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Entretelones Samuel Valenzuela Aunque para efectos publicitarios se tiende a ponerle crema de más a los tacos tratándose de obras de gobierno,

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Entretelones
Samuel Valenzuela

Samuel Valenzuela

Aunque para efectos publicitarios se tiende a ponerle crema de más a los tacos tratándose de obras de gobierno, en el caso del rescate del Mercado José María Pino Suárez en Hermosillo o el Mercado Municipal número 1, todo lo que se diga en ese sentido no será suficiente para significar su magnitud.

Por allá a fines de los años 60’ la valenzuelada emigró a la gran ciudad luego de toda una vida en el Sonora profundo y en la polvorienta Costa de Hermosillo y para este campirano fue como una obligación, incursionar en el centro comercial de la capital de Sonora desde la colonia San Benito.

Luce bien el mercado.

Desde aquella época, ya se miraba jodidón el edificio, así como sus instalaciones, que ya remozadas y/o reconstruidas, estregó a sus locatarios este lunes el gobernador Alfonso Durazo Montaño, luego de una inversión superior a los 60 millones de pesos y el frecuente tronar del chicotito de la jefa de su oficina, Paulina Ocaña Encinas para apurar la conclusión de las obras.

Independientemente del gradual deterioro de ese emblemático edificio, fue como el centro de confluencia de sonorenses de todos los rumbos de la entidad y punto de reunión de viejas amistades pueblerinas en torno a una mesa con rico café de talega, centro ideal para el abasto de la provisión, de toda una variedad de chucherías, sombreros, zapatos de trabajo, triciclos, paliacates, joyas de fantasía, catres de lona o de ixtle y desde luego, comida regional para tirar para arriba.

Luce bien el mercado.

Entrar al mercado era aspirar una mezcla de olores donde se amalgamaba la verdura y la fruta fresca, con carne recién beneficiada de una res recién sacrificada; del obligado café de talega negro o con leche Carnation o con la recién ordeñada; de aquellos legendarios tacos de cahuama o el caldo del casi extinto quelonio; luego los de cabeza con sesos antes de salir el sol para cerrar una parranda de toda la noche; el cocido un poco más tarde y los tradicionales platillos como chiles rellenos; frijolitos maneados con huevos al gusto, enchiladas y hasta las tortas de jamón con solo pagar el peso y estirar la mano.

El disfrute de tales placeres fue muy gradual para este ruino común mortal, pero al paso del tiempo de todo nos dimos gusto, destacando particularmente aquella bebida denominada sifón a base de hielo, mucho limón y agua mineral dispensada por una llave manual y que en el tórrido verano hermosillense era como pócima milagrosa.

Casi 60 años después, por fin un gobernador en turno se va hasta el fondo para restaurar esa emblemática e histórica infraestructura, luego de muchos intentos de manitas de gato a través de la asociación de locatarios o de los comerciantes del área, quienes incluso dispusieron de la recaudación de parquímetros y que obviamente les alcanzaba para muy poco o para crear el tradicional Parián.

Nuestra última visita antes de su restauración, en efecto, ese edificio estaba al punto del derrumbe, con pisos resquebrajados, grietas a la vista, así como el cableado eléctrico; sin funcionar los tradicionales grandes abanicos de techo; locales de venta en el abandono, fugas de agua potable, sanitarios siniestrados y goteras por doquier, en un desolador panorama suficiente para ahuyentar a cualquiera.

Paloma y Paulina en el mercado.

En coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, las obras se ejecutaron en varios frentes, incluyendo refuerzo de estructuras, cubiertas, sistemas eléctricos e hidrosanitarios, restauración de pisos y concreto, instalación de cancelería, acabados, azotea, sistema pluvial y un sistema de impermeabilización, además de la modernización de espacios gastronómicos.

Estas obras iniciaron a fines de diciembre de 2023 y se previó su conclusión al término de un año, pero debido a la detección de problemas estructurales más graves de lo previsto se extendieron seis meses más para que todo quedara al 100, y para que se den una idea, se requirió la sustitución de 310 vigas, en lugar de las 33 inicialmente estimadas, además de inesperados hallazgos como vitrales ocultos por encalados que formaban parte de la construcción original del edificio en 1913.

O sea, la intervención fue de fondo, con obras para el refuerzo estructural, así como la cubierta, restauración de fachadas, muros interiores y herrería, renovación completa de instalaciones eléctricas, cancelerías y vidrios, para completar un rescate histórico y ponerlo a disposición de alrededor de 70 locatarios que deberán hacer lo suyo para reanudar cuanto antes con sus actividades comerciales y comprometerse en la conservación de una infraestructura que si bien los beneficia de forma directa, es un patrimonio de toda la gente de Hermosillo e incluso de Sonora.

