Que una entrevista en radio un famoso locutor de Hermosillo, cobra 50 mil pesos y esa cifra por miserables 5 minutos ¡Es un negociazo! Siguió diciendo
Que una entrevista en radio un famoso locutor de Hermosillo, cobra 50 mil pesos y esa cifra por miserables 5 minutos ¡Es un negociazo! Siguió diciendo el periodista que describía esto, deslumbrado por lo que le parece una gran oportunidad. Monetariamente cómo negar que al dueño de ese espacio informativo le va bien, por supuesto que sí, como no, es obvio, pero al político que gasta ese dinero -ajeno o público- cuánto realmente le beneficia ese gasto: cero, nada.
Por más audiencia que pueda tener un programa de radio o televisión, se cae en lo que habla el político (a) y eso no es nuevo, sucede desde mis tiempos. En aquellos entonces ganaba la compañía, el vendedor al que le contrataban la publicidad, yo gloriosamente mantenía mi trabajo. A eso te dedicas a hacer dinero para la empresa a la que sirves y en aquellos entonces no había ese rigor de cinco minutos. Se iba el entrevistado y entonces venía la retahíla de reclamaciones ¿para qué recibes a esa gente? ¡No tienen nada nuevo que decir!
Así que como conductor pierdes audiencia a la que le molesta la retórica, la palabrería hueca, ociosa, sin más propósito que hacer creer que les importa el ciudadano, ese que por desgracia ha sido ignorado por siempre. Miraba el otro día a la gente que rodea a un candidato y es imposible no preguntar ¿quiénes son? ¿Cómo llegan a estas responsabilidades? ¿Llegaron de la nada o son hijos, primos, sobrinos de “alguien”? Nadie surge de la nada, algo hay detrás.
Pero el punto es que el próximo miércoles 29, acaba el infierno de los ciudadanos, cuando se vence el tiempo de campañas e inicia a partir del 30 de mayo la veda electoral, que ya de antemano se sabe que no respetará el jefe de campaña desde hace 6 años de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sin menospreciar que los de enfrente no traen nada nuevo, son los mismos de siempre, con muy pocas esperanzas de que hagan algo “nuevo”. Con escasas excepciones.
Que impresión que al gobierno le duelan los mexicanos que pierden la vida en el extranjero, todos los que fallecen en territorio nacional casi son maldecidos, porque se dejaron asesinan por las balas de los poderosos cárteles, de adrede, nomás para perjudicar a la víctima numero uno de este país: Andrés Manuel López Obrador.
Al maldito hipócrita de palacio no le importó el jueves casi culpar a un niño de 11 años por su muerte; pero el viernes sin desperdicio lamentó profundamente la muerte de Orión Hernández, un México-francés que murió en la franja de Gaza.
“Como estamos en temporada electoral y todo lo que sea para perjudicarme a mí, pues los corruptos, que están muy enojados, magnifican mucho todo lo relacionado con violencia. Antes callaban como momias y ahora gritan como pregoneros”, quién y con qué calidad moral culpa a un inocente jovencito por su propio acribillamiento, quien asustado por el dolor gritaba: “no me quiero morir”.
Para colmo dos hermanos de 7 y 17 años, fueron asesinado el sábado en el municipio de Cárdenas, Tabasco, la relatoría de cómo murieron es difícil de creer, son víctimas de la violencia que crece en todo el territorio nacional. Las cifras son estremecedoras 4116 infantes han muerto a balazos en lo que va de este sexenio, de 12 mil niños asesinados en el mismo periodo.
Pero para los gobernantes, solo importa el proceso electoral, que no ha parado desde hace 6 años.