Luego de un fin de semana de marchas, de protestas en varios puntos del país por la desgracia de vivir en México, ser mujer y que la nación sea una enorme tumba clandestina
Juana María Olguín

Luego de un fin de semana de marchas, de protestas en varios puntos del país por la desgracia de vivir en México, ser mujer y que la nación sea una enorme tumba clandestina. Mientras el duelo se siente, se vive, se sufre, los dueños de la verdad absoluta se abstuvieron hoy de acusar a las muertas, a las asesinadas -encontradas en las últimas horas- de ser las culpables de su propia desaparición física. Que además lo hicieron para desprestigiar el proyecto del príncipe que vive en palacio.
En la conferencia mañanera, desde el púlpito donde se arenga a la cada vez más grande feligresía sobre lo que es importante y de lo único que deben saber, una vez más fue atacado el periodista favorito en esa diatriba, supuestamente se mostró una de las riquezas patrimoniales del comunicador. De la desgracia nacional, situada ahora en Nuevo León, visible por la joven de 18 años Debani, ni una palabra. Nada.
En la ciudad de México donde ayer hubo por lo menos dos marchas para reclamar, llorar, cantar la desgracia de ser mujer en suelo azteca, ésta mañana de lunes también hubo duelo, coronas fúnebres, ramos de flores, pero porque echaron abajo una palmera ubicada en Reforma y ahí concentraron los capitalinos sus ansias y sed de justicia. Claro mientras la jefa de gobierno paseó por una de las entidades donde habrá proceso electoral y la abanderada del partido oficial, es mujer ¡que emoción!
Si los padres hicieron de Debani un asunto nacional ¿Pasará algo? Si la memoria no deja mentir, el escándalo mediático se detendrá por otra desgracia, por una más y luego nada, solo silencio. El progenitor de la chica dijo el sábado ya con su hija “localizada”, que él sabía que ese lugar donde ocurrió la muerte de la joven es territorio muy peligro y que no tenía miedo decirlo. Encierra tanto esa expresión, así que habrá que esperar a ver que hacen en esa entidad. O qué los dejan hacer.
El texto que escribí el 21 de abril, por impulso esa mañana en que de forma inesperada recibo tanta información de la lamentable muerte de un bebé de 2 años, de la tragedia de dos menores de 4 y 5 años que eran golpeados, supuesta y presuntamente por el padrastro, el documento se compartió de forma tan impresionante que el sábado 23 de abril tenía 12 mil reacciones y 20 mil veces compartida lo que ha provocado toda clase de dimes y diretes. Los costos de la fama, no cabe la menor duda.
La parte que me sorprende es que quieran venir a convencerme que lo que escribí violenta a una mujer, que fui malvada con la madre de las criaturas y una larga sarta de sandeces. Lo cierto es que mi escrito no tenía mayor propósito que relatar los hechos tal cual recibí la información y si la muerte de un hijo no es suficiente condena para ella, que no fue capaz de defenderlo ah y me preguntan porque no acusé al padre. A este ritmo me reclamarán porque no involucré a todos los ancestros de la criatura de ambas líneas.
A todas esas «componedoras de vidas», quisiera saber cuántos estómagos con hambre han saciado, a cuántas madres solteras atendieron e intentaron por lo menos empujarlas un poco, para que se levantaran. Trabajé incansablemente ante todas las instancias de gobierno para hacerlas visibles y no anduve juzgando escritos en las redes sociales. Eso solo es solo frivolidad y querer parecer lo que no son. Increíble me atacan por lo que escribí, hasta se les olvidó quien cortó la existencia a Manuel Alán, no creerán las malditas descerebradas juzgonas que fue mi texto el que causó la tortura y posterior fallecimiento del pequeño
Ni hablar es lo que es y yo seguiré firme en mi consigna: el Estado mexicano es tan culpable como el imbécil que alza para mano para matar a otro niño, adulto, mujer y la impunidad empieza en la inacción de las autoridades todas sean de asistencia, beneficencia, judiciales, etcétera.