Las aseguradoras abandonan al cliente, en talleres que son un infierno.

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Las aseguradoras abandonan al cliente, en talleres que son un infierno.

En noviembre del año pasado, un desafortunado accidente ocurrido en el peligroso boulevard Morelos, dejó a una familiar estremecida hasta el tuétano.

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En noviembre del año pasado, un desafortunado accidente ocurrido en el peligroso boulevard Morelos, dejó a una familiar estremecida hasta el tuétano. Sin lesiones visibles, pero contundida por el golpe. Hubo traumatismo en todo el cuerpo, serios dolores musculares y de huesos. Sin menospreciar el estrés de entender el tamaño de la afectación a un carro recién adquirido. No supo de donde salió un sedán, el que se hizo pedazos, al centrar su camioneta.

Para colmo de males el agente de tránsito que llegó a atender el siniestro la regañó, que por ahí no se cruzaba. Santísimo Señor, pero si por ahí todos los días es una multitud la que atraviesa en esas horribles y pésimas calles trazadas, para poder acceder a la Juárez ¿de dónde saca que está prohibida? La pobre quedó catatónica, no se podía bajar de la unidad, hasta que llegó su esposo a darle mucho cariño, apoyo moral y un fuerte abrazo. Por su propio pie se fue a urgencias. Le dieron medicación y volvió a su casa.

Hasta ahí la cosa lucía terrible, frustrante y el sentimiento de culpa de ¿Por qué me atravesé? Lo cierto es que no se veía ningún vehículo cerca, sí, el detalle es que la velocidad que traía la otra conductora, por lo que apareció y llegó demasiado rápido y sobrevino el impacto. Llegaron los ajustadores de la aseguradora, qué, como la camioneta se adquirió a crédito en la Chevrolet ellos deciden a su antojo qué cobertura tendrás y luego el infierno en la tierra: ir al taller de reparación que en mala hora le tocó. Esos señores se manejan con el hígado, con los intestinos.

La aseguradora decide a qué taller enviar a reparar la unidad, de ahí en adelante no mueven un dedo para ayudar a su cliente, de quien ya se gastaron su dinero, las comisiones se las engulleron y ahora que se joda solo. Desde que llegaron sintieron el desprecio de un empleado del sitio. El infeliz les dio meses para hacer el presupuesto y al día de hoy jura el grandísimo imbécil que no ha llegado la bolsa de aire del asiento del copiloto.

Pero a más de seis meses del siniestro, se negaba a ingresar la unidad al taller, que hasta que llegaran todas las piezas, pero era peligroso viajar en él, porque el golpe fue en medio de las dos puertas del lado del copiloto, cuando lo llevaron por fin a revisar para hacer el presupuesto, lo abrieron, para ello forzaron las láminas y al volver a cerrarlo, quedó un boquete. Al fin un día que fueron a investigar, cuando lo arreglaran, estaba una mujer y ella dio la cita para que lo ingresaran. Cuando apareció el estúpido, retador quería echar atrás la decisión de la otra empleada. Es obvio que el animalito de la luz tiene encono, envidia, odio por los seres humanos y no hay nadie que lo ponga en orden.

Si este mes de octubre, a días de que se cumpla un año del siniestro, la agencia Chevrolet, la mentada aseguradora hedionda hace nada y el vehículo sigue tirado dentro del mugrero a donde lo mandaron “reparar”, daré los nombres de toda esta gente que hacen absolutamente nada, pese a todo lo que endulzan el oído a las personas para que sea en esas empresas donde inviertas tu dinero, momento en que ofrecen todas las bondades, que se reducen a nada. El servicio a la hora del siniestro es una tragedia, aunado a los costos y pérdidas de 11 meses sin la camioneta que tenía un par de meses en circulación.

Es una mentada de madre, pero así es como lo hacen las aseguradoras, ignoran al cliente cuando este tiene una desgracia, si la de ser cliente de ellos primero, luego ser enviado con charlatanes que presuntamente reparan autos. Es tierra de nadie y lo más grave es que entre más se desespera la persona, menos le solucionan la reparación de la unidad: es el infierno en la tierra.

Rafael Bracamontes, de los activistas de Ures en contra de la instalación de tres presas en esa zona, de forma divertida en redes sociales, se declaró impresionado por la invasión de funcionarios estatales, en su comunidad, todos con camisas blancas y chalecos guindas, para convencerlos de las bondades de hacer esos trabajos, que nadie quiere y menos necesitan. Que los expresidentes de esa comunidad salieron a hacer proselitismo en aras de obtener bonos y volver a participar en la próxima contienda electoral.

Bracamontes les preguntó a los ex alcaldes si no se han cansado de robar y por eso es que asoman la cabeza, para apoyar la idea de Alfonso Durazo y sus tres presas, para además terminar de secar la Abelardo L. Rodríguez. Hay que estar muy atentos a lo que ocurra con este asunto, porque nada ofende más al gobierno, que haya quienes se opongan a sus “ideotas”.

“Quien robe o traicione al pueblo pagará las consecuencias”, dijo Claudia Sheinbaum en su fiesta de este domingo, por su primer año de poder, de no poder, si sus palabras fueran ciertas, a lo primero que se opondría la hipócrita señora es al maldito acarreo, que, como buena versión remasterizada del PRI, Morena es experta. Dos autobuses mandaron de Hermosillo, si eso se multiplica por los 72 municipios, vaya tamaño de dispendio que se avientan. Los que se juran que no son iguales, cierto, son peores, porque además se rompen las vestiduras para negar lo obvio.

 

Lo he dicho, el poder político es eso: negocios personales, nepotismo, ganancias, vida de lujos, resolver el futuro de sus familias por generaciones. Aprendieron cómo hacerlo de su escuela el PRI, hoy solo lo llevan a la práctica. Pero a Sheinbaum si se le pueden creer sus palabras si tira de la cadena del excusado y permite que por ahí se vayan algunos que no solo contradicen sus dichos, sino que además son un asco de verlos. Son la corrupción en persona.

 

Por ejemplo, los Monreal, esa secta que agarró del cogote al estado de Zacatecas y se creen tanto los hipócritas con esa sonrisa de hienas, que se siente burlona, ofensiva. Tienen años trepanados al poder -de no poder- pero creen que si no son ellos quienes saquean las arcas de esa bella entidad, nadie más sabrá “hacerlo” con tanta eficiencia.

 

El mejor cóctel de elote lo comimos en la capital de Zacatecas. Fue la parte más bonita de aquel viaje, llegamos a esa ciudad y llovía finito. Salimos del hotel y en cada esquina había un sentimiento de fiesta, de regocijo, ya sé éramos los viajeros los que llevábamos el placer de andar lejos de las obligaciones, pero ciertamente que los Monreal creen que esa entidad es de su propiedad.

 

Al grado que el menor de los que succiona de la teta del gobierno, nomás como Senador de la República-nada pescadito- después de terminar de hundir a Fresnillo donde fue alcalde, el tal Saul ahora con un “producto avícola”, reta a la mandamás -o por lo menos legal y constitucionalmente así es- a que si no va por el partido guinda irá por otra organización criminal, oh perdón, electorera.

 

Anímalo tatita Dios que se largue a otro lado, haber si es verdad que puede ganar a través de otras siglas que no sean estas, propiedad del presidente emérito y que, por algún milagro, alguna magia, las urnas electorales aparecen llenas. Solitas se retacan. Dejémosla de ese tamaño. Basta.