En el exilio Por Juana Maria Olguín Todas las tragedias son espeluznantes, la muerte misma en la modalidad que sea destruye a los vivos. Es indesc
En el exilio
Por Juana Maria Olguín
Todas las tragedias son espeluznantes, la muerte misma en la modalidad que sea destruye a los vivos. Es indescriptible el impacto emocional de la familia de una víctima, el mejor ejemplo lo es el niño quien luego de presenciar el asesinato de su madre pensó: ¿el mundo sigue igual? ¡Nada se detiene! No hay frase más lapidaria que describa el estado de conmoción en que quedan los sobrevivientes a hechos de violencia. Y en México normalizados los crímenes.
Lo que si es que hay asesinatos que por sí mismo trascienden a todo un país y en ocasiones más allá de todas las fronteras, son las circunstancias, la forma en que ocurrió o la batalla campal que libran los familiares de la víctima, más su capacidad de dialogo con los medios de comunicación. Uno de los feminicidios más ampliamente divulgados fue la suerte que corrió, Debanhi Escobar, la joven de 18 años cuya búsqueda fue torpe,desaseada.
Ayer domingo 21 de abril, se cumplieron dos años de la desaparición de la jovencita en el estado de Nuevo León. Fue delirante la búsqueda de Debanhi Escobar y la presión furibunda que ejerció su padre, un profesor, quien obligó al gobierno a la localización de la joven, lamentablemente sin vida. La última foto en vida de la joven, donde aparece sola la madrugada del 9 de abril sobre la Carretera a Nuevo Laredo se convirtió en un símbolo de la desgracia de este país y del asesinato constante de mujeres.
El caso fue tratado con las patas por la fiscalía de Nuevo León, luego en septiembre del 2022 la fiscalía general de la República (FGR), atrajo el caso, sin resultados hasta la fecha. Lo cual prueba que, o nadie puede o nadie quiere dar con el paradero del o los presuntos responsables. Todo el Estado mexicano le ha fallado a las mujeres, no importa la jerarquía o nivel institucional, los expedientes quedan arrumbados, sin interés de nadie.
Si un asesinato tan visible como el de Debanhi no se resolvió ¿Qué esperanzas tiene el cadáver de una desconocida, de alguien que no es buscada por su familia? En México no hay justicia, para nadie, mucho menos para las mujeres.
En otros asuntos sí, es cierto que esperaba más de la serie: Masacre de mormones, que aborda el asesinato de 9 ciudadanos, 3 mujeres y 6 niños, el 4 de noviembre de 2019 todos residentes de la comunidad, La Mora en el municipio de Bavispe en Sonora. Los dos primeros capítulos son estremecedores, es la relatoría desde dentro de esa enorme y unida familia de cómo vivieron los Langford y los LeBarón ese aciago día en que hasta entrada la noche pudieron llegar a donde yacían los restos de sus seres queridos.
La serie devela detalles sobre el crimen y hacen mucho hincapié que si no fueran las víctimas ciudadanos de Estados Unidos no hubiera causado tanta conmoción la masacre. Al final los líderes y familiares que participan en la producción, revelan que fueron decisiones confusas por parte de los criminales a quienes les ordenaron disparar “caiga quien caiga” y aparecieron las tres camionetas que conducían las damas, cargadas de niños.
Mención especial para el comandante de la policía municipal de Bavispe, Christian Martínez quien solo, solito solo en su patrulla pretendía atender el ataque armado, iba y venía por la brecha. Es la forma más clara de desnudar el tamaño de la prevención del delito en todo el país: cero. No hay.
Con lo buenos que son para hablar y denunciar los líderes visibles Julián y Adrián Le Barón, el primero aparece en el documental, el segundo que además es padre y abuelo de 5 víctimas, no participó, pero resulta muy extraño que no haya habido ni una sola mención o reclamo al alcalde de Bavispe, a la entonces gobernadora de Sonora, al presidente de la República a los distintos responsables del gabinete federal. Casi tres decenas de detenidos, ninguno sentenciado por los asesinatos y eso que son ciudadanos americanos, que tal que no lo fueran.