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Entretelones Samuel Valenzuela Si bien la teoría de las ventanas rotas deviene de una problemática urbana y es propuesta para la prevención de

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Alerta ominosa
Rifas, consultas y payasadas

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Samuel Valenzuela

Samuel Valenzuela

Si bien la teoría de las ventanas rotas deviene de una problemática urbana y es propuesta para la prevención del delito, tiene aplicaciones macro en el ámbito político, donde la imitación incrementa cristales rotos sin no se hacen las reparaciones a tiempo.

Siempre nos han parecido sugerentes los experimentos que fundamentan dicha teoría, como son los casos de un edificio semidestruido de forma paulatina por no repararse la primera ventana rota; de un espacio público convertido en basurero porque no se recogió la primera bolsa de desperdicios y así.

Sirva esta leve disgregación para prospectar el proceso de descomposición de la vida pública de este país que se promueve desde el Palacio Nacional, con un presidente ya en el paroxismo del cinismo y la estupidez humana, que ahora pretende atribuir a otros lo que es de su completa responsabilidad.

Manuel Camacho.

Andrés Manuel López Obrador lleva casi cinco años quebrando los cristales de las ventanas y tirando basura a diestra y siniestra, a la vez de comprar a voluntariosos colaboradores para generalizar el quebradero o tiradero, en el marco de una estrategia de confrontación clasista sin límites y en abusivo ejercicio del poder presidencial.

Sin precedentes el que un sujeto que se ha ocupado en pretender destruir al periodismo crítico y a opositores políticos recurriendo a todo el poder del presupuesto, de pronto se victimice y culpe a los objetivos de su enfermiza inquina de lo que él con tanto fervor ha perpetrado en los últimos años.

“El ambiente político no mata”, o algo así argumentó Manuel Camacho Solís ante quienes lo señalaron como promotor de la crispación y pugnas al interior del PRI y en la sociedad mexicana por su frustración por no ser el beneficiario del dedazo presidencial y que culminó con el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Sirva el ejemplo anterior para afirmar que por supuesto la promoción abierta de la violencia, el ataque cotidiano y la descalificación desde la más alta tribuna del país, es gasolina de alto voltaje que implica riesgos de conflagración y réplicas que pueden derivar en desgracias.

Xóchitl Gálvez.

Y más cuando se azuza de forma abierta en contra de perfiles del conocimiento público como lo hace López Obrador todos los días, que, si bien podrían ser eventuales víctimas sin relevancia cuantitativa, el quebradero de cristales de ventanas y el tiradero de basura podría masificarse por el encono clasista que se predica desde la mala entraña presidencial, y cobrar efectos en amplios sectores de la sociedad mexicana.

Es el colmo de cómo el peje lagarto pretende revertir lo que es evidentemente su responsabilidad por su saña en contra de Xóchitl Gálvez y contra una docena o más de periodistas y que ahora pretenda pasar de victimario a víctima, cinismo que perciben hasta sus más fanáticos lacayos, aunque como ya están en la inmundicia, lo justifican.

En resumen, solo un idiota, un cretino o algo así podría negar que la violencia verbal desde los espacios de alta influencia, generan réplicas y justificaciones para extrapolarla en lo físico y más con los antecedentes que se reflejan en más de 160 mil homicidios en los últimos años.

En otras palabras, el presidente no debe hacerse el maje ni emitir quejumbres sobre perspectivas elementales a causa de su sevicia contra quienes considera adversarios y estorbos para sus fines, con declaraciones y discursos que más bien parecieran ser instrucciones para que sean sacados de en medio por alguno de los muchos acomedidos a su servicio.

Obsequiosa la Taddei.

Insistir en ocuparse de asuntos electorales, divulgar el resultado de encuestas, propagandizar en favor del partido oficial y de sus corcholatas, es un tema agotado en sí mismo, porque además de sus estupideces en contra de representantes de medios de comunicación, López Obrador ignoró medidas cautelares y publicitó los cuchareados numeritos de una encuesta, a sabiendas que goza de impunidad plena del árbitro electoral que preside Guadalupe Taddei Zavala o sea el INE y la voluntariosa actitud timorata y pusilánime de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Por ese lado el presidente no tiene ni tendrá ningún problema, con una conducción del INE obsequiosa hacia el presidente y el más patético ejemplo de lo que vino a quedar de las multitudinarias movilizaciones para defender su autonomía.

Lo ocurrido este martes no deja lugar a duda sobre la claudicación a los principios de autonomía del citado organismo, luego que de forma sumisa, su presidenta acatara la instrucción del gobernador de Oaxaca, Salomón Jara de evitar la presencia de representantes de medios de comunicación en una reunión de integrantes de la Conferencia Nacional de Gobernadores, derivando en agravios inéditos en contra del derecho a la información de parte de una institución, en cuyos ejes principales en su ejercicio está el de la máxima publicidad.

En esa reunión estuvo el gobernador Alfonso Durazo Montaño, quien de forma lógica expuso que contrario a lo que dice la ley, las autoridades electorales deben dejar fluir a quienes andan en campañas anticipadas y dejar que el presidente no tenga límites en sus expresiones sobre ese tema.

Alfonso Durazo en el INE

Esa referencia es amable, porque según información sobre lo ocurrido en dicha reunión es que el pleno del INE fue objeto de severa maltratada de parte de los mandatarios y las mandatarias morenistas, trascendiendo el reclamo del mismo gobernador de Sonora por las medidas cautelares que no acata López Obrador y la retahíla de catilinarias hostiles de la de Campeche, Layda Sansores.

De lo que se sabe de esa reunión “privada” es que la señora Taddei Zavala desistió de ser anfitriona y permitió que un gobernador instruyera y determinara en la institución que ella preside para impedir la presencia de medios de comunicación; permitió que el trato a la prensa se percibiera como un burdo encierro ordenado por un gobernador; ante las exigencias y actuar de las gobernadoras y gobernadores presentes, no dio la palabra a sus colegas consejeros, que pretendieron rescatar de la ignominia el obsequioso actuar de la presidenta, y su enojo fue tal que se negaron a posar en la fotografía oficial. Lástima que una mujer y de pilón sonorense sea parte de ese cochinero.

Pero mejor vamos a dejar de este tamaño estos Entretelones que a manera de editorial nos aventamos bastante encabronados por la impudicia del actuar presidencial y como el INE a claudicado a su autonomía y al poder que se ejerce desde Palacio Nacional. Estamos jodidos todos ustedes. O sea, hay que ser cochis, pero no tan trompudos.

 

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