Hasta parece que es para entretener gente, el cuento volado, ese de que harán un bosque en el vaso de la presa Abelardo L. Rodríguez, para empezar que
Hasta parece que es para entretener gente, el cuento volado, ese de que harán un bosque en el vaso de la presa Abelardo L. Rodríguez, para empezar que pena lo ignorantes y supinos que se ven en el gobierno de Alfonso Durazo: por decreto del gobierno se van a instalar árboles como los que hay en Yucatán, Quintana Roo ¿Es en serio? ¿Así de indoctos quieren lucir? Ah por eso no hay zonas selváticas en Hermosillo, faltaba una orden ejecutiva. Como no lo supimos antes ¡demonios!
De acuerdo a inteligencia artificial (IA) “Los árboles en un bosque varían según su ubicación, clima y tipo de bosque; algunos ejemplos comunes son los pinos, abetos y encinos en bosques templados, caobas y cedros en bosques tropicales, y abedules y piceas en bosques boreales o taiga”. Además de las especies de la flora, tiene que haber concordancia con los climas de cada ciudad.
En resumen, este cuento lo traen desde los tiempos oscuros y nefastos de Armando López Nogales, como la continuidad al proyecto ruin, traidor del anterior sexenio de Manlio Fabio Beltrones de dejar secar la presa, Abelardo L. Rodríguez. Las acciones de todos los gobernantes se reducen a la codicia, avaricia, ejercer el poder así sea más allá de un principio legal, todo, para obtener riquezas.
Me acuerdo como si fuera ayer que, al terminar la conferencia de prensa de mi tocayo, Juan María Escamilla, obregonense de hueso colorado, entonces secretario de fomento agrícola del gobierno nefasto, oscuro y corrupto de Armando López Nogales, lo seguí, -siempre fui así, quería información para mis objetivos-, así me dictaba mi profesionalismo, rápido me atajaron los burócratas de esa dependencia, para interrogarme ¿cuál es el asunto? La venta del vaso de la presa Abelardo L. Rodríguez, respondí. Lo último que esperaba es que, el finísimo titular de la dependencia me atajara con otra pregunta ¿cuánto quieres de esa superficie?
Cualquier pinche ratero de los que pululan en esta profesión hubieran saltado con la respuesta, yo atónita alcance a responder que lo único que buscaba era el beneficio de la comunidad y que quería suficiente terreno que alcanzara para un gran parque, un área de disfrute colectivo. Lo siguiente que me dijo Escamilla es que lo vería y que luego me confirmaría que se podía hacer.
En aquellos entonces trabajaba en la radio además de en un semanario miserable, que no he vuelto a ver desde hace décadas. Recuerdo que llegaba toda oronda, orgullosa porque había entrevistado -de visita en Hermosillo- a los titulares del sector agropecuario: el director nacional de Banobras, del Banco de México, etcétera y preguntaba a la directora de dicho medio qué nota quería y la respuesta era catatónica, vieja mediocre: “Haz la que quieras, de unos dos párrafos”. Dios misericordioso, lo que es no entender el oficio de informar a la audiencia a la que te diriges, la que sea. Pero la doña es la mezquindad hecha persona y lo cierto es que yo estoy en la banca y ella gozosa sigue en el ejercicio de su oficio, el que sea que ella cree que ejerce.
Nunca recibí respuesta alguna del secretario de fomento agrícola, el sexenio se extinguió y por entonces empezó una angustia por parte de los ciudadanos que habitaban en los límites de la presa Abelardo L. Rodríguez. El entonces dirigente del Partido Verde Ecologista (PVEM), Eduardo Varela, me invitó a visitar a las personas que estaban muy abrumadas porque tenían que abandonar sus viviendas, porque estaban asentados en terrenos federales. La Gente a la que llegamos a visitar tenían una mansión de casa. Una propiedad gigante, eso sí se notaba la incertidumbre, no estaba habitada, tampoco tenía puertas y ventas.
Con horror me acuerdo que llevaba a dos niños de 4 años a hacer la visita, dos pequeños que sin saber en qué averiguación andaba, disfrutaron del agua, que todavía había en la presa. Me enoja no haber tenido la preocupación de que aquello podía resultar mal. Apenas si recuerdo como ingresamos a la zona, por la colonia Amapolas, pero es cierto, que no podría regresar al mismo sitio. No presté demasiada atención al trayecto, pero si toda esa zona fue desalojada, para que otros ingresaran a la dichosa zona federal. Entonces, hay que aprender que civiles comunes y corrientes no podían invadir, pero sí poderosos señores del dinero y de la política.
Qué barbaridad, mientras Claudia Sheinbaum celebra por sus 365 días del año, defendiendo lo indefendible y peor aún en su propia fiesta de este domingo tiene fuerzas para negar la obviedad, la espeluznante corrupción ocurrida en el pasado sexenio, pero bueno en lo que ella festeja su arribo al poder, de no poder, los medios, a través de plataformas lamentablemente confirman como el Estado se pudrió desde dentro hacia afuera.
Una historia escalofriante de un joven que se hizo acompañar por dos amigos, un hombre y una mujer para ir a cobrar una deuda de 90 mil pesos a Torreón en Coahuila en el año 2010, ellos desaparecieron de la faz de la tierra y cuando los hermanos iban a buscarlos, las policías municipales los acosaban, al grado que eran amenazados para que huyeran. Las instituciones federales tampoco les ayudaron. Nunca pudieron localizar ni un hueso de los jóvenes, solo se confirmó con esta otra investigación periodística que el problema es más grave de lo que se quiere asumir.
Y la fiesta sigue y sigue. Lo que es raro, sumamente raro. Pero bueno. Como llegaron para quedarse los Morena por otros ¿70 años? Creen que tendrán tiempo de componer algo ¿u obtener ganancias del desastre? Pobre México, pobres los pobres, que solo han servido de pretexto para enriquecer a la realeza gobernante.