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Entretelones Samuel Valenzuela Cuando estalló la huelga en la Universidad de Sonora, fuimos de los que confiaron en un pronto arreglo, incluso

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Samuel Valenzuela

Samuel Valenzuela

Cuando estalló la huelga en la Universidad de Sonora, fuimos de los que confiaron en un pronto arreglo, incluso en no más de tres días, dada la prevalencia de coincidencias entre la patronal y el sindicato de académicos y de estos con el Gobierno del Estado.

Luego de la asamblea donde se votó no votar por si se levantaba la huelga o no, presagiamos que el paro podría prolongarse al imponerse al interior del STAUS la línea dura frente a las provocaciones irresponsables del equipo de la rectora Rita Plancarte que sin ningún rubor entregó la negociación al gobierno del Estado.

Sostenemos que resulta una barbaridad el exigir un 10 por ciento de incremento directo al salario y también sostenemos que sea el tiempo que dure la huelga, los integrantes del sindicato no lograrán más de lo que ya han conseguido.

Ya van varios ofrecimientos del gobierno y la patronal que han sido rechazados y no se ve cómo el dirigente del STAUS, Juan Díaz Hilton y el comité de huelga puedan construir un ambiente de conciliación ante una mayoría de asambleístas en proceso de radicalización.

Sigue la huelga.

En dicho entorno, junto a lo que la autoridad universitaria calificó como ofrecimiento final, esta el mensaje dominical del gobernador Alfonso Durazo Montaño, en el cual los convoca a la madurez y a la responsabilidad política para que no sigan perjudicando al sector estudiantil.

Comedido y respetuoso, pero firme y contundente, el mandatario estatal subrayó que el derecho a la educación es innegociable; recalcó sus simpatías por los trabajadores y ser respetuosos de los procesos internos de los sindicatos, pero que debe imponerse la madurez para evitar seguir perjudicando al sector estudiantil.

Destacó además el esfuerzo presupuestal histórico de su gobierno de 100 millones de pesos para que la UNISON atienda las demandas del sindicato, además de informar que ha sostenido diversas reuniones con autoridades universitarias, dirigentes del sindicato y estudiantes universitarios en el marco del proceso de negociación para resolver de inmediato esa huelga, mensaje en el que se nos figura que también al gobernador le está ganando la impaciencia porque a pesar de su buena voluntad, no hay reciprocidad del STAUS.

Se suponía que este domingo se convocaría a una asamblea general este lunes para votar si se levantaba o no la huelga, pero se decidió no convocar porque no les llenó el ojo el paquete de ofrecimientos, alegando falta de claridad en el tema de la vivienda, en la asignación de plazas, los descuentos por ISR y se mantienen en el 10 por ciento de incremento al salario.

Urge solución

“Entendemos y empatizamos con los trabajadores, sin duda alguna, sin embargo, yo les pido que no afectemos más los derechos de los estudiantes, que seamos conscientes que son ellos el futuro de sonora y que su educación debe ser un derecho innegociable”, estableció el gobernador en su mensaje, en el que también aseguró que las puertas de su administración están abiertas para sumar esfuerzos que ponga fin a la huelga sin afectar los derechos de nadie.

A como están las cosas y en función de la aparentemente irreductible posición de la mayoría de los integrantes del STAUS, Durazo Montaño deberá sumar gestiones ante el gobierno federal a las que ya realiza en el caso de los productores de trigo, pendientito cuyos tiempos también se agotan.

Por cierto, como gente de campo, desde que tenemos memoria sabemos de las difíciles condiciones y del esfuerzo de todos los días para hacer producir la tierra y que a la vez sea la fuente del sustento familiar y de posible progreso.

Detrás de todos esos comestibles que ofrecen los supermercados, de ese laterío, del altero así de frutas y verduras, de los kilos de harina, de las pastas, de los cortes de carnes, están muchas horas de dedicación y cuidados del primer eslabón de la cadena alimenticia.

Con una sociedad cada vez más distante del origen de lo que come, se ha ido perdiendo la identidad de los orígenes, quedando unos simplemente en dar atención a las etiquetas de marcas y precios, y otros, además, emitir juicios por encargo a partir de falacias y malas intenciones.

