar al hospital “ligeros” y cumplir con las reglas de la guardia nacional: sin armas de alto poder, cuchillos, los que dicha milicia presume que llevan consigo los familiares de los enfermos, si, se infiere por el trato que dan. Cuando lo único que se lleva a cuestas es el miedo, la incertidumbre y tantas dudas del sistema de salud.
Por fin llegamos al área, voy al módulo, me acerco a ventanilla y pregunto por el especialista, responde la señora que haga fila ¿dónde? Ella indica que averigüe quien llegó antes que nosotros, hago la investigación. Cada ser humano que llega al lugar, la misma alegata, la misma angustia de quién va de últimas. Hasta que por fin es la hora de la cita y todos van a formarse en el orden de llegada, al fin paras en ventanilla y la “princesa” sentada pregunta por el nombre del paciente, no hace nada, no escribe en la computadora, no revisa un listado impreso, nada. Luego avisa que te llamarán del consultorio.
Ósea todo el drama para hacer una fila, crear un orden, que causa estragos, luego que un señor grande se enfadó y empezó a gritar, se sintió ofendido porque cuando él llegó ya estaba harta la gente de dar información y eso sin minimizar que todos están ahí porque están enfermos, entonces supongo que nadie le contestó quién era el último y aquel empezó a dar unos alaridos. No importa a qué horas llegues, en el hospital de especialidades todos tienen un tiempo fijado. La mayoría van de lejos, había personas de distintos puntos de Sinaloa.
Gracias a Dios la atención fue rápida, fuimos los primeros en pasar con el médico, la consulta duró 10 minutos, el diagnóstico el médico lo dio, con la ayuda de 4 estudiantes, el hombre con una jeta o con un carácter déspota, respondía con un desplante. Le ordenó todos los estudios preoperatorios y que volviera el 22 de septiembre, que, si todo estaba bien y el internista daba el visto bueno, ese mismo día lo operaría. Volvieron a Obregón y que hasta el 30 de octubre sería la intervención.
Todo esto después de dos intervenciones quirúrgicas en la espalda, la primera para arreglar un problema de ciática, la segunda para reparar lo que se hizo muy mal, que le causó una infección severa. Para reparar el daño causado la segunda operación se hizo y dejaron la herida abierta, para sacar con líquidos que todavía estuvieran ahí y al mismo tiempo secar el lugar, para poder cerrar. Todo ese tiempo le dieron las tres comidas, cuando el hombre estaba inmóvil, sin moverse. Siempre en la misma posición. Cuando lo dieron de alta, ahí en el hospital fue al sanitario y al defecar tuvo un colapso del colon. Luego de más de 10 días sin levantarse de la cama.
Creíamos que estaría fuerte para la tercera operación en menos de tres meses, pero algo que todavía no tenemos claro lo colapsó. El lunes 20 de octubre se levantó, salió alrededor de las 11 horas a la calle, volvió a casa y 3 horas después lo encontraron sin signos vitales. No hay modo de culpar a la institución, o a la pasmosa y angustiante espera para las intervenciones, o al desgaste físico, mental, económico por enviarlos a otras unidades del IMSS cuando son cirugías que se pueden hacer en cualquier nosocomio de segundo nivel.
Miré al monstruo por dentro, con detenimiento, así que el hecho de que una niña de 4 años muera porque el IMSS no tiene suero contra la picada de alacrán es parte de la cotidianidad en ese organismo, saturado a niveles catastróficos, con una burocracia de oro, que se sienten intocables, pero que no hay mejoras en las formas de atención, menos ahora con el excesivo número de población a atender. Al momento de ingreso de la pequeña no había el medicamento. Dicen que luego lo consiguieron, pueden decir misa.
Es más, se atreven a asegurar que hasta dos dosis de suero anti alacrán, le suministraron a la criatura, lo cierto es que la pequeña no sobrevivió. Ella está muerta, sufrió dos paros cardiorrespiratorios, porque en el mundo terrible de la corrupción, de la codicia maldita que lacera todas las áreas de la vida de esta nación, la empresa Laboratorios Silanes SA de CV, que es privilegiadísima ya que es proveedora del IMSS y, en los últimos 4 meses incumplió con la entrega de ese insumo.
Esa empresa se acredita en documentos públicos del IMSS como proveedora, la misma que hace lo que le viene en gana, entrega cuando quiere los medicamentos, sin que le importe un pito, si quien ocupa esa droga, ese insumo, se encuentra entre la vida y la muerte. Hay muchos culpables, que serán absueltos en nombre de la inmunidad e impunidad, mientras la bebé al igual que mi hermano, Martín Amado, empezaron a guardar silencio, el mismo día, casi a la misma hora. Que una legión de ángeles venga a su encuentro y los lleve de retorno, a la casa del Padre.
Cierto es que se trata de la cotidianidad en esa institución de salud, que cuesta vidas, de tantos.

