Nunca en la historia de México se había visto tan empalagosa sumisión ante la figura presidencial y que los otrora críticos del culto a la personalidad hicieran tan desvergonzadas genuflexiones para quedar bien con el poder político de este país

Nunca en la historia de México se había visto tan empalagosa sumisión ante la figura presidencial y que los otrora críticos del culto a la personalidad hicieran tan desvergonzadas genuflexiones para quedar bien con el poder político de este país.
Se trata de festejar en todo lo alto los tres años más funestos de las últimas dos décadas, en el marco de lo que se pretende sea una macro concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, en donde a contracorriente de la tendencia mundial, para Andrés Manuel López Obrador, la variante Ómicron del Covid-19 no representa ningún peligro e incluso ni siquiera se exige cubrebocas para asistir.
El masoquismo de las masas disfruta plenamente el sadismo de López Obrador, quien lo único que tiene por qué festejar, es que a pesar del desastre que ha causado en prácticamente todos los rubros, según empresas encuestadores mantiene un 53 por ciento de aprobación.
El chiste se cuenta solo cuando se organiza y se convoca a gigantesca fiesta con motivo de los mas de 105 mil homicidios dolosos en los últimos tres años, más los miles de desaparecidos sepultados a lo largo y ancho del territorio nacional y que se sumarán a esa macabra estadística si es que son encontrados, todo producto de la torpe estrategia para enfrentar a la delincuencia y que incompetentes encabecen dicho esfuerzo.

Sabe con qué cara el presidente López Obrador llame a un festejo por sus tres años en la presidencia, cuando la negligencia de su administración, su frívola ignorancia para enfrentar la pandemia, ha enlutado a más de 300 mil familias de este país, aunque se asegura que la cifra real es superior a los 450 mil muertos y contando.
A poco será motivo de fiesta y de reconocimiento el que en solo tres años haya en el país cuatro millones de pobres más; que la inflación y el costo de la vida escale a niveles no vistos desde 1994, que no haya expectativas de crecimiento económico para los próximo dos años; que la corrupción oficial siga tan rampante como siempre, incluida en la familia presidencial; que desde la cúpula del poder se promueva y se estimule el clasismo y la confrontación social, y que México sea frecuente objeto de mofa a nivel mundial por los dislates y estupideces del presidente.
Todo lo anterior no importa para esos masoquistas, que a cambio de pichicaterías y limosnas que les tiran a través de programas sociales están dispuestos a lamerle las verijas al amo y tampoco importan para esos masoquistas de angora, que a cambio de mantenerse pegados a la ubre en puestos de gobierno o de representación popular, no dudan en ponerse de pinicuchi ante el mismo amo aludido.
Antes a los presidentes los cubrían de melcocha a través de planas y más planas pagadas en medios impresos y ahora las redes sociales son el espacio ideal para lo mismo, donde se descubren verdaderos poemas a la estupidez humana de quienes creíamos personas serias, equilibradas y reflexivas.

Pareciera un concurso para ver quien dice más pendejadas en su explosiva adoración por el inquilino de los aristocráticos aposentos de Palacio Nacional; su compromiso por los pobres; su brillantez intelectual; sus históricos logros en materia económica, de salud y en seguridad pública, que se resumen en políticas públicas tan eficaces como “me canso ganso”, “fuchi caca”, “guácala”, “los caminos de la vida”, “abrazos no balazos”, “dejo de llamarme Andrés Manuel” y otras expresiones con pretensiones de chistes, que en la práctica tienen destrozado al país y decepcionados a cada vez más mexicanos.
La cínica festividad se empata con la levantada de faldillas que obligó al presidente a recurrir a la tradición de los corruptos cuando trata de explicar enriquecimiento súbito o propiedades súbitas: es una herencia y a la filantropía que les cede bienes, faltándole asegurar que se sacaron una rifa de lujosos vehículos, de ganado de alto registro, de fábrica de chocolates y exclusivos puntos de venta.
Sin salirnos mucho de la melcocha con fuerte agregado de cursilería y frivolidad, está la instalación de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos de la 63 Legislatura de Sonora, donde la diputada Diana Karina Barreras y su marido diputado federal también plurinominal, Sergio Gutiérrez Luna, protagonizaron hilarante intercambio de arrumacos ente el pasmo de la selecta audiencia, no faltando profundos suspiros y mal disimulados arrobos y sonrojos.
Pues qué bueno que se quieran muchote, pero eso no tiene nada qué ver con la formalidad institucional de la integración de esa importante comisión dictaminadora que ya preside la amorosa diputada en mención y es integrada además por María Jesús Castro Urquijo, Beatriz Cota Ponce, María Alicia Gaytán Sánchez, Ivana Celeste Taddei Arriola y Rosa Elena Trujillo Llanes.
Más que el tórrido romance propagandizado por la pareja fraguada en el panismo padrecista, en el evento de instalación de la mencionada comisión, podría ser más importante el hecho de que por falta de interés o por ser excluidos, en dicho organismo solo tengan representación las bancadas oficialistas, aunque por ahí le tiraron con algo al MC.

