Reporteros denuncian en busca de mejoras, que nunca llegan.

HomeEn el exilio

Reporteros denuncian en busca de mejoras, que nunca llegan.

¿Para qué denuncian los reporteros abusos de las instituciones? ¿Por qué molestarse por un niño violado en un preescolar? Y tener que ver que quien co

Los magistrados dormitan ¡Ellos rodeados de tantos privilegios!
Frase perfecta para censurar, desde dentro: dice el dueño que no hables de…
Delincuencia juvenil sorprende, vaya cinismo.

¿Para qué denuncian los reporteros abusos de las instituciones? ¿Por qué molestarse por un niño violado en un preescolar? Y tener que ver que quien cometió el ataque, lo arropan “autoridades” educativas ¿Para que poner en peligro los miserables 2 mil 200 pesos mensuales de sueldo que ganaba en 1999, al hacer un comentario? El que llegó a palacio de gobierno y de ahí salió la exigencia a la radio, que mi despido. Muchos trabajadores de medios de comunicación laboran con ilusiones de cambio, es romanticismo sin cabida, en tiempos en que la libertad es un bien en extinción.

Hay que aclarar que jamás gobierno alguno ha cumplido a cabalidad con el derecho a la libertad de expresión que es un derecho humano que permite buscar, recibir y difundir ideas, opiniones e información, sin censura previa, en México consagrado en los artículos 6 y 7 de la Constitución.

“El derecho a la información se encuentra reconocido en el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Establece que la información que poseen las autoridades, entidades, órganos y organismos es pública”. Esto que jamás se cumplió a cabalidad se encuentra en un punto de no retorno, en contra de libertades ciudadanas y de reporteros.

Es difícil y en algún punto doloroso recordar la forma tan tonta en que se expone la salud, la vida, todo por la solidaridad a la desgracia ajena e igual no hay que olvidar que como reportero conectas con lo que resuena en ti: violencia en todas sus modalidades y las condiciones de las víctimas; los atropellos de los gobiernos que con sus matices van desde la represión física vía las policías, hasta la destrucción de bienes patrimoniales, inmuebles y un largo etcétera.

En una ocasión estuve a punto de ser linchada afuera de la empresa radiofónica en la que laboraba en 1999, por denunciar las trapacerías que cometían los presuntos líderes de los perjudicados del fraude de Crédito y Ahorro del Noroeste (SCAN), conocido como el arbolito que afectó a 76,800 de Sonora, Sinaloa, Baja California y Jalisco. El escándalo de la quiebra de esa sociedad financiera explotó y de inmediato se apersonaron tremendos personajes a liderar a los afectados. En una primera reunión se prometió hacer trámites a la ciudad de México y en la desesperación la gente apoyó con dinero. Se llenaron varias bolsas de plástico de billetes. Era otro robo en despoblado.

Lo dije tal cual con los nombres y apellidos de los “beneficiarios” de aquellas bolsas de super, repletas de billetes que nadie contó y menos dijo a cuanto ascendía. Otro día la calle Revolución y Nayarit lucía repleta de gente enviada por el gobierno del estado, que tras bambalinas apoyaba a los presuntos líderes. Detrás de aquella muchedumbre, después me dijeron que estaba Miguel Ángel Murillo, secretario de gobierno al que encaré en un evento público y el respondió que en realidad eso había salido del titular de la Secretaría de la Contraloría, Oscar López Vucovich. Todo ocurrió en tiempos del nefasto e inepto, Armando López Nogales.

¿Qué pasó? Llegaron y gritaba la muchedumbre que me querían a mí y gritaban mi nombre, entonces me llamaron, así tal cuál, que me presentara en la radiodifusora, para que hiciera frente a mi castigo por hablar demás. Me temblaba todo desde los dientes hasta las rodillas, como pude llegué a la banqueta donde aquella multitud clamaba mi presencia, el guardia me vio y me dejó entrar. Nadie supo que era yo quien cruzaba en medio de aquella gentuza.

Uno de los líderes de esa multitud un profesor retirado, famoso por violento y porque siempre andaba armado y tenía una boca. Ese pelafustán fue atendido por el director de la empresa y ahí tuve que estar, bueno me profirió toda clase de ofensas y a pie juntillas aguanté. Después pedí retirarme y dos seres humanos que apenas conocía -compañeros de la empresa-, pero enormes por su generosidad me acompañaron hasta mi carro, de nuevo nadie volteó siquiera a verme.

Quise denunciar a los mañosos líderes que bajo la presunción de “defender” a los afectados, lo primero que hacían era timarlos. Y salió caro. Seguí cubriendo ese caso, pero lo hacía bajo una estela de terror, siempre preguntaba a los policías judiciales, andan los bandidos por aquí y si la respuesta era negativa, me tranquilizaba. Luego hice pacto con otro grupo de afectados, que se hicieron llamar la línea jurídica y ahí me quedé. La impunidad y la muerte de las víctimas cubrieron ese desfalco en el que jamás se hico justicia.

La segunda vez que jugué mal mis cartas fue cuando acudí a cubrir un evento del DIF, cuando Laura Alicia Frías era la presidenta y director del organismo, Raúl González de la Vega -flamante diputado local- Entregaron semillas para huerto familiar a invidentes, una falta de respeto a esas pobres personas y para colmo la señora impuntual como ella sola, dos horas después arribó. Para esto había fuerte rumor de la separación de la señora y de la posibilidad de llegar al divorcio.

En medio de la larga espera le comenté a la directora de comunicación de DIF, Margarita Beaven y en medio de risas, a modo de chiste le dije que la entrevistaría sobre ese tema. Por cierto, que la corriente funcionaría alteraba una nota de gasolina en mis narices, así que, si se atrevía a robar frente a mí, yo me sentí cómoda de contarle el rumor.

Una hora después mi “chiste” era del dominio de palacio de gobierno, ya que Raúl González de la Vega no paró hasta que llegó corriendo envuelto en el chal, a contarlo a la secretaria particular de López Nogales, Cecilia Sánchez Luken, quien exigió al director de la radio, don Guillermo Macías mi cabeza. No sé dónde estaba el diablo quemando ocote que fui salvada de la horca.

Cuando encontré a Margarita Beaven frente a frente supo el tamaño de mi ira y ofuscación, lo menos que le dije fue gracias por poner mi vida en peligro, por un chiste que conté en confianza, en honor a aquellos días de hambre y frío cuando empezamos a trabajar de reporteras. Ahora en estos tiempos me queda claro que hay quienes deciden quedarse a luchar en contra del enemigo numero uno que es el gobierno, otros los más solo se suman al engendro, para destruir a los ingenuos, en la primera oportunidad.

González de la Vega después de gozar de las mieles del poder con el PRI, se fue al PAN y ahora disfruta del mesón de Morena, con el cobijo de Alfonso Durazo y cobra como legislador, goza de cabal salud, el rufián chismoso, monta cuentos. Sí señor.