Hay tanta basura orbitando en la sociedad que los conceptos más valiosos se pierden, máxime en el ruido, con tanto morbo en que se entretiene la pobla
Hay tanta basura orbitando en la sociedad que los conceptos más valiosos se pierden, máxime en el ruido, con tanto morbo en que se entretiene la población. Mucho se ha creído que, en países de primer mundo, los ciudadanos se aceptan más ¡Eso es una falacia! Los delitos de odio se han perpetuado desde siempre en todas las naciones, lo que tristemente se ha recrudecido aún más en los últimos tiempos. Ahí están las guerras palpitantes sin despreciar la intestina que se vive en México.
En esta nación se presume y se legisla sobre absurdos, aberraciones, que no son nada fáciles de aterrizar entre ello que confunden la inclusión con que los varones usen faldas y las niñas pantalones.
La inclusión para el sistema educativo mexicano se sustenta en absurdos como la vestimenta, el color de pelo y lo largo con que el niño puede acudir a las instituciones, esto es un fallo monumental que tarde que temprano toda la sociedad lamentará. Hay algunos intentos tímidos que se ven en redes sociales, donde se puntualiza que la inserción es: que todos los niños se alimenten, tengan que vestir y calzar, todos gocen de seguridad, protección parental para que crezcan lo más estables emocionalmente que se pueda.
Todo esto viene a colación por el joven que fue expulsado de la carrera de psicología de la Universidad de Sonora, quien ya fue echado de otra carrera en esa misma casa de estudios. Que sea autista, no le más derechos que al resto del alumnado. Donde mínimo se exige comportamiento inapropiado. Entiendo que este asunto ya ha sido tema publico donde lo han exhibido en presuntos exabruptos, con un lenguaje ofensivo en contra de otros alumnos, en los que ha sido grabados y luego expuestos en redes sociales. Si esa información es real, verídica, el problema psicosocial del muchacho es grave. Poque hay hasta amenazas de muerte. Palabras mayores.
Cuento una anécdota, un día el hijo mío empezó con problemas gástricos, lo llevo con la médica que siempre lo cuidó (lo quiso tanto que me acusaba de cualquier malestar que éste presentara, lo cual agradezco desde el alma) me cuestionó con coraje que, si qué pasaba en casa, nada importante respondí. Terminó con el diagnóstico que mi amado tesoro enfrentaba problemas nerviosos, eso le afectaba su sistema digestivo. Fulminante la especialista sostuvo, que había algo que le alteraba su diario vivir y lo enfermaba.
Con paciencia le pregunté que era lo que le preocupaba y me soltó la bomba, cursaba segundo de primaria y acaba de ingresar un niño que le daban una pastilla (no sé para qué el medicamento) el punto es que le duraba el efecto como dos horas, acto seguido empezaba a repartir golpes, era agresivo verbalmente y salía corriendo del salón, la docente iba tras él. La pateaba a la inocente profesora. Y hacía semanas que lo habían sentado junto a mi vástago.
Otro día me apersoné a la institución privada y expuse el problema, la directora me quiso hacer el cuento de que tenían que ser inclusivos y dije muy bien por ustedes, yo pago y mucho para que mi hijo esté en un espacio de aprendizaje saludable, así que, si ustedes quieren recibir niños con las circunstancias que sean, con el espectro X, Y, Z no hay problema, cómo oponerse a tan benigno plan, pero, sí, tienen que invertir en el mismo. No van a presumir lo que no pueden administrar y peor aún, en detrimento de los otros niños, a los que la docente descuida cuando tiene que salir a correr detrás de esa criatura que huye del salón.
Además de la afectación a la salud de la docente que va a una institución a enseñar academia, no ha correr detrás de un menor que sufre de alguna anomalía. Después surgió la información que los dos padres del niño eran violentos, tenían unas batallas campales en casa. Alguna vez una docente soltó que quienes ocupaban atención psiquiátrica eran ambos señores, no el niño.
La Universidad de Sonora es una jauría, donde a duras penas sobrevive un ser humano promedio, intentar que alguien con otras características sobreviva, es pedir peras al olmo. La violencia, el abuso de poder es increíble que se padezca hasta en posgrados. No exagero.
Solo para remarcar ese punto ¿sabrá la administración actual cuántos universitarios perdieron becas para irse a otros países por la animadversión de docentes, que no se les hincho un “tanate” de dar la calificación un poco antes? ¿para que pudiera cumplir con la convocatoria? Las docenas de hijos de jornaleros agrícolas que vienen diario desde la Costa de Hermosillo, que sufren lo indecible y jamás son merecedores de una beca para el comedor, el que se creó en la década de los 90’s con esa bonita idea de paliar el hambre de tanto chico vulnerable.
Hace poco hubo una exhibición de los mega sueldos que tiene la actual rectora, Rita Plancarte y su gabinete, es tal la demasía, que podrían alimentar a toda la población vulnerable de esa casa de estudios, pero ya dije esa es una jauría.
A todo esto, me dice una egresada de la carrera de psicología ¿Cómo es posible que en la escuela donde “forman” a los expertos en salud, no hayan elaborado un diagnóstico clínico de las condiciones mentales, emocionales del joven expulsado? Los académicos de esa escuela no saben hacer lo que en teoría enseñan a los alumnos. O lo que es lo mismo: en casa de herrero, azadón de palo. Decir autismo, es abrir un espectro amplísimo, enorme que se combina, a veces con otros trastornos psiquiátricos, justo por ello es urgente saber que otros problemas enfrenta.
Recientemente la Universidad de Sonora respondió a una alumna sorda, que no tenía como ponerle a un tutor que le ayudara a tomar clases que se imparten a estudiantes “promedio”, que no tenían recursos. Es una vergüenza que la rectora, ahora con las presunciones de “porque es mujer” no haya tenido un mínimo de sensibilidad para buscar un mecanismo de auxilio para esa estudiante que a pesar de su condición ha llegado tan lejos. Y hay que decirlo, a pesar de las instituciones.
Con profunda pena para los padres y demás familia del joven expulsado, tienen que ver con total claridad lo que ocurre con su muchacho, que no se cierren. Les falta un diagnóstico preciso y conciso de la salud mental del muchacho y reconocer que no está apto para lidiar con el entorno social, el que puede ser angustiante y demandante para él.
La comunidad debe reconocer que cada vez somos más violentos, hay quienes tienen una capacidad para vomitar insultos, que duelen, lastiman profundo, pero aquí es donde nos tocó vivir y hay que aprender a lidiar con esos toros embravecidos que aparecen de la nada.
Lo vuelvo y repito: piensen dos veces antes de hacer un problema personal, en público, porque expones a la “víctima”. La familia lo echa a los leones y después no sabrán como detener el tsunami que se les viene encima.