Gustavo Salas Chávez.

Muy satisfecho y de muy buen pelo lució el gobernador Durazo al entregar a locatarios tan emblemáticas instalaciones totalmente renovadas, con la asistencia de representantes populares locales y federales, así como el presidente municipal Antonio Astiazarán, con todo y su mensaje unitario, de sus reflexiones sobre las ventajas de la unidad de esfuerzos entre instancias de gobierno, en el marco de un te lo digo Juan para que lo entiendas chencha, por la presencia de quienes sin lograrlo, pretendieron detener el progreso de la capital de Sonora al no aprobar el presupuesto municipal de ingresos 2025.

Aunque ya es poner mucha crema a los tacos decir que ese rescate cambiará el rumbo de Sonora, pues misión cumplida y ahora el gobernador enfocará sus baterías para concluir otro rescate también muy importante: el parque recreativo ahora rebautizado como el Bosque Urbano La Sauceda con todo y su museo La Burbuja, entre otras atracciones que fueron la delicia hace como 30 años.

Mientras tanto, un breve paréntesis para recomendar al fiscal General de Justicia del Estado, Gustavo Salas Chávez, que someta al orden a elementos de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal, porque en estos últimos días andan como enyerbados buscando a quien se las pague en lugar de a quien se los hizo, luego de que uno de ellos resultó muerto en el curso de sospechosa diligencia judicial.

Andan como locos como si los correteara el diablo por las calles y avenidas de la capital de Sonora, colocando retenes a diestra y siniestra, amenazantes con el dedo sobre el gatillo de armas de alto poder; vociferantes y autoritarios contra quienes tengan la mala fortuna de cruzarse en su camino.

La H hizo historia.

Quieren venganza y como muchos dicen suponer, ellos saben muy bien en donde buscar y encontrar a eventuales integrantes de bandas que operan tiraderos y picaderos, en lugar de alucinar a sospechosos por todos lados y acosar a ciudadanas y ciudadanas decentes que tienen la necesidad de transitar por estas calles de Dios.

A propósito de quienes la fuman sin quitarle las semillitas o le ponen mucho corte a lo que sorben, vaya que se empeñaron quienes a toda costa quisieron empañar la celebración de las Fiestas del Pitic, primero con el mitote ese del par de cuadras del malecón Hidalgo y luego con ese otro de traslados forzados hasta Navojoa de personas con mal aspecto para no opacar la belleza de esa pachanga popular de cuatro días.

Bastante estructurada la campañita en contra del cualquier tipo de acción que emprenda el Toño, aunque la verdad en lo mediático todo quedaba en un soliloquio sin mayores repercusiones, hasta que le pusieron alitas para involucrar a la Comisión Estatal de Derechos Humanos y a su quisquilloso presidente Luis Fernando Rentería y hasta el citado fiscal Salas Chávez.

Esa truculencia que incluye compra de testimonios y pago por denuncias, no tiene pies ni cabeza dada las notables acciones de la comuna en apoyo a personas en condición de calle, siempre bien recibidas en las excelentes instalaciones de la Casa Galilea o el permanentemente en operación, programa Regreso a Casa, a través del cual personas de otras partes del estado o del país, reciben de forma gratuita el traslado voluntario a sus lugares de origen.

Primero los pobres.

Pero en qué cabeza cabe el que “deportando” a 20 o 40 personas de mal aspecto se iba a incidir en imágenes de 50 mil o 60 mil personas, y hasta más, en los distintos foros donde hubo espectáculos durante las Fiestas del Pitic, resultando en una soberana jalada de quienes no soportan los éxitos de la administración municipal capitalina.

Por lo pronto, impresionante la numeralia de ese masivo evento al que se calcula asistieron casi 300 mil personas a sus 20 foros para disfrutar las presentaciones de mil 400 artistas, sin que se reportaran mayores incidentes y bajo la protección vigilante de 300 elementos de la Policía Preventiva y 120 oficiales de tránsito, con una derrama económica de casi 90 millones de pesos o sea, fueron cuatro días de pasarla en grande y sin problemas.

Y en otra demostración de la nueva clase proletaria representada en MORENA se dio a conocer que el diputado de ese partido y actual vocero del grupo parlamentario guinda en la Cámara de Diputados, Arturo Ávila, compró una casa valuada en 4.8 millones de dólares en Rancho Santa Fe, una zona residencial señalada como la más cara en California.

De esa forma se suma a las publicitadas trapacerías e hipocresías de José Ramón López Beltrán y su residencia en lujoso sector al norte de Houston, Texas y de la otra proletaria predicante de primeros los pobres, la aún gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila. Cínicos simuladores.