Entretelones Samuel Valenzuela De poco o nada serviría el extenso currículum de Gustavo Rómulo Salas Chávez, si como Fiscal General de Justici
Entretelones
Samuel Valenzuela
De poco o nada serviría el extenso currículum de Gustavo Rómulo Salas Chávez, si como Fiscal General de Justicia del Estado no realiza un limpieza profunda de la estructura operativa y administrativa de esa instancia autónoma de Gobierno.
Desde el pasado 15 de este mes cuando se hizo efectiva la renuncia de Claudia Indira Contreras, nos enteramos del alto grado de incertidumbre de los distintos mandos y responsables de área e incluso, antes de la aprobación unánime de la legislatura estatal a la propueste enviada por el gobernador Alfonso Durazo Montaño, elementos que se supone son de la MARINA hicieron presencia en las instalaciones de la fiscalía en Hermosillo y de otras partes del Estado.
En las partes sustantivas ya ha de haber concluido el proceso de entrega recepción y los responsables ya debieron entregar la bola para que Salas Chávez estructure un nuevo equipo que sea de todas sus confianzas, lo cual no debe extrañar a nadie, no faltando los lambiscones y serviles que creen que poniéndose de tapete salvarán su estancia en la nómina en la fiscalía.
Según se dice por esos rumbos, la limpia será total de directores para arriba; se hará una revisión a fondo del área de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal y de hecho, desde el viernes pasado se inició la firmas de las renuncias y hasta entrevistas a eventuales relevos, realizadas por personal militar de lo que suponemos son de la MARINA, previéndose que el nuevo fiscal tienda a militarizar la procuración de justicia en esta entidad.
Es generalizada la percepción que Salas Chávez es de mano dura, muy estricto y pragmático para efectos de conseguir objetivos, y también es generalizada la opinión de que eso es lo que se necesita en el combate a la impunidad y no solo simular dureza con un gesto osco en público como lo hacía la renunciada doña Claudia Indira, quien, no obstante, el gobernador le dedicó muchos halagos, pero solo por su voluntariosa coordinación con su administración, no por sus resultados.
En la historia de la procuración de justicia en Sonora, nunca su titular había tenido tan alto perfil y experiencia, que para muchos da la talla hasta para ser Fiscal General de la República y desde esa perspectiva, hay fundadas buenas expectativas de que en Sonora, la investigación de delitos, consignaciones, abatir la impunidad, lograr sentencias fue entregada a buenas manos.
Aceptamos que lo mismo se dijo o dijimos de por ejemplo Rodolfo Montes de Oca, y la citada Claudia Indira, pero tales opiniones fueron revestidas por el dar el beneficio de la duda y lo mismo hacemos con el nuevo fiscal, porque tampoco basta con un abultado currículum para dar el ancho en responsabilidades públicas.
Y en ese sentido tiene mucha razón el Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano en la legislatura sonorense, cuyo posicionamiento para fundamentar su voto a favor de ese nombramiento, estableció que con tan destacados antecedentes curriculares, el gobierno de Durazo ya no tiene pretextos ni justificaciones, porque ya dispone de todo para atender con eficacia en lo que le corresponde, una de las funciones sustantivas del Estado: garantizar seguridad a personas y a sus bienes.
Incuestionable la certeza del gobernador al proponer y el Congreso del Estado en aprobar de forma unánime, porque vean la clase de trayectoria: egresó de la Facultad de Derecho de la UNAM, con estudios de posgrado en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), la Universidad Autónoma de Barcelona y el Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas.
Se desempeñó como fiscal Especial para la Atención de Delitos Cometidos en Contra de la Libertad de Expresión y Director General Adjunto de Asesoría en Materia de Asuntos Especiales en la extinta PGR.
También fue Agente del Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México; Delegado en Costa Chica y Zona Centro de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero; Subsecretario de Seguridad Pública del Estado de Chiapas.
Fue Fiscal Central de Homicidios en dos ocasiones, y Coordinador General del Ministerio Público Especializado, entre otros encargos en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
Además, fue director General Adjunto de Planeación Académica de la Policía Federal Preventiva y Director General Adjunto de la Academia Nacional de Seguridad Pública del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Fue titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido) de la PGR, tocándole participar en las investigaciones de la cual se formuló la llamada y perseguida “verdad histórica” del caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y ya en el 2019 fue parte de la judicialización de la masacre en Bavispe en contra de la familia Lebarón.
