Pobrecita Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador, ayer con todos los privilegios de “primera dama”, -título que desprecia seg
Pobrecita Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador, ayer con todos los privilegios de “primera dama”, -título que desprecia según-, pero que no le hizo fuchi, para que le instalaran un templete, con todos los lujos que exige ser parte de la realeza gobernante. El zócalo de la capital del país, fue el sitio donde la modesta mujer eligió para la presentación de su libro al que tuvieron que darse cita, forzadamente funcionarios de la cuarta transformación.
En medio de tan “extraordinaria celebración” la presentación del libro: ‘Feminismo silencioso’, los funcionarios se deshicieron en elogios para la reina sin corona. La convirtieron en la máxima defensora de los derechos de la mujer. Pionera y adalid de las libertades. Gutiérrez Müller jura que no recibió merecimientos de primera dama ¿No sabe la señora quién es ella y quién el individuo a su lado, el colmo?
¿No ejerce de primera dama? ¿Por qué diablos creerá que tiene dos subsidios gubernamentales por los cuáles hace nada? ¿Por bonita se los dieron? ¿Por qué sus investigaciones son de tal preponderancia que justificaban sus becas académicas? ¿Quién diablos sabía de esta mujer, hasta que se empató con López Obrador? Entonces porque el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) le otorgó un ascenso en el Sistema Nacional de Investigadores. Fue reconocida como Investigadora Nacional Nivel II, al que ingresó apenas en noviembre de 2020 por el que recibe 25 mil pesos mensuales.
¿Sin ser primera dama habría obtenido una base de tiempo completo como profesor investigador del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en 2019? Lo real es que este merecimiento al igual que de Conahcyt tienen requisitos difíciles de cumplir por parte de esta mujer ¿De dónde? A ella la pobre reina sin corona y cetro le cayeron del cielo sus “privilegios” que dice detestar. De los dientes para afuera.
A la pobre señora la obligaron a vivir de a gratis en palacio nacional. Donde ella no sabe cuánto llegó en el recibo de la Comisión federal de electricidad (CFE), ¿de agua? No tiene el diario sufrir de ir al mercado y buscar qué cosas comprar baratas para alimentar a su familia. Ahí en ese costoso y flamante edificio, todo corre por cortesía de los mexicanos, tintos en sangre inocente.
Pobrecita ella tan dulce, tan gentil, a la misma que le valió madres el dolor de tantos padres de familia que se quedaron sin medicamentos para sus hijos enfermos de cáncer. Quienes un día en medio de la desesperanza y el pánico por la condición de sus criaturas, le pidieron que intercediera y la respuesta grotesca y brutal que les dio fue: “qué soy médico”.
Alguien pidió a la señora si podría reunirse con los padres de niños con cáncer, a lo que contestó: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”, fueron sus palabras, lo que provocó que miles expresaran su molestia por la respuesta, quien le reprocharon su falta de empatía. Mínimo y cierto, no movió un dedo por la desgracia de esas criaturitas.
Pobrecita la no primera dama quien hizo silencio cuando miles de mujeres de todo el país clamaron apoyo del “presidente de los pobres” para que las ayudara a encontrar a sus hijos levantados, asesinados, enterrados en algún sitio de esta basta nación ¿Qué recibieron? Desprecio tácito del mandatario federal y de ella.
‘Feminismo silencioso’ se llama su hediondo libro, pero silencio fue el que hizo cada 8 de marzo, día internacional de la mujer, donde el inquilino de palacio ejerció todo su odio para reprimir a las damas con ejércitos de policías de la ciudad de México. Violencia brutal fue la cara de este gobierno misógino, traidor a las causas que dijeron que atenderían, pero que le volvieron la espalda, después de trepanar al poder.
Aunque pensándola bien, sí hizo silencio, pero para ser cómplice de todas las arbitrariedades del gobierno de su marido, quien, sin conocimiento de causa, atacó las guarderías que en aquel entonces operaba la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) e igual las que existían bajo otros patrocinios. Que sabía esta familia, de trabajar, romperse el lomo para alimentar hijos. Que además de necesitar un empleo ocupas un sitio seguro que resguarde al crío. Si no de que vale el esfuerzo.
La reina sin corona, sigue en silencio y cómplice, nada dice y menos reprocha el trato humillante que el inquilino de palacio da a la presunta presidenta electa. Pero que dulce no le gusta ser llamada primera dama, pues falta muy poco para que ese estatus no le pertenezca más.