La realidad.

Hasta los 14 años fuimos labradores, trabajadores agrícolas y testigos de lo lento que se avanza en las posibilidades de progreso; de los años malos, de los más o menos; de la pelea para conseguir avíos y del alivio porque se pagaron y quedó algo para la liquidación.

Vender lo que se produce, desde un becerro hasta un mazo de cilantro, desde un kilo de trigo, maíz o garbanzo hasta la java de manzanas y el costal de nuez es lo que con el paso del tiempo se ha complicado y en función de ello se crearon instituciones de gobierno y programas de apoyo para garantizar la permanencia de esa planta productiva.

Sirva este campirano contexto para referirnos a la ligereza del abordaje que tiende a imponerse en el tema de la solicitud que hicieron los productores de trigo al gobernador Alfonso Durazo Montaño, para que se sume a las gestiones ante el gobierno federal, por un programa emergente de apoyo financiero frente a la histórica caída del precio internacional de ese cereal.

En otras palabras, los productores no piden nada nuevo: los precios de garantía siempre han estado ahí como un apoyo solidario del Estado en favor de quienes proveen de alimentos al país y compromiso de todos los gobiernos con los hombres del campo, siempre con la divisa de lograr la autosuficiencia alimentaria.

En estos días hemos escuchado y leído muchas barrabasadas en torno este asunto. Unos desestiman la solicitud de apoyo porque la mayor parte de las dos millones de toneladas que se esperan de la cosecha de trigo de este ciclo, es de trigo cristalino o sea, no panificable o de consumo humano, pero se olvidan que de dicho grano depende la industria de las pastas y lo más importante, es alimento para cerdos, como si el cerdo no fuera para consumo humano.

Abel Castro Grijalva.

Miren, hemos platicado con expertos en economía agrícola y por supuesto con líderes de organizaciones de productores y todos coinciden en la descripción de las mayúsculas consecuencias si el gobierno federal deja solos a los productores de Sonora, Sinaloa y Baja California.

Y a pesar de ello, al menos en Sonora no se ha llegado a los sombrerazos porque simplemente el gobernador Durazo Montaño les inspira confianza, porque saben de su alta capacidad de gestión en las cupulas del poder político y financiero en turno y por ello han estado dispuestos a mantener la calma y no ser factores de inestabilidad, esa inestabilidad que explotará si se vende su cosecha o buena parte de esta bajo las condiciones actuales del mercado.

Resulta paradójico que mientras los productores de trigo se mantienen en la ruta del diálogo, de la civilidad; en la confianza a la capacidad de gestión del gobernador Durazo y sin recurrir a bloqueos ni plantones, desde el sector oficial se maquinen golpeteos y se operen provocaciones con supuestos propósitos de ablandamiento.

Gestos y expresiones de extrañeza causó efímera campañita, con todo y su nado sincronizado, entre liderazgos de trigueros del sur de Sonora, léase Abel Castro, Juan Leyva, Álvaro Bours, entre otros, a quienes se pretendió satanizar a partir de evidentes ignorancias de quienes la promovieron.

Discordia.

Obvio que en el bajo precio internacional del trigo no incide la paridad peso-dólar y mucho menos las gestiones de los productores tienen la pretensión de que el apoyo emergente que solicitan sea con cargo al presupuesto estatal ni a costa de programas sociales.

Hasta nos causó molestia leer la serie de tonterías que se divulgaron a ese respecto, cuando no existe ninguna duda de que la intervención del gobernador es para facilitar, la del buen componedor, para que la Federación afloje el codo y respalde a los trigueros con ese apoyo emergente y les permita no caer en carteras vencidas para estar en condiciones de sembrar en el próximo ciclo agrícola.

Nos comenta productor agrícola y analista de la problemática de ese sector, que Durazo Montaño no debiera permitir ese tipo de golpeteos y provocaciones, evitar estigmatizar a productores con mensajes, que a pesar de su rusticidad, causan molestia e incertidumbre ya que asegura que pudiera ser señal de que el mandatario pudiera estar al borde de la impaciencia y que podría dejarlos colgados de la brocha.