Entretelones Samuel Valenzuela A marchas forzadas las instancias de gobierno de Estados de la frontera norte de México, construyen albergues y
Entretelones
Samuel Valenzuela
A marchas forzadas las instancias de gobierno de Estados de la frontera norte de México, construyen albergues y adecuan espacios para recibir a deportados desde Estados Unidos al arreciar la aplicación de políticas antiinmigrantes implementadas por Donald Trump.
Cierto, se trata que esa masa de connacionales y ciudadanos de otros países arrojados a este lado de la frontera por la autoridad gringa, reciban apoyos elementales mientras deciden extender su travesía a sus lugares de origen o intentan de nuevo brincar la línea, que no serán pocos.
En esas anda el secretario de Gobierno de Sonora, Adolfo Salazar Razo y Leticia Ramírez Amaya, coordinadora General de Asuntos Intergubernamentales y Participación Social del gobierno federal en Nogales, agua Prieta y San Luis Río Colorado en donde ya opera el programa más o menos el programa “México te Abraza”, ese mismo que debería tener carácter permanente.
Cierto que a penas comienza a despegar el número de deportados detenidos por autoridades de inmigración en sus centros de trabajo, de esparcimiento, paradas del servicio de transporte, de detenidos por faltas administrativas y demás, pero todo indica que el neonazifascista inquilino de la Casa Blanca va en serio y la situación se pondrá ídem en este lado de la frontera.
Sabe qué esperaba el gobierno federal para prepararse ante esta situación, ya que desde principios de noviembre pasado Trump como presidente electo adelantó lo que se proponía y en lugar de tomar las previsiones del caso, la presidente Claudia Sheinbaum recurrió al discurso patriotero, nacionalero y demagógico, omitiendo incluso medidas presupuestales para enfrentar esa emergencia tan cierta.
El gobierno de Sonora se suma a esa estrategia diseñada sobre las rodillas porque así debe de ser al considerarse a esta entidad como importante punto de retorno de deportados y repatriados voluntarios, además de que de forma irremediable será uno de los espacios del llamado tercer país seguro y punto de espera para quienes desde otros países del mundo tramitan el ingreso legal a Estados Unidos bajo la figura de refugiados.
Y vale más aclarar una serie de falacias con las que el gobierno pretende romantizar de forma genérica a miles y miles de mexicanas y mexicanas sin papeles que viven en Estados Unidos, luego de ser desplazados por las precarias condiciones económicas y de inseguridad de sus lugares de origen, lo cual aplica también a ciudadanos de Centroamérica y Sudamérica.
Sabemos de forma directa que no todos son ciudadanos de bien, decentes y bien portados; muchos son prófugos de la justicia mexicana; muchos, si bien se ocupan en empleos formales, también acceden a caiditos cometiendo actos delictivos; son integrantes de pandillas, son narcomenudistas con grandes aspiraciones también en el tráfico de personas, deudores alimentarios morosos con hijos acá y allá.
Vivimos durante varios años en el área de Los Ángeles y tenemos vasta parentela por esos rumbos y más allá y sabemos de lo que estamos escribiendo, y si, en efecto, también hay muchos que aprovechan al máximo las oportunidades para progresar, entrarle a la formación en la academia, creando empresas propias y que batallan por el ambiente de inseguridad propiciado por conductas de sus paisanos.
También sabemos del trato que reciben en el fil en la pizca de fruta o corte de hortalizas; su hacinamiento, condiciones de salud paupérrimas, prácticamente con tiendas de raya y mal trato de parte de capataces regularmente de ascendencia mexicana, así como de disputas por robos comunes, despojo de bienes y de dinero que a veces son mortales.
En esa recepción con los brazos abiertos, sería recomendable ser muy realistas y dejar esas expresiones solo para la propaganda y la publicidad, porque no se debe romantizar el retorno de toda esa masa de ciudadanos ni tampoco hacer apología sobre esa otra falacia respecto a que la mano de obra mexicana es el pilar de la economía norteamericana.
No pongan tanta crema a los tacos y en todo caso esa es muy bronca de esa casta gobernante procreada por Trump y congéneres, para que esa mano de obra en trabajos ahora indeseables sea mejor pagada para que interese a los con papeles, y a la postre vuelva a ser ocupada por quienes seguramente regresarán de México y de otros países porque acá la cosa está más culera.