En fin, con el corazón chorito, con emociones a flor de piel y esquivando flechas de Cupido, testiguaron el ceremonial de instalación, Ramón Flores, comisionado nacional del PT; el diputado Sebastián Antonio Orduño, coordinador de la bancada de ese partido; Jorge Luis Moreno, Magistrado del Poder Judicial; Claudia Indira Contreras, Fiscal General de Justicia; Pedro Gabriel González Avilés, presidente de la CEDH; Octavio Grijalva, delegado de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en Sonora; Guillermo Díaz, Subsecretario de Gobierno, y de Iztapalapa para el mundo Jesús Valencia Guzmán, Vocal Ejecutivo del CEDEMUN.
Pero alto al tololoche porque sin exagerar, el presidente municipal de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez acaba de anunciar una decisión esperada desde hace muchos años por la mayoría de los hermosillenses: a partir de ya, durante su administración no permitirá que se lucre con la salud y la tranquilidad de personas y animales y por lo anterior no se otorgarán permisos ni la venta de cohetes en esta época decembrina.
Vaya nuestro absoluto reconocimiento para el munícipe y su capacidad para interpretar el sentir ciudadano en torno a un tema que tanto afecta a la convivencia comunitaria en cualquier época del año, pero en mayor medida, cuando mercaderes foráneos vienen a hacer su agosto en diciembre comerciando peligrosos artefactos y que dejan graves secuelas principalmente entre menores de edad, así como en mascotas.
Ahora a hacer cumplir esa decisión, porque como se sabe, no faltará la venta clandestina a través de la red de distribuidores que ciertamente tienen esos empresarios de la pólvora, quienes seguramente no se quedarán con los brazos cruzados y harán lo posible por colocar sus productos, aunque es cuestión de que se publicite el monto y el tamaño de la sanción para disuadir a cualquiera.

Pero por lo pronto, excelente noticia ya que seguramente bajará la incidencia y número de animales, que con su estúpida distracción, causan graves heridas a personas, son responsables de extravío de mascotas y son fuente de incertidumbre, enojo y crispación vecinal.
De regreso a asuntos de la Cámara de Diputados, este jueves hay sesión y a no ser que de última hora se incorpore algún punto adicional, no ofrece mayor interés, con propuestas de reforma al marco jurídico de ayuntamientos y a la constitución, además de los tradicionales exhortos, que como se sabe, son similares a la carabina de Ambrosio y a pesar de su inocuidad, se siguen presentando.
Como sea, nos vemos por ahí para semblantear por primera ocasión como andan las cosas por el rumbo, luego de la renovación de la alta burocracia de ese poder del Estado y a lo mejor hasta podemos corroborar que queda todavía algo del embarradero de melcocha que hicieron en la instalación de la comisión aludida párrafos arriba.

Y antes de que se nos pase, si Usted ve por ahí a nuestro añejo amigo periodista, Martín Vallejo González, felicítelo porque acaba de festejar sus primeros 30 años de matrimonio, ratificando su enlace con su esposa Susana Margarita, en el marco de una reunión a la que asistió la numerosa legión que tiene de amigas y amigos, para acompañarlos junto a sus hijos Susana Lizbeth y José Martín.
Nos tocó acompañarlos un rato y nos la pasamos a todo dar tocándonos saludar o divisar a muchos compañeros de oficio que disfrutaron de excelente ambiente hasta horas de la madrugada. Ahora sí, sobre los siguientes 30 años, compa!.