Reflexión Después de más de 30 años de casados, él empezó a notar algo raro. Sentía que su esposa ya no escuchaba como antes. Pero no quería arma
Reflexión
Después de más de 30 años de casados, él empezó a notar algo raro.
Sentía que su esposa ya no escuchaba como antes.
Pero no quería armar lío ni hacerla sentir mal, así que fue con un doctor a preguntar qué podía hacer.
El médico le dio un consejo muy simple: hazle una pregunta desde lejos, como a 15 metros. Si no responde, te vas acercando poco a poco y repites la misma pregunta. Así sabrás si realmente hay un problema de audición.
Ese mismo día, cuando llegó a casa del trabajo, vio a su esposa cocinando.
Desde la sala, a buena distancia, le preguntó: amor, ¿qué hay de cenar?
Silencio.
Se acercó unos pasos y volvió a preguntar: ¿qué vamos a cenar?
Nada.
Ya más cerca, repitió: mi vida ¿qué estás preparando?
Silencio total.
A unos pocos metros, intentó otra vez: ¿qué hiciste de cenar, mi amor?
Y nada.
Finalmente, ya justo detrás de ella, con tono suave le dijo: corazón, ¿qué vamos a cenar?
Entonces ella se giró, molesta, y le soltó: ¡TE HE DICHO CINCO VECES QUE POLLO!
Y fue en ese momento cuando entendió, el del problema no era ella. Era él.
Moraleja: antes de asumir que el otro está fallando, pregúntate si acaso el que necesita corregirse eres tú. A veces la verdadera sordera está en no querer escuchar.