Hace un mes que las escuelas públicas no tienen actividad escolar, eso es obvio, porque los embotellamientos que se suceden en horas de entradas y sal
Hace un mes que las escuelas públicas no tienen actividad escolar, eso es obvio, porque los embotellamientos que se suceden en horas de entradas y salidas están ausentes, pero más aún los padres ya se fueron de vacaciones con sus hijos ¡porque ya no acuden a los planteles! Por eso causa ternurita que salga a decir la Secretaría de Educación y Cultura (SEC), que de acuerdo al Calendario Escolar de en Sonora las actividades de educación básica terminan el 9 de julio ¿Será verdad que no saben que los planes escolares quedan mochos o nadan de muertito?
Desde principios de mayo se empieza a notar, en el caso de la telesecundaria de San Pedro el Saucito igual que la preparatoria, los alumnos van y vienen de un punto a otro sobre la calle principal, en horario escolar. Claro, porque ya se acabaron las clases. Y como nadie respinga ¿Quién en su sano juicio se atrevería a indagar de porqué no hay actividad en los planteles? Que miedo, capaz que el chamaco en venganza aparece reprobado, así que mejor todos hacen silencio porque despertar las iras, por nada del mundo, Ave María purísima.
Lo mismo sucede en la Universidad de Sonora, trabajos finales se entregan en mayo, fin de la historia. No se ven todos los temas que estaban previstos para el semestre, pero qué tiene, no pasa nada, además la fatiga, la neurosis, el calor, los pretextos, bueno aquello es una chulada. Un mes de vacaciones ya disfrutaron todos, con consecuencias muy malas para los estudiantes, del nivel que sea y peor los que se mueven a otro nivel y las deficiencias son catastróficas. Costos muy altos.
Una jovencita estudiaba en el Cecytes San Pedro me dijo que el profesor la reprobó, luego habló con ella y le ofreció calificación aprobatoria para no volver a tenerla de alumna. No tenía ella las habilidades y conocimientos, pero para evitarse la fatiga el docente la echó. Todos emocionados salieron del plantel a buscar lugar en las universidades y uno solo logró lugar en la máxima casa de estudios, todos quedaron boquiabiertos, no se imaginaban un escenario tan calamitoso.
Todos desesperados se fueron a la Universidad Tecnológica de Hermosillo, ubicada en el Parque Industrial. Para los residentes de San Pedro está de locura intentar llegar a aquella zona, si lo intentas en transporte público. Es imposible. Alrededor de 6 sobrevivieron algunos meses, -capaz que apenas semanas- y los venció el infortunio, las carencias económicas. Se habían organizado para pagar gasolina a uno de ellos, al que le podían prestar un carro, no les alcanzó.
Así que es un recuerdo siempre presente que ya de por sí egresan de una telesecundaria -a media hora de la ciudad ¿en serio SEC? – y luego que en lugar de aprovechar el mes de mayo y junio para repasar aquello que haga falta, para fortalecer su paso al siguiente nivel y más aún tener más posibilidades de éxito en los exámenes de educación superior. No, para qué, total los que pagan la factura son los jóvenes ¿y el futuro de ellos? Es la reproducción natural del sistema capitalista, los que no estudian siempre servirán al rico, en sus casas, empresas. Es la pirámide social.
¿Qué causa tantos accidentes? Son muchos factores, entre ellos el ganado suelto, -vacas, caballos en las carreteras-; la imprudencia, consumo de drogas y por supuesto ¡el carro! El vehículo que las armadoras, las agencias promueven, no por seguro, por puertas irrompibles, reforzadas o cinturones de seguridad fortalecidos, más eficientes que no rompan los órganos internos al usuario.
No mata el accidente, pero si el cinturón de seguridad, que rebana los órganos, produce hemorragias internas, que no siempre puede superar el usuario. Pero en esencia ¿qué promueven las distintas marcas de vehículos? El poder, la fuerza, la capacidad para trepar cerros, cruzar arroyos, correr a velocidades supersónicas ¿y quien supervisa ese mensaje de mercadotecnia? Nadie.
Entonces los jóvenes y los no tantos, adquieren un coche para intentar hacer lo que esa marca promueve, auspicia y el gobierno tolera. El dueño de la unidad pagará las consecuencias con su vida o su salud, a la par que expondrá a los otros ciudadanos al peligro de embestirlos, matarlos o dejarlos discapacitados. Que lástima que los agentes de tránsito de Hermosillo, que cazan todo el santo día en la zona urbana, no hayan podido impedir las muertes en la carretera a Bahía de Kino, entre ellas una colega suya.
En otros temas imposibles de creer, que más ni menos que 381 cuerpos embalsamados fueron hallados en condiciones irregulares dentro de un crematorio en Ciudad Juárez, Chihuahua. Que ya hay una investigación y bla, bla, bla. Lo terrorífico del asunto es todo sí, pero que además las funerarias hayan estafado a los familiares de esos seres humanos arrumbados ahí, porque se les pagó para que los incineraran, les entregaran sus cenizas y bueno hacer con ellas lo que mejor les pareciera ¿Qué fue lo que les dieron? ¿Restos de qué o de quién?
Ahora sí, que hay una investigación penal, sanitaria por posibles actos de negligencia de incumplimiento de normativas por el hallazgo el jueves 26 de junio de los 381 cadáveres. Los cuerpos se encontraban apilados, algunos dentro de cuartos con refrigeración en temperaturas deficientes. Así que no fueron cremados como era el servicio contratado por los familiares.
Los restos estaban embalsamados, contaban con certificados médicos de defunción. No obstante, nunca fueron incinerados, y en algunos casos, los familiares recibieron cenizas, presuntamente de su fallecido, cuando en realidad les dieron material distinto a los restos humanos. Se presume que algunos restos humanos podrían llevar almacenados más de dos años, lo que evidencia una operación por encima de la capacidad legal del crematorio y una falta grave en el cumplimiento del servicio.
Lo más desagradable de esto es que si alguien ha lucrado con la muerte que se sucede en miles en México son los buitres de las funerarias, ellos si que no tienen días malos, la calaca trabaja 24 horas, los 365 días del año y así se atreven a cometer estos fraudes. Lo que pasa es que la burocracia duerme el sueño de los justos y de los corruptos. Nadie vigila, ni los supervisa, hacen lo que les da la gana. Total.