Los medios de comunicación literal rastrearon la ubicación del avión -durante todo el trayecto- para traer el apestoso trasero del ex funcionario de T
Los medios de comunicación literal rastrearon la ubicación del avión -durante todo el trayecto- para traer el apestoso trasero del ex funcionario de Tabasco, Hernán Bermúdez quien es acusado de ser un traidor en su máxima expresión, porque “servía” a sus jefes, el gobernador de la entidad, Adán Augusto López además de que operaba su propio cártel del narcotráfico. En serio, cuánto dinero costó traerlo hasta acá y será acaso ¿Para nada, nada y nada? Lo que tardaron en llegar a México es hartamente sospechoso.
Cuando salvaron el largo y lento periplo que significó que el avión bajó en Colombia, luego en Chiapas y se tomaron todo el tiempo del mundo, cuando por fin llegaron a la ciudad de México al tipo lo recluyeron en el penal de El Altiplano, lugar reservado para grandes capos. Pero ¿qué exactamente hicieron las “autoridades” que llevaron a cabo la repatriación? Esos tiempos que se tomaron en ambos aterrizajes fue para, adiestrarlo, “educarlo” en ¿qué? ¿cómo? ¿cuándo? ¿Dónde debe decir las cosas para que no enjarre a todos los socios que tuvo del gabinete estatal y federal?
El tabascogate ha roto todos los esquemas de delincuencia habidos y por haber del poder político que se había conocido hasta ahora. Es que esto, es una amalgama de organización criminal, con protección “divina” desde las más altas esferas del gabinete federal y estatal, además del involucramiento de las mega poderosas milicias tanto la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) como la Marina y Armada de México (Semar), las que además se convirtieron en constructores de todo, nomás les faltó fabricar un cohete para ir a la luna. Eso sí amasaron fortunas incalculables como institución y en lo individual todos los de alta jerarquía.
Las milicias controlaban entradas y salidas de todo al país ya que estaban bajo su brazo armado los puertos, las aduanas, los aeropuertos. Para colmo dirían los abogados confesión de parte, relevo de pruebas, los periodistas tienen grabado en toda clase de sistemas las palabras del presidente emérito, Andrés Manuel López Obrador quien dijo al referirse al saqueo descomunal en cada sexenio, que eso ocurría con la venia de los mandatarios: “Todos los negocios y grandes tranzas en México tienen el aval del presidente; el presidente sabe de las grandes tranzas, nada de que no sabía. Si hacen una tranza grande, grande, es porque el presidente lo permitió”.
Así que, si así es, entonces no hay modo de que el no supiera de las trapacerías que ocurrían en el tabascogate y las gracias de Hernán Bermúdez, de quien ahora se sabe que aterrorizaba a los gasolineros para que vendieran huachicol y luego le entregaran intacto el dinero. Un ciudadano se negó y fue secuestrado, le quitaron la compañía hasta que lo doblegaron. Ahora relató que eran tres pipas por semana, con un costo de 90 mil litros, que tenía un valor de un millón 800 mil pesos en el mercado legal. Si eso se multiplica por el número de negocios del giro, ufa maruca, ahora se entiende porque los hijos holgazanes que nunca tuvieron que estudiar, menos trabajar, gozan de una riqueza explicable.
Quieren salvar al cadáver viviente, que es Adán Augusto López, a los príncipes herederos de la corona, pero no hay modo ni manera, pero además este es uno nada más de los escándalos de corrupción que amenazan al “movimiento” como pomposamente llaman al alacranero, los que además se sienten dueños de la nación.
A propósito de manzanas, no da la cuenta de los afectados por la explosión de la pipa de gas en ciudad de México, lo que si es cierto es que han muerto 29, la cifra a estas alturas debe ser mayor, porque para empezar en la zona del accidente había muchos seres humanos sin hogar, a los que nadie les puso nombre, tampoco los reclamó, pero además el gobierno ya empezó a operar para acallar a los familiares de los que aún permanecen hospitalizados. Que se les exigió que dejen de dar declaraciones a los medios de comunicación.
Peor aún a los deudos de los fallecidos les mandaron abogados, todos alineados al partido oficial y estos charlatanes le torcieron el rabo a la cochi, que llegaron reclamando el 20 por ciento de las indemnizaciones. Pero aquí el problema es la mano que mece la cuna: el gobierno de la ciudad de México.
A estos actos salvajes a mansalva, qué más puede significar que escondan las cifras de personas fallecidas, para no incrementar la fatalidad de esa explosión. Eran en un principio casi cien los damnificados, pero ahora se reduce a 29 muertos, 16 que siguen en hospitales y 39 dados de alta, la suma de 84, faltan mínimo 16 humanos que fueron “desaparecidos” ¿por así convenir al gobierno de la ciudad de México? ¿Se trata de los indigentes, los sin hogar por los que nadie preguntó?
Me encontré esta mañana un pickup con sirenas y vicos encendidos e iban como demonios por la carretera salida de San Pedro el Saucito, los alcancé en la carretera federal entrada a Hermosillo y era de la Dirección estatal de protección civil, quienes llevaban “prisa” por alcanzar una camioneta panel que iba llena de funcionarios con sus camisetas bordadas, -lo más grande que pudieron-, para que supiéramos que cobran en esa dependencia estatal. Pero es correcto ¿qué por tener presunto “apuro” prendan sus equipos de emergencia? Eso se llama prepotencia.
Nomás ¿para emparejarse a una unidad llena de “come cuando hay” de esa institución, iban zigzagueando entre los otros carros? Pero bueno es lo que hay. Antes como antes, ahora como ahora. Eso hacen los responsables de prevenir desastres, que le dejan a un ciudadano promedio, nada, que hay mucho ser humano decente y probo.