Que no hay problema con la hepatitis en niños salió a decir el subsecretario de salud, Hugo López Gattel, el mismo que siempre juró que el coronavirus era un resfriado, que la influenza era más fuerte que los daños por Covid
Juana María Olguín
Que no hay problema con la hepatitis en niños salió a decir el subsecretario de salud, Hugo López Gattel, el mismo que siempre juró que el coronavirus era un resfriado, que la influenza era más fuerte que los daños por Covid. Peor aún oírlo decir criminalmente en su conferencia vespertina diaria que el cubrebocas no era necesario. Ah, pues ahora mismo hay 4 casos sospechosos en la ciudad de México de hepatitis aguda, que solo afecta a niños, pero ya salió otra vez el funcionario a minimizar los riesgos de esa nueva amenaza.
Lo cierto es que apenas ayer se conoció que al 8 de mayo se esperaba 1 millón 635 mil 356 muertes. En realidad, ocurrieron 2 millones 361 mil 768, derivado de la pandemia de COVID-19, Secretaría de Salud informó que México registra un exceso de mortalidad acumulado de 726 mil 412 muertes en el marco de la pandemia. Ese es el tamaño de la infamia cometida contra todos los mexicanos. Cuántas de estos fallecimientos se pudieron evitar si desde palacio nacional no los hubieran incitado a salir a la calle, a no utilizar la mascarilla.
A ello sin restar la descomunal desgracia de que no hubo medicamentos, tampoco la parafernalia para proteger al personal de salud del contagio. Y ahora tiene todavía la maldita desfachatez el rey de palacio de salir y reclamar a los médicos que se fueron a su casa sin atender las graves circunstancias por la que atravesó la población. El desabasto de medicinas permanece al día de hoy, porque no terminan de aprender a hacer las compras y siguen amachados con su fórmula. A ello hay que sumar el hoyo de corrupción en que quedó el mentado Insabi, que vino a suplir las funciones de la otra porquería que era el seguro popular. Mal y de malas.
Mala noticia que Sonora es el estado en el que más empeoró sus condiciones de paz el año pasado, seguido de Nuevo León, Morelos y Michoacán, reveló el director en México del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), Carlos Juárez. Ah y que no tiene que ver precisamente con la violencia criminal. Sí porque resulta extraño por decir lo menos, cuando en la tierra propiedad de los Monreal, en Zacatecas la brutalidad se ha dejado sentir desde que llegó el actual gobernador, David y las masacres se han disparado en 57.1 %.
¿Cuál y de qué tamaño es el daño emocional, psicológico, psíquico que causa esta violencia descomunal en los niños? Tiene que haber un saldo en contra de su salud mental, todo el horripilante y cruento relato de muerte, de tortura, secuestro, cadáveres tirados, de 100 mil a desaparecidos en el país y un largo etcétera, para que ahora las criaturas inventen que ellos son víctimas de delitos de alto impacto. Dos infantes de 9 y 10 años de la colonia las Amapolas crearon un cuento que fueron levantados, que con el rostro cubierto los pasearon en un vehículo y todo era su creatividad desbordada.
Ahora otra niña de 10 años, inventó una trama de película donde involucró a un varón robusto que la había secuestrado, que una valiente mujer le atravesó un coche y logró rescatarla y la llevó a su casa…todo fue un invento de la criatura. Es esto la prueba fehaciente que la narco cultura ya está aquí, que la suma de telenovelas policiacas, la incorporación del bandido idealizado, ha permeado a la sociedad y es lo que ha nutrido a la juventud. Entonces además de la admiración por el mundo criminal, la alucinación porque les pasen desgracias y ser parte de las estadísticas.
Igual no hay como defender a la burocracia de Sonora, que aparece con menos paz y encabeza la desgracia. Que no tiene que ver con la inseguridad, pero es terrorismo puro el de Empalme, con el ser humano torturado, asesinado y sentado en una banca en plena vía pública el pasado sábado. Es un estado de insanidad de las bandas, que no solo matan a la persona, sino que hay que hacerlo de la forma más cruenta y sádica. Más todo lo que se oculta y niega o por vía de un boletín se arregla.