Autoexigencia extrema. Cuando tu diálogo interno es más crítico que compasivo, vives en constante insatisfacción. Esa presión silenciosa te desgasta e
Autoexigencia extrema. Cuando tu diálogo interno es más crítico que compasivo, vives en constante insatisfacción. Esa presión silenciosa te desgasta emocionalmente y apaga tu brillo natural.
Compararte con los demás. Mirar constantemente lo que otros hacen o logran debilita tu autoestima. Te desconectas de tu esencia y dejas de valorar tu camino único.
Rodearte de ambientes densos. Estar en lugares o con personas que solo emiten quejas, juicios o negatividad baja tu frecuencia. Lo que no nutre, drena.
Dormir mal y alimentarte sin consciencia. El cuerpo y el alma están conectados. Un cuerpo agotado y mal nutrido pierde la vitalidad para sostener una energía elevada.
Postergar tu propósito. La procrastinación espiritual ocurre cuando ignoras el llamado interno a crecer, a crear, a servir. Cuanto más lo aplazas, más lejos te sientes de ti.
Negarte a sentir. Reprimir emociones, callar lo que duele o vivir en piloto automático apaga la autenticidad, y con ella, tu luz verdadera.
Conclusión: la luz no se pierde de golpe. Se va apagando con cada hábito que no honra lo que eres. Recuperarla es volver a ti, con actos pequeños pero conscientes.