¿Y todo es inseguro en estos momentos? El viernes por un asunto familiar tuve que quedarme como la puerta de Alcalá: viendo pasar el tiempo. Primero n
¿Y todo es inseguro en estos momentos? El viernes por un asunto familiar tuve que quedarme como la puerta de Alcalá: viendo pasar el tiempo. Primero no fue uno de mis mejores, días, traía un problema de salud, que no se quería ir, persistente. Así que tenía que ver a la doctora y ella tiene sus reglas y hay que atenerse a ellas. Además, tenía que acudir a una reunión a las 10:00 A.M., entré a un supermercado que me quedaba por el área, lo último que necesitaba era más estrés y ansiedad con el tráfico y el espionaje de las cámaras del alcalde, Antonio Astiazarán.
A lo que además hay que sumar, que como millones de personas soy rehén de las barbaridades e infamias que comete el gobierno con los precios de las gasolinas y no, no soy socia de Pemex (Petróleos Mexicanos) ni tampoco tengo subsidio alguno para andar en carro oficial, como los alcaldes, el gobernador y toda la realeza trepanada al presupuesto, así que por ende no puedo darme el lujo de gastar auto e hidrocarburo.
Era demasiado temprano para andar a esas horas en la calle, enferma y con tanto tiempo que esperar, así que entré a un estacionamiento y clásico hay que mirar alrededor para ver que ocurre. Lo último que esperaba era ver a un hombre en una motocicleta sentado, imposible que no se disparen las alertas, cuando se sabe la cantidad de delitos que se cometen en esas unidades. Luego el ciudadano se bajaba del vehículo y daba vueltas alrededor. Por supuesto que lo justifiqué y pensé ya somos dos que estamos aquí en modo puerta de Alcalá.
En ese punto me pregunté ¿qué pensará el de mí? Porque yo igual, seguía sentada en mi coche, con muchísimas ganas de correr hasta mi casa, meterme debajo de las cobijas y quedarme ahí o también, hacerme un cafecito colado, rico y luego ponerme mi disfraz de indigente (con lo que existo a diario, facha extrema). Pues no, en lugar de ello tengo que esperar a que se haga tarde, aquí vestida toda incómoda, con ropa que me molesta.
Y seguía con mis interrogantes ¿Qué pensará el hombre desconocido ese, de que hago aquí sentada en el auto? Y me brotó la respuesta, la posibilidad que él también tuviera no solo curiosidad por mi inactividad, sí no que además le causara ¿miedo? No creo, pero igual un poco de incertidumbre.
Por fin con nada de ganas, entré a la tienda para alejarme de la sensación de inseguridad por aquel individuo y ahora me saltó la duda ¿y si está aquí para alertar a su banda de qué autos hay en el estacionamiento y que vean si tienen “pedido” de sus “clientes” para uno así. Madre del Verbo, tu ve a lo que tienes que hacer me dije y no averigües. Porque esos delitos no alcanzan a ver las cámaras que gozosamente instaló el alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán, no lo suyo es extorsionar a los ciudadanos, los de bien, los que salen a trabajar derecho.
Hice unas compras y con mucho agrado descubrí que la tienda tiene área de mesas y sillas para los que consumen en negocios de comida, así que ahí me dejé caer. A esas horas solo estaban las señoras muy mayores, empacadoras, todo iba bien. Cuando empezaron a escucharse los gritos de alguien y aquella voz se aceraba presurosa, volteé a ver, era un pobre ser humano sucio, obviamente adicto y por algunas buenas razones no era bien recibido en esa empresa. Entre más le pedían que saliera, él más se enojaba y de inmediato se sintió la angustia de las cajeras, de los clientes y de todos quienes miraron a la persona molestarse más por el rechazo a su persona.
Las señoras empacadoras volteaban, con desespero, con ganas de saber quién velaría por ellas en caso de que el señor quisiera atacar a alguna de ellas o querer quitarles lo suyo. Momento intenso, que fue breve, pero que recuerda a la ciudadanía, muy enferma de miedo, con razón o sin él, es la cruda realidad. Igual siempre hay que cambiar el pensamiento pesimista por uno de optimismo o morirán por angustia, estrés, ansiedad, antes que por el ataque del “señor de la motocicleta”.
Es posible que cada verano me haga la misma pregunta ¿porqué no hace el ayuntamiento o el gobierno del estado algo para salvar a la gente de la sed, horrible situación cuando se quedan sin agua en las colonias. Al ayuntamiento no debe bastarle avisar que habrá baja en el suministro, porque esa es la cotidianidad de amplias zonas, para colmo dicen que habrá un miserable chorro, pero que algo saldrá y nada, ni una gota alcanzan en las zonas altas. Lo que es muy perro, muy desgraciado es que nadie mueva un dedo para auxiliar a la gente.
Les importa un reverendo pito que amplias zonas de la ciudad se queden sin agua, como si fuera una minucia, sin averiguar si tienen manera de contar con equipos para almacenar. Si hay personas enfermas, niños, adultos mayores que ocupan del recurso vital para sobrevivir a sus circunstancias de vida, al calor húmedo que se tiene por estos días.
Que tendrá en la cabeza el alcalde, que le gusta ser protagónico, lo suyo es promoverse en los medios de comunicación, que le tomen fotos, videos, se hable de él, pero la verdad es que no se disciplina a atender la emergencia que representa que haya colonias sin agua ¿Qué parte de eso no les queda claro? ¿No imaginan lo que padece la gente cuando no cuentan con el recurso? La que se ocupa para todo, para asearse, cocinar, mitigar la sed. Olvídense que se le ocurra a alguien del municipio mandar pipas a entregar casa por casa unos cuantos baldes para que la gente no muera de frustración.
Los vecinos de la colonia Primero Hermosillo al norte de la ciudad se manifestaron este domingo, en Solidaridad y Juan R. Galaz, vialidad que cerraron por la falta de agua y de respuestas que satisfagan su desesperanza, desde hace semanas. Que incapacidad para servir a la comunidad del alcalde y demás burocracia de oro ¡Se pasan de lanzas!
Y claro el gobierno estatal es el invitado de piedra, ven la tragedia de los sonorenses y no mueven un maldito dedo para absolutamente nada ¿por qué? Se sentirán hechos a mano, demasiado finos, de estirpe azul, para no molestarse y ofrecer ayuda a los necesitados a los carenciados de agua. Les digo, tantísima institución, tanta burocracia con sueldos de varios ceros y a la hora de la hora, nadie saca un poco de sentido común para apoyar a la población.
A propósito, me caló hondo, saber que la casa de gobierno, en la colonia Pitic, otra vez tiene uso por parte del inquilino de palacio ¿Que no se había superado ya esa etapa de abuso? ¿Por qué mantener a la familia feliz, que además no necesita? Como se volvió a esa desvergüenza de otra vez, financiar la vida de Alfonso Durazo quien, dicho sea de paso, tiene una mansión opulenta aquí en Hermosillo y el señor lo último que ocupa es que los ciudadanos en pobreza paguen por su comida, sus bebidas, la luz, el agua, etcétera.
Para empezar, volvieron a rediseñar la mansión, le compraron de nuevo todos los muebles ¿más todo el menaje? No les digo pues. Lo único decente que hizo Claudia Pavlovich cerrar ese inmueble y todo para que Durazo, multimillonario, se dé el lujo de ser mantenido por esta población que ocupa de todo. Vamos de mal en peor.

