HomeReflexión del día

Sanar es volver a ti, con todo lo que eres.

Sanar no es encontrar una fórmula mágica ni llegar a un destino perfecto. Sanar es volver a ti, con todo lo que eres, incluso con lo que aún no entien

Solté mi necesidad de controlar y cosas maravillosas comenzaron a ocurrir en mi vida
Saca de la cabeza que la vida debe llevar consigo sacrificios
¿Por qué nos enganchamos a personas que no nos corresponden?
Sanar no es encontrar una fórmula mágica ni llegar a un destino perfecto. Sanar es volver a ti, con todo lo que eres, incluso con lo que aún no entiendes. Es sentarte contigo sin prisas, sin máscaras, sin exigencias. Es dejar de buscar afuera lo que solo puede nacer desde dentro: la paz, la claridad, el descanso, el amor que no se condiciona.
Sanar es reconocer que te has roto, que has tenido miedo, que has dudado y aun así mereces tranquilidad, contención y un lugar seguro dentro de ti.
No necesitas estar bien para comenzar. Necesitas honestidad. Valor. Y, sobre todo, presencia.
Porque cuando estás presente contigo, aunque sea por un instante, algo dentro se acomoda.
Algo se calma.
Algo empieza a florecer.
Eres la medicina. Cada vez que eliges, escuchas y abrazas, comienzas a sanar. No hay afuera nada que pueda darte lo que tú mismo puedes construir cuando te miras con la verdad.
Y no se trata de tenerlo todo resuelto, sino de sostenerte en los días difíciles, de darte lo que tanto esperas recibir de otros, de crear un hogar dentro de ti.
La sanación más real ocurre cuando dejas de abandonarte. Cuando haces compañía. Cuando entiendes que no estás roto, solo estás volviendo a tu centro. Ahí, en ese regreso silencioso y profundo, empieza el renacer.
Ahí, en tu abrazo más sincero, te vuelves medicina.