Y por supuesto que no llega en cero a su nueva responsabilidad, ya que desde su instalación es el secretario técnico de la Mesa Estatal para la Construcción de la Paz en Sonora, prevaleciendo el tache por el operativo de espionaje ilegal que realizó en contra de mujeres que desde la sociedad civil y del periodismo indagaban lo ocurrido en San Fernando, Tamaulipas, donde se encontraron más de 130 migrantes asesinados.
Como sea, vaya contraste entre la ficha curricular del nuevo fiscal con la de la Secretaria de Seguridad, María Dolores del Río y vaya incongruencia el que se mantenga en ese cargo con un perfil muy remoto a lo que corresponde a tareas de prevención y combate a la delincuencia y cuya única experiencia en ese tema es lidiar a la policía municipal cuando fue alcaldesa de Hermosillo y se vio enredada en el nunca aclarado asunto del “cuarto Pasajero”.
No por nada abundan quienes elucubran sobre inminente renuncia voluntaria de parte de Doña Lola, que en todo caso, en el gobierno de Durazo, hay amplios espacios donde aplicar experiencia de orden político de parte de la funcionaria y poner en su lugar alguien que más o menos empate con el perfil de Salas Chávez.
Por lo demás, desde la Ciudad de México se reporta sonorense que se cultiva en la academia y la ciencia, que tuvo en suerte asistir a la cumbre de la Educación Superior y la Industria de Alta Tecnología y quien destaca la clase de aburridora que protagonizó el gobernador de Sonora al insistir en la descripción del Plan Sonora de Energía Sostenible, tema que asegura que ya lo ha escuchado al menos media docena de veces, al igual que muchos de los asistentes, incluida la titular de la SEP, Leticia Ramírez Amaya y la de Economía Raquel Buenrostro.
Eso de la aburridora lo comentó en plan de chunga y más bien lo hizo para remarcar la obsesiva fijación del mandatario por aludir todo sobre ese plan, que por lo pronto se encuentra en el ámbito del discurso, sin partidas presupuestales específicas al menos en el actual ejercicio, sin demérito alguno a la posibilidad de que al paso del tiempo pueda concretarse en realidades en sus distintas vertientes.
Como sea, el gobernador no desperdicia oportunidad y a la menor provocación saca de la chistera ese material informativo que le puede llevar hasta media hora o más su exposición y que por lo regular ocupa muy buenos tiempos en las conferencias de prensa semanales en Palacio de Gobierno, mientras Francisco Acuña Méndez, presidente del Consejo para el Desarrollo Sostenible, realiza frecuentes giras temáticas para lo mismo.
Durazo Montaño ya debe estar de regreso, sin que haya el menor indicio de algún resultado de alguna gestión que haya realizado en la cúpula del gobierno federal, en favor de los productores de trigo de la entidad, aunque es posible que sí lo haya hecho solo que como ha ocurrido en las últimas semanas, no ha obtenido respuestas positivas.
“Un banco del Gobierno, imagínense”, se refociló como niñito el presidente Andrés Manuel López Obrador al plantearse la posibilidad de que su gobierno adquiera a Citigroup el banco Banamex, para luego, como si estuviera sacando cuentas en la libreta de fiado de tienda de barrio, considerar lo barato que le saldría por el ahorro de impuestos y por su capacidad para embabucar gente para invertir.
Pero esa expresión desnuda que ni para el mismo presidente, el Banco del Bienestar no es considerado banco y solo es una instancia intermediaria para la dispersión de dinero de programas sociales, ya que no presta, ni tiene un stock de servicios financieros, cuentas de ahorro o si los tiene no son confiables.
Qué bien que el consorcio bancario pintó su raya frente a esa pretensión de compra de parte de un gobierno que ha resultado un pésimo administrador y que todo lo lleva al fracaso, comenzando con ese Banco del Bienestar con muchas sucursales ya construidas que se encuentran en un solo cascarón, sin equipamiento ni cajeros automáticos, ni personal capacitado, muchas sin servicio de energía eléctrica y mucho menos conectividad de internet y teléfono, pero como lo reconoce su mismo inventor, ese banco no es un banco y por eso alucina con comprar uno.