Es un largo recorrido el que hice en medios electrónicos, que dejan muchas enseñanzas, lecciones de todo, algunas difíciles de deglutir y otros como e
Es un largo recorrido el que hice en medios electrónicos, que dejan muchas enseñanzas, lecciones de todo, algunas difíciles de deglutir y otros como el que les relataré ahora que -a la distancia- me divierte. En el momento me causó molestia la actitud del marido que ocurrente me trae a la esposa hasta las puertas de mi casa que como saben habito en la zona rural. En el cerco de mi santo hogar estaba el sujeto con su doña. Quería entrevistarse conmigo y que yo le diera explicaciones a la dama ofendida porque el se acostó con otra.
De buena suerte que me enteré cuando mi ángel de luz, mi amado cómplice de tantos años, quien como mi guardián que siempre ha sido, los atajó en la puerta, les dijo cuanto eran cuatro. Lo primero que le preguntó al sujeto que porqué iba a mi casa, quién le había dado los datos para que me ubicara y que además ese no era el lugar donde atendía los asuntos de mi trabajo. Sí señor.
Todo estuvo muy bien hasta que otro día se me apersonó en la radio y otra vez acudió con la esposa. Ahora les cuento la anécdota. Esa mañana se escuchó que sonaba el timbre del teléfono, era una mujer que quería hablar conmigo, -que además no tenía forma de saber de qué me iba a hablar- y que empezó la señora con la denuncia. Que la había querido matar el fulano, con quien llevaba un romance, dio nombre y apellido del susodicho, quien trabajaba en la dirección del Registro Civil, en aquellos entonces estaba como titular de ese organismo, Eusebio Pillado.
La dama aseguró que el “novio” cortó la relación y que aquello se puso feo, luego se subió al auto y se lo echó encima con ganas de matarla. Para entonces la despechada ya lloraba, hacía pucheros y yo anonadada por la furia verbal de aquella persona. Ella solita despepitó que el hombre estaba casado, dónde trabajaba y que además a ella le constaba que juntos, abrazados, besándose -una de mis frases favoritas para referirme a cofradías de funcionarios- saqueaban el Registro Civil.
Fue tan escandalosa la denuncia de aquella persona, que tardé en reaccionar, con todo y que casi siempre intentaba calmar a la persona para entenderla, luego para dirigirla a donde podía encontrar ayuda. Así que de aquí a que se me juntaron las neuronas, aquella barrió y trapeo con el galán con el que, hasta la noche anterior, gozaba de las mieles del amor. Así que cuando pude le pedí que presentara las denuncias ante la autoridad por violencia, lesiones y lo que resulte y voltee a pedir a mi operador que ya, sacara la llamada del aire.
Mi único propósito al detener la llamada, era en un vano intento de proteger a la denunciante, porque la única razón para decir todo lo que dijo es que o estaba bajo el influjo del alcohol, alguna otra droga o era -sin lugar a dudas- paciente psiquiátrica. Cualquiera que fuera el caso, en algún momento de sobriedad sabría el tamaño de su insensatez y hasta entonces las consecuencias de sus actos. Nunca volví a saber de ella, ojalá que esté recuperada en todas las formas posibles.
Ah y cuando se me aparece el cínico sujeto con su esposa en mi mini oficina -era metro y medio por dos-, el señorón iba de mal humor, con aires de perdona vidas y en modo ofendido. Le di oportunidad de que hablara hasta que se me subió lo Olguín y se me desparramó lo Tarin. Haber -le dije- ¿quién se revolcó con esa mujer? Tú y eres quien esta casado con esta señora ¿a qué me la traes? ¿Qué debo decirle? Las explicaciones se las debes tú que le fuiste infiel. A ustedes ni los conozco.
Me hacía alegación de que la denunciante estaba loca, demente ¿y quién la escogió para el desliz amoroso tú o yo? Eres el único responsable, asume tu culpa. Expliqué que a la señora que hizo la denuncia no sé quién es, dónde vive.
El problema es que el “funcionario” me hiciera enojar para que lo agarrara de la yugular y no lo soltara. A esas alturas lo que más me preocupaba era su atrevimiento de invadir mi vida, llegar a la banqueta de mi casa, demasiado arrojo para un individuo que hasta ese momento solo sabía que trabajaba para Eusebio Pillado, quien a propósito había estado al frente de la dirección de los Centros de Readaptación Social (Ceresos) y pasar por ahí siempre les deja algo torcido y algunas malas manías y amistades.
Mi formula para terminar una pésima conversación era ponerme de pie y preguntar ¿algo más? -Algunos funcionarios de gobierno saben de esas respuestas mías tajantes- e invité a salir al infiel junto a su esposa, a quién no le conocí la voz. Lo clásico: estaba buena mi nana para mi tata. El tipo un patán, ella sometida al bruto marido y ni cómo ayudarla.
En otros asuntos igual de divertidos. Amanecemos con noticias buenas, una es que ayer martes se confirmó el triunfo del peor y temerario, Donal Trump como presidente de los Estados Unidos, quien es amado y venerado por Andrés Manuel López Obrador y por ende la actual encargada de despacho, Claudia Sheinbaum, que más malo puede ser. La otra cosa maravillosa de este miércoles 6 de noviembre es que los de Morena ya son dueños absolutos del país, bravo, yupi. No habrá más pretextos para que destierren de esta madre patria todas las desgracias que gangrenan la vida en territorio nacional.
Cero pretexto tiene el actual gobierno, para acabar con la peste bubónica en que se ha hundido la madre patria con la inseguridad que lapida a millones de mexicanos, la pobreza extrema y un largo etcétera de calamidades. Algo que deberán atender los absolutistas morenacos de inmediato es la horrorosa deuda externa que dejó su tótem y que superará el 50 % del Producto Interno Bruto (PIB) como lo reveló la secretaría de Hacienda (SHCP).
Desde septiembre informó SHCP que las obligaciones de endeudamiento del país con el exterior alcanzaron 49,7 por ciento del producto en la primera mitad de 2024, su nivel más alto en 24 años. Al inicio del año 2025 alcanzará un 50.2 %.
Es momento de preguntar ¿dónde quedó la austeridad republicana de López Obrador o la austeridad franciscana? En las mulas de mi compadre, faltaba más. Estos son los costos que nadie ve, pero que pegarán duro y macizo a la administración de la encargada de despacho. Lo bueno es que tienen un Estado absoluto, para resolver todo, solos, solitos.