Entretelones Samuel Valenzuela Cuando se trata el tema de la inseguridad pública, de asuntos del narco y otros por el estilo, interviene mucho
Entretelones
Samuel Valenzuela
Cuando se trata el tema de la inseguridad pública, de asuntos del narco y otros por el estilo, interviene mucho el misterio, la tenebra, suposiciones y especulaciones, brotando por doquier los iniciados con acceso a información presuntamente clasificada con la que se teje toda clase de elucubraciones.
Entre los comunes mortales es común escuchar opiniones relativas a las complicidades entre personajes de instancias de gobierno y líderes de bandas criminales; de la colusión de policías de distintas corporaciones, de militares de alto rango con los narcos y dicha percepción por lo regular suple a la realidad, aunque como se sabe, ya son muchas las veces que tal percepción es acorde a la realidad.
Testigos protegidos proporcionaron información para que la justicia gringa echara el guante a Genaro García Luna y al general Salvador Cienfuegos; el primero aún en proceso y en la cárcel y el segundo salvado por el presidente Andrés Manuel López Obrador quien como se sabe, está sometido a los intereses castrenses de este país.
Pero esos son garbanzos de a libra, porque por lo regular no ocurre nada luego de detenciones de alto perfil, o de entregas pactadas, mientras que en radio pasillo y en tertulias de café se hacen elucubraciones respecto a las preocupaciones de tal o cual personaje público por lo que pudieran decirle a los gringos fulano, zutano o mengano para reducir condenas.
En el caso de Ismael “El Mayo” Zambada es menester subrayar que sea o no detención, secuestro o entrega pactada, esas son circunstancias transitorias, porque sería posterior la eventual negociación para soltar la sopa que permitan detenciones de narcos de alto perfil o de cómplices en el sector público, para entonces si recrearnos con confesiones sobre entrega de maletas repletas de dólares a personajes de la vida pública y política de México.
Vale más ni averiguarlo, pero se insiste en las complicidades de los trivagos hijos del presidente con el cartel de Sinaloa e incluso se asegura que esa fue la razón principal de la ostentosa celebración de los 15 años de la hijastra de José Ramón, fiesta en la que departieron con sujetos de alto perfil relacionados con esa organización criminal, tan cercana también al gobernador Rubén Rocha Moya, dicen.
Los frecuentes viajes de López Obrador a Badiraguato y la construcción de una carretera que conecta a comunidades del triángulo dorado bajo domino de dicha organización criminal, el afectuoso saludo a la mamá del Chapo Guzmán y la liberación de Ovidio en el “Culiacanazo”, también han sido factores que alimentan las percepciones respecto a esa asociación, y ahora sería cuando luego de la detención de Zambada y de Joaquín Guzmán López para confirmar o desmentir la especie.
Resulta una delicia escuchar las diversas opiniones sobre las circunstancias que tienen al capo de capos en manos de la justicia de Estados Unidos, pero desde nuestra perspectiva el quid de la cuestión no es si partió del lugar que sea, sino de la ratificada evidencia sobre la nula cooperación y colaboración entre autoridades de ambos países para enfrentar el flagelo sin duda más importante en la relación bilateral.
Ocho días después de la operación iniciada en una finca aledaña a Culiacán y concluida en aeropuerto privado cerca de El Paso, Texas, el presidente y la titular de seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez siguen en babia y no dan pie con bola respecto a un hecho de tan alto nivel, sin que se advierta voluntad de los vecinos del norte para sacarlos de dudas.
Y todo indique que como dijera Don Teofilito, así seguirán, solo con los dichos y versiones que se han divulgado en la opinión pública, porque no creemos que el presidente Joe Biden, el fiscal general Merrick Garland; Alejandro N. Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional; el director del FBI, Christopher Wray; Anne Milgram, directora de la DEA o incluso la vicepresidenta en campaña, Kamala Harris, informen a López Obrador sobre tantos meses de trabajo de campo por parte de agentes no mexicanos o si le informan eso, por supuesto que el nacionalero tabasqueño se cuidará de que no trascienda.
Esa operación fue de altos vuelos y no apta para un chapito de pocas luces y el hecho de que no se hayan enterado instancias de gobierno de México, resulta obvio que fue organizado desde el clandestinaje por cualquiera de las agencias gringas mencionadas, resultado de los sonoros posicionamientos del presidente mexicano en donde la soberanía nacional es la más atractiva fuente de impunidad para narcotraficantes, que hasta antes del caso del general Cienfuegos traían como principal pendiente posibles indagatorias de la DEA y que luego suspiraron de alivio cuando el mismo presidente se los quitó de encima.
Miren, en el imaginario popular siempre se han recreado historias como aquella mil veces desmentida respecto a que Manlio Fabio Beltrones no podía ingresar a territorio gringo so riesgo de ser detenido, no recordamos porqué motivo, pero que el colmilludo exgobernador se ocupó de poner en claro acudiendo a eventos público, cenas, presentaciones, foros y hasta ir de fayuca en diversas ciudades al otro lado de la frontera.
Incluso, lo mismo se decía del mismo gobernador Alfonso Durazo Montaño por razones que ni caso tiene mencionar y que devinieron en pura vacilada, porque como se sabe, el mandatario estatal es visitante frecuente de sus nietas o nietos que viven en Tucson; se codea con la gobernadora de Arizona Katie Hobbs, de multiplica para que a la menor provocación hacer presentaciones del Plan Sonora de Energía Sostenible en distintos foros de la Unión Americana, y de hecho, el próximo lunes inicia un periplo que incluye reuniones con el gobernador Gavin Newsom, con senadores y representantes, así como con liderazgos empresariales.
Hasta ahora y que se sepa, el único político de alto perfil que evita hasta voltear hacia el norte cuando visita a Sonora es Manuel Bartlett Díaz, actual director general de la Comisión Federal de Electricidad y secretario de Gobernación cuando la tortura y asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, hechos en los que según la agencia gringa estuvo implicado, el político con filias por la ultraderecha, pero ahora integrante del proletariado morenista.
La DEA se la tiene guardada a decrépito político poblano y cuentan que si cualquiera lo quiere molestar e incluso montar en cólera, sobra y basta que lo inviten a una pelea de box, a una serie mundial o final del futbol americano, porque sabe que los de la DEA saben que estuvo presente en la sesión de tortura y que incluso escupió en el rostro a Camarena, en hechos ocurridos en residencia del cuñado del ya entonces presidente Luis Echeverría, Rubén Zuno Arce, éste sí detenido y juzgado en corte gabacha y sentenciado a cadena perpetua, muriendo en prisión en septiembre del 2012.