Existe una incapacidad en los seres humanos para agradecer lo bueno, para reconocer el esfuerzo que hacen otros para que las cosas sucedan. Ya se que la gente es gente y que a una desgracia le acomodan más hasta que aquello es la madre de todos los dramas
Juana María Olguín

Existe una incapacidad en los seres humanos para agradecer lo bueno, para reconocer el esfuerzo que hacen otros para que las cosas sucedan. Ya se que la gente es gente y que a una desgracia le acomodan más hasta que aquello es la madre de todos los dramas. En el estado de Sonora no se roban bebés de los hospitales, ha habido uno extremadamente extraño, pero, antes que nada, tienen que dejar las acusaciones al personal del Hospital Integral de la Mujer (HIMES) que son verdaderos ejemplos de dedicación, profesionalismo dadas las condiciones en que han tenido que trabajar.
Y no, no hay manera en que se dejen de alimentar todos los miedos y ansiedades, es cierto que no todos los días hay noticias tan estremecedoras como el que se quieran robar a un niño de un hospital. Pero con un poco de amor al prójimo estaríamos agradecidos que lo de este martes fue una advertencia, que no pasó a mayores.
De robos de niños reales hay dos con las que como reportero se quedan para siempre, tienes que cargar con ellas por lo devastadoras. Como aquella ocurrida el 6 de enero de 2008 en que nacieron gemelos en el hospital de pediatría y ginecoobstetricia, del IMSS aquí en Hermosillo-hace más de 14 años-. Los niños simplemente desaparecieron, minutos después de nacer vivos y bien.
Juan Carlos y su esposa Araceli López Vizcarra, de 31 años, ni siquiera vieron a los bebés. El personal médico afirmó que nacieron con terribles deformidades y que fueron incinerados. Jamás se entendió como le dicen a la madre que nacieron bien y en las siguientes horas los niños están muertos y más sorprendente que no les mostraran los cadáveres. Cuando las demandas de los padres, por explicación y la presentación de sus niños, el IMSS cambió a los médicos de Hermosillo al estado de Chihuahua. Luego su drama se diluyó en otros tantos, eran tan pobres que el sistema los ignoró, se los tragó.
Otro caso inolvidable lo es aquel que ocurrió ahora lo sé, hace 28 años, la historia estremecedora del niño tenía un mes de nacido, cuando se lo robaron un 30 de diciembre de1993, a su mamá que por entonces tenía 17 años. Pues si encontré a la señora quien con dificultad recuerda detalles, algunos los borró por sobrevivencia. Que luego del despojo fueron a presentar la denuncia ante el ministerio público en la comandancia zona norte y el titular de esa dependencia la acusó bestialmente de ser mala madre, hasta le echó en cara que ni siquiera las perras perdían a sus hijos, así que ella estaba por debajo de ese animalito.
Cuatro años y medio después lo recuperó por el tesón de un policía que nunca pudo dejar el caso y quien ahora se dice padrino del chico. Aquel bebé, es un hombre de 28 años, con tres hijos felizmente casado.
Se empezó a sentir desde la semana pasada un desfase en los semáforos del boulevard Kino y hace crisis en la confluencia con el Gómez Farías. Es un solo nudo la circulación y Dioses del Olimpo nadie se ha enterado del departamento de tránsito para que resuelvan el problema. De plano ahora sí me convencí que las mentadas cámaras del C5 son una burla, un invento del gobierno, que no existen, jamás han estado ahí, porque ya hubieran notado el grave caos vehicular.
Qué hacen en la carretera federal 15, salida norte de Hermosillo, es un martirio transitar por ahí, además de que le pegan una santa madriza y destruyen la cinta asfáltica el colapso de ayer jueves en que no se movía el tráfico por una eternidad, es un abuso, una infamia que no se merecen los ciudadanos. Para colmo ni siquiera se entiende que le hacen al pavimento, hasta ahora creo que solo la terminan de desgraciar. Espero equivocarme, realmente espero que así sea.