Cómo andarán las cosas en este momento en el país, que, hasta la realeza de los periodistas, los que cubren al poder legislativo: cámara alta (Senado) y la baja (cámara de diputados) hicieron el martes uso de su fuerza y coraje para lanzarse a una manifestación, donde para no variar peleaban como perros y gatos los miembros del legislativa
Juana María Olguín

Cómo andarán las cosas en este momento en el país, que, hasta la realeza de los periodistas, los que cubren al poder legislativo: cámara alta (Senado) y la baja (cámara de diputados) hicieron el martes uso de su fuerza y coraje para lanzarse a una manifestación, donde para no variar peleaban como perros y gatos los miembros del legislativa. Ahí se plantaron y gritaron ¡vivos nos queremos! De espaldas al circo que tenían montados los presuntos representantes populares.
Confieso que he estado muy sensible con los ataques a periodistas y asesinatos. Lo que viví en 2010 a manos del gobierno de Guillermo Padrés, de su secretario de comunicación social, así como del de imagen institucional, -a los que no nombraré, no merecen ni siquiera ensuciar mi escrito, ni mi pensamiento- pero que nos hicieron infierno. Fue acoso y amenazas contra Samuel Valenzuela compañero de vida y socio en todo. Sí, me tiene desmoronada y a la vez conmocionada el apoyo nacional al enemigo público número uno del actual régimen: los periodistas críticos.
De las cosas más horribles que ocurren cuando se sufre acoso, son todos los sentimientos que explotan en la cabeza, un miedo espantoso, todas las sospechas y las dudas de hasta dónde puede llegar el gobierno para saciar su venganza. Hacerte daño físico, a la familia. Eso sin desmerecer el dolor profundo por la traición de la empresa a la que serviste con absoluta lealtad. En la trabajé con todas las enfermedades que se puedan imaginar. Pero era tan grande el sentimiento de responsabilidad, tampoco tuve nunca quien cubriera mis ausencias y eso pesaba.
Esa compañía radiofónica en la que mi audiencia creció como jamás se había visto, fue un hecho sin precedente y eso significó mucho dinero para la empresa, por ello seguramente nadie se dio cuenta que pasé tres años de mi vida, sin tomar vacaciones. 36 meses en los que solo tuve descanso el domingo, salvo que hubiera periodo electoral. La nómina de todo el personal administrativo salía de lo que yo producía en el tiempo al aire.
Salvo Silvia Núñez, Carlos Aparicio hijo, Samuel Valenzuela (obvio) nadie más tuvo solidaridad con el atropello que sufrí al ser despedida de mi trabajo por presión del gobierno de Guillermo Padrés. Por eso lamento tanto que Claudia Pavlovich haya resultado cobarde para cumplir con su promesa de cobrarle a ese personaje todo el sufrimiento y perjuicio causado a tantos sonorenses y no solo eso, sino que haya torcido la ley para sacar al rufián ese, ahora dueño de una media docena de portales de noticias de la cárcel, todo porque la nueva esposa del rufián gritaba muy fuerte. Ahora el maldito descarado no le baja el guante de la cara a la ex mandataria. Merecido se lo tiene.
Dramáticas las escenas de lo que sucede en el estado, una es la incursión de un solo hombre encapuchado en una agencia automotriz en Obregón, quien exige su dinero y exige a 4 hombres y una mujer ahí presente que no lo miren. Hay un momento en que a dos de ellos los envía al baño. Hay toda clase de versiones que si fue asalto, otros aseguran que se trata de otra cosa peor.
Lo de Caborca es terrorífico. Un comando armado en 18 vehículos ingresó a aquella comunidad, el saldo extraoficial que hasta ahora se conoce es de 2 muertos y 9 personas levantadas. A ver a qué horas las instancias de seguridad pública se dan por enteradas e informan de lo ocurrido. Para colmo el gobernador Alfonso Durazo seguirá ocupado como anfitrión ya que, mañana regresa AMLO, otro que no se ocupa de atender al país en este horripilante episodio de violencias todas.
Ojala que ambos mandatarios tengan tiempo de hacer algo por toda esa población hundida en la zozobra y desesperanza por tanto que ven y padecen.