Los engaños que ponen en peligro la vida. Hasta que matan la fe

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Los engaños que ponen en peligro la vida. Hasta que matan la fe

Hay dos casos: en uno se me apersonó un presunto colaborador de la DEA en Hermosillo -siempre he creído que era un loco desaforado que nunca faltan- q

México ya se instaló como dictadura constitucionalizada.
Hasta creen que Durazo invertirá en Hermosillo. Pintará fierros nomás.
Maldito acuerdo gasolinero y por 6 meses. Si acaso.

Hay dos casos: en uno se me apersonó un presunto colaborador de la DEA en Hermosillo -siempre he creído que era un loco desaforado que nunca faltan- que fue a advertir, en tierra firme a eso se le llama amenaza, que esos eran delitos del crimen organizado. La historia inició cuando recibí a unas 8 madres que con todos los niveles de ansiedad y miedo denunciaron que sus hijos habían sido contratados para cruzar hacia Estados Unidos de manera ilegal, pero que ya era demasiado tiempo el transcurrido y no volvían. Se imaginaban lo peor.

Era la muchachada del barrio a los que se habían llevado, era un grupo de casi dos decenas y el tiempo transcurría y no retornaban. Fueron a pedir ayuda para que alguna autoridad indagara qué había pasado con ellos. En medio de la conversación salió el tema ¿a qué iban? ¿Solo a cruzar o llevarían droga? Cuando la respuesta fue afirmativa se encendieron las alarmas y así fue como aquello se volvió un pandemónium.

Como “pinchemente” sucede, ninguna autoridad estatal, federal se molestó en el dolor de las madres por sus hijos extraviados y quizá para entonces ya muertos. Absolutamente nadie hizo un gesto de solidaridad con aquellas mujeres rotas desde sus entrañas por la ausencia de sus hijos. Y es que antes como antes, ahora como ahora: el muerto, el desaparecido tiene la culpa. “en que andaba” sentencia la gente, hasta que les toca vivir en carne propia esa agonía.

No son casos fáciles, entre la angustia, el estrés el miedo cabalga fulgoroso. Terminó la entrevista en la radio y las señoras se quedaron sentadas en la antesala, como esperando el milagro, la ayuda que apareciera de algún lado y lo que sí llegó fue la amenaza del tipo que había enganchado -o contratado- a los chicos, le advirtió a la persona que llamó por teléfono que les convenía quedarse calladas o habría problemas.

Ya con el nerviosismo a flor de piel, las señoras contaron que quien les había hablado era un vecino de la zona, al que conocían muy bien y que se había llevado a los jóvenes a cruzar droga a través de la frontera de Sonoyta. Que era el área más convulsa y peligrosa, no solo por la geografía del lugar, sino además por la violencia armada de los enemigos. Nadie mencionó a los policías de Estados Unidos, que se suma a los riesgos. Ya se pueden imaginar la crisis de llanto de las pobres madres.

De pronto se me apersona un hombre joven y me dice que es esposo de la secretaria de tal lugar y que él colabora con la DEA y que me recomendaba que no siguiera con el caso, porque los peligros para mi eran abundantes. Ahora me río del “aparecido” ese, que capaz que quien me lo mandó a reforzar el mensaje fue el delincuente que enganchó a los jóvenes. Igual lastimosamente no había nada que hacer ¿se cayeron por las zonas agrestes que cruzaron? ¿Los mató alguien?

El bobo que se me apersonó y dijo ir de parte de la DEA, no se imaginó que de atrevida pude llamar y preguntar a su esposa si era cierto que él colaboraba para esa agencia, pero la mujer era cosa peligrosa de chismosa. Esa sí que causaba miedo. Además, el dolor devastador de las madres impregna. Te quedas pasmada y con un sentimiento de desconfianza, de desolación de saber que existe un Estado mexicano, para joder, acusarte, multarte, amenazarte ¿Ayudar? Cuando obtendrán ganancias.

El otro caso: un día llegó un hombre de unos 70 años. Que vivía en un municipio de la frontera norte, que le mataron a un hijo un ser humano honorable, decente. Acusó sin ambages, que los trabajadores del rancho le dispararon y que presumiblemente lo hicieron porque los agarró en actividades ilícitas. Después entiendo que el lugar donde sucedieron los hechos era contiguo al mar.  Entonces fue algo de sacar lanchas con algo más.

El sujeto me enseñó las fotos del hijo en la plancha del Servicio de Medicina Forense (Semefo). Hacía acusaciones muy fuertes contra el ministerio público de la zona y contra el mundo. Si se calma le advertí lo voy a entrevistar, con la condición de que se limite a pedir ayuda a las autoridades para la resolución del asesinato del vástago. Hizo caso, se denunciaron los hechos.

En esos días, como suele pasar, me llegaron otros tantos padres con hijos asesinados en otros municipios de la misma área. El desastre que se veía venir y que nadie quiso prever hace 15 años, por lo menos. Para que, si todos obtienen ganancia con el caos, menos la sociedad.

Un año después llego a mi área de trabajo, veo que entrevistan a un tipo, terminaron se me acercó la productora y me hace saber que es el padre de aquel hombre asesinado. Así que me apersono a saludar y saber qué pasó con su asunto. Nada me preparó para oír a aquel bestia decirme: se acuerda de mi caso, mi hijo era el jefe de la plaza en el municipio, le pagaba tanto a aquel, a aquellos también y yo cimbrada en todo mi ser. El grandísimo animal con mucho orgullo dijo que todavía guardaba cheques firmados por su delincuentito, para pagar protección a las autoridades.

Recuerdo tan vívidamente la explosión de colores y sabores en que me convertí en ese momento, le dije al mal nacido aquel que como era posible que no le haya importado exponer mi vida al engañarme y decir que el asesinato había sido por nada, que su hijito era inocente sobre los puros y castos. Me faltó darle una patada en la cola y empujarlo por las escaleras. No es cierto, estoy loca, pero jamás, nunca le deseo el mal a nadie menos le pondría una mano encima.

En esa ocasión el tipo volvió para denunciar que una carretera que se hacía por el municipio de Caborca, Puerto Peñasco o por aquellos rumbos, se hacia con arena del mar. Un delincuente denunciando a bandidos del gobierno, que chulada.

Estas historias que he narrado, ilustran la manera tan fácil e ignominiosa en que los reporteros, por excesiva buena fe quedamos expuestos a verdaderos delincuentes, en mi caso, confieso que a todo mundo le creía, hasta que entré en desconfianza, incredulidad luego temor. Otros por supuesto que lo hacen por gusto a la adrenalina u otros beneficios.

Me acordé de una nota de un periódico importante, era sobre un pobre hombre en silla de ruedas que iba por la vida empujado por su hijo, resulta que el tipo exacto sobrevivía en la indigencia total, pero con un pasado asqueroso: su hija que no lo conocía lo visitó a sus gloriosos 18 años y el señor se la quedó para él. La hizo su pareja tuvieron hijos. A pesar de que le avisé a la reportera que manejó ese material, nunca le dio seguimiento ¿porqué no? Hay asuntos para los que nadie está preparado. Y tu entrevistado no revelará. Cuentan lo que les conviene.