Ahora resulta que el gobierno federal y el estatal se sienten invitados de lujo, nomás para ver los desastres, la destrucción total por parte de las m
Ahora resulta que el gobierno federal y el estatal se sienten invitados de lujo, nomás para ver los desastres, la destrucción total por parte de las mineras y nomás. El pasado martes 6 de agosto se cumplieron 10 años de aquella fatalidad en que minera del grupo México derramó 40 mil metros cúbicos de soluciones químicas en el rio Sonora y que, a lo largo de dos sexenios federales, tres estatales, solo hubo y hay expresiones ridículas, cínicas como si fuera responsabilidad de otros y no asuntos a resolver por los titulares del Estado mexicano.
Hay que recalcar que es muy posible que esos derrames hayan sido permanentes por parte de la poderosa empresa del grupo México, que un día quedara al descubierto, como en su momento lo hizo notar el entonces Rector de la Universidad de Sonora, Heriberto Grijalba Monteverde. En 2014 dijo que no entendía de porqué el escándalo por los “venenos” vertidos al río Sonora y aseguró que eso era uso y costumbre por parte de dicha compañía.
Y nadie refutó sus dichos, es más ignoraron categóricamente lo que el ex rector denunciaba, que el veneno en el agua que bebían los sonorenses era parte del escenario cotidiano.
Ciertamente que desde 2014 el descaro y cinismo de los gobernantes ha sido la constante, en aquellos entonces el titular del poder ejecutivo, era Guillermo Padrés, quien no entendió o antepuso su codicia y hambre y pidió a grupo México 500 mil pesos para cada municipio afectado y se acabó el problema. Hasta ahora no se sabe cuánto pidió para él, ahí seguro estaba la mejor tajada ¡Añil! Rata en toda la extensión de la palabra el oriundo de Cananea, vergüenza ajena.
Al final ni los 500 mil pesos por municipio quiso soltar el grupo México para los ayuntamientos afectados, pero el enojo y las rabias ya habían crecido entre los afectados ante la incapacidad de los gobiernos municipales, estatal y el federal, de entonces Enrique Peña Nieto para reaccionar ante el desastre ecológico, que puso en riesgo la vida humana ¿de cuántos sonorenses?
Expertos en la materia infirieron que los metales pesados no se mantienen a flote, se hunden en el agua e irían con el agua todo su camino natural. Que era obvio que los venenos alcanzarían a los habitantes de Hermosillo y Obregón y comunidades intermediarias. A 10 años aquí sigue todo igual, como si nunca hubiera ocurrido nada y para colmo Andrés Manuel López Obrador habló del asunto, como si no fuera su responsabilidad haber hecho algo durante su sexenio.
Alfonso Durazo casi tiene tres años y ni siquiera se ha molestado en reunirse con las víctimas. Mejor aún se pronunció a través de redes sociales “A 10 años del mayor desastre ecológico en la historia de nuestro estado, reafirmo el compromiso de mi gobierno de trabajar… de manera conjunta con el gobierno federal para garantizar una atención integral a los habitantes de la región del Río Sonora…”. Nada, no han hecho nada por la salud de los pueblos afectados, vamos ni siquiera hay un diagnóstico de cuantos muertos de cáncer en la última década son consecuencia de la infame irresponsabilidad del grupo México.
¿y los alcaldes de los municipios afectados? Aconchi, Huépac, San Felipe de Jesús, Ures, Arizpe, Bacoachi, Banámichi y Baviácora A cuan más de inútiles, se creen invitados de piedra a la desgracia de sus pueblos. Ni siquiera hacen uso de la voz para demandar a sus pares, del gobierno federal y estatal, para que de una vez por todas se otorgue la atención a la salud de los afectados, además de programas de prevención en la medida de lo posible para que no enfermen y mueran los intoxicados inmediatos. De las potabilizadoras prometidas, hay apenas dos.
Antes como antes, ahora como ahora. Gobernadores inmunes a las demandas de sus ciudadanos y peor aún, cómo pedir a las actuales autoridades que resuelvan las afectaciones de un ecocidio, cuando tienen las manos metidas hasta el codo en la devastación de la flora, fauna y ríos en Ímuris, Magdalena y Nogales con su trenecito que construye la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) transporte que juran los que saben, será para uso especial del grupo México. El poder económico se abrasa del poder político.
A 10 años del mayor desastre ecológico -rezaban los titulares de la prensa nacional y mundial- aquí todo sigue igual, no, falso, aquí todo sigue peor, hospitales repletos de niños, hombres y mujeres enfermos, muchos de ellos en fase terminal, con un sistema de salud en quiebra. En Sonora la muerte también tiene permiso con la firma del Estado mexicano cómplice.

