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La base del conflicto intergeneracional.

Los hijos no heredan el carácter, heredan la forma de defenderse del dolor, y los padres acaban sufriendo las consecuencias de lo que inconscientement

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Los hijos no heredan el carácter, heredan la forma de defenderse del dolor, y los padres acaban sufriendo las consecuencias de lo que inconscientemente les enseñaron. Hay padres que hoy sufren porque su hijo los ignora, les contesta mal, o parece no sentir nada. Y repiten frases como: le di todo, no entiendo por qué es así. Pero no se trata de lo que les dieron, sino de cómo se lo dieron:

Amor en forma de aprobación por rendimiento; miedo disfrazado de disciplina, en vez de contención. Hablarles desde el enojo y la frustración en vez de desde el cuidado a sus sentimientos. La psique del niño es frágil, sin embargo, el adulto la trata como lo hace con la suya.

Esos padres no entienden por qué sus hijos son secos con ellos, pero no recuerdan cómo les hablaban cuando cometían errores, no recuerdan cómo los humillaban en vez de corregirlos desde la comprensión y el respeto. A veces un solo grito, un solo desprecio, una sola humillación, un sólo golpe, se queda alojado en el subconsciente como una espina emocional para toda la vida.

Los hijos no heredan el carácter, sino el estilo emocional que los padres les normalizaron durante años. Lo que hoy sufren los padres no es desamor, sino la herencia emocional que les legaron. Muchos padres sufren la frialdad de sus hijos, sin darse cuenta de que fueron ellos quienes les enseñaron a no sentir como única manera de sobrevivir,

No con odio, sino con reacciones y con silencios. Cuando un niño se siente humillado, invisible o solo, su corazón se cierra para protegerse. Ahora, cuando el hijo se aleja, el adulto sufre, sin entender que ese dolor que hoy sienten es el mismo que ellos cargaron en silencio durante su infancia.

Los hijos se vuelven tan duros e insensibles con los padres como ellos les mostraron con su crianza, y sólo la toma de conciencia por parte de estos niños hoy adultos de que nada de lo vivido tenía que ver con su forma de ser, sino con la de sus padres, podrá alterar este patrón conductual subconsciente y revertirlo a cómo ellos quieran en realidad SER con aquellos que los rodean.

Es responsabilidad del niño hoy adulto sanar sus heridas para no transmitirlas. Sólo él puede hacerlo.