Es por eso que en el manejo de deportaciones forzadas por parte de la migra gabacha hay que tener sumo cuidado para no mezclar porquería con gente decente, y por cierto, si bien no requieren de albergues, los repatriados voluntarios también deben ser objetivos del México te Abraza, ya que comienzan a menudear denuncias de despojos por diversas autoridades mexicanas, cuyos representantes los reciben con acoso y exigiendo mochadas.
Por supuesto que los de la migra para nada son respetuosos de los derechos humanos de nadie; sus campos de detención antes de la deportación son infames y en efecto dan trato como si todas y todos fueran delincuentes y más ahora con el gran estímulo que reciben de su xenofóbico presidente, pero eso no lo cambiará México ni su gobierno.
La verdad que hasta ternura generan las catilinarias sensibleras de la titular de la SEGOB, Rosa Icela Rodríguez al pontificar sobre la recepción que espera a deportados y de plano se queda corta al describir a este país que dejaron para irse a Estados Unidos: “México es otro que cuando se fueron”, acierta, pero se cuida mucho de no reconocer que las cosas están peores.
Evidentemente no tiene ni la menor idea de la magnitud del problema ni qué tanto costará al gobierno ese apoyo a deportados; la construcción de albergues, equipamiento, su manutención, traslados, pago al personal que prestará sus servicios, y eso pasa porque durante casi tres meses se la pasaron en babia entretenidos en perfeccionar la forma como pegarle en la madre a la democracia mexicana, al Poder Judicial, a los organismos autónomos, en construir espacios para garantizar su impunidad y así.
Por lo demás, vuelve a agarrar vuelo la propuesta de reforma al Infonavit, ahora fundamentada por el oficialismo por actos de corrupción en dicho organismo, aunque tal argumento luce muy guango e inconsistente porque los promoventes cargan grandes responsabilidades al respecto y sobre todo, luce muy artificioso.
Cuando se anunció a bombo y platillos el Plan Nacional de Vivienda que lleva el remoquete del Bienestar, se dio por hecho que sería ejecutado con recursos presupuestales del gobierno federal junto a los de los Estados, pero no, a fin de cuentas, resultó que pretende ser financiado con el dinero ahorrado a través de cuotas al Infonavit aportan trabajadores y patrones afiliados para efectos de acceder a la adquisición de vivienda, suma a la pensión del IMSS o simplemente un ahorro de libre disposición.
Obvio que luego del sexenio de dispendio y corruptelas, la señora Sheinbaum se vea obligada a tratar de hacer caravana con sombrero ajeno con esos más de dos billones de pesos de ese fondo, monto que también le permitirá enriquecer a esa nueva generación cuatrotera en su gobierno que encontró las arcas vacías, aunque está por verse que lo logre.
Por lo pronto, hasta con el neceser y la bolsita de las pinturas se tiraron por ese tema el dirigente estatal del PAN Gildardo Real y el oficialista senador Heriberto Aguilar, el primero muy puntual y puntilloso al señalar las ocurrencias en que en estos tiempos se gastan los del gobierno, además del colmo que ahora se quieran apropiar de lo que no es suyo, en tanto que el segundo, repitió lo mismo que repitió durante su comparecencia en la Mesa CORSAS hace unos días.
Y por algo hemos reiterado nuestras reservas y hasta franca incredulidad sobre resultados de encuestas y nos da la razón esa en la que el gobernador de Sonora Alfonso Durazo Montaño aparece en el antepenúltimo lugar en aprobación ciudadana con un apenas el 36.1 por ciento de calificación, solo delante de Indira Vizcaína y Rubén Rocha, gobernadora de Colima de Colima y Sinaloa respectivamente.
Son fregaderas porque esos numeritos no corresponden a la gestión del de Bavispe y en todo caso, sería más creíble que apareciera por encimita de la media tabla, mejor calificado cuando menos que las impresentables Layda Sansores y Evelyn Salgado, de Campeche y Guerrero respectivamente.
Por eso y otras cosas más no creemos en las encuestas.