¿Por qué no se hizo a manita alzada, en lugar de encuesta carísima? Como se decidió la cancelación del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México (Naim) o la empresa cervecera en Mexicali, Baja California, etcétera
Juana María Olguín

¿Por qué no se hizo a manita alzada, en lugar de encuesta carísima? Como se decidió la cancelación del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México (Naim) o la empresa cervecera en Mexicali, Baja California, etcétera. Sí en un mitin a modo, con sus centenas de adoradores enfrente y allí les hubiera preguntado ¿Quieren enjuiciar a los ex mandatarios? Todos aceptarían gustosos que se aplicara la ley, sin excepción. Ahora el punto importante es ¿Realmente se puede?
La consulta del domingo es un chiste mal contado que costará a los mexicanos más de 500 millones de pesos (MDP) que además debe alcanzar mínimo una participación de 37.4 millones de votos, para que sirva de algo, que sea “vinculante”, dicen los expertos. Que en palabras más, palabras menos se traduzca en algo y todos pensarían en juicios contra los expresidentes, nada de eso. Seguramente que esto de lograr una participación del 40 por ciento del padrón electoral, tristemente apenas si llegará a una Comisión de la verdad, que por experiencia ya sabemos para que sirve.
Del padrón electoral de 93 millones 597 mil 559 se necesita que acudan el próximo domingo al menos 37 millones 439 mil 23 a votar, para que el resultado como lo establece la Carta Magnaen la fracción octava de su artículo 35 sea vinculante, si la asistencia es menor se acabó el show, que no así el abuso verbal furibundo de Andrés Manuel López Obrador, acusando a los que no acudieron de todo, absolutamente de todo.
A esta consulta que ha costado más de 500 MDP, seguirá otra para la revocación del mandato que, según anticipa Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) se requerirá 9 mil millones de pesos. Cual problema dinero hay y suficiente para lo que desee el rey que vive en palacio, hay nomás humildemente.
¿hay que enfadarse por la pésima actuación de los atletas mexicanos en las olimpiadas? Hay que decir que siempre es lo mismo desde hace demasiados ayeres, pero ahora ciertamente que hay otros ingredientes que alimentan la frustración de los aztecas, ni duda cabe. Por ejemplo, que las dos medallas de bronce alcanzadas, ambos deportistas tuvieron que financiar su viaje a Japón porque para ellos no tuvo presupuesto el Comité Olímpico. Ah, pero festejan como si fueran de oro esas pobres preseas.
El colmo es que, con tanto talento nacional, estatal y municipal de jugadoras de sóftbol, el equipo que participó en Tokio 2020, de las 15 jóvenes, una es mexicana, las otras 14 nacieron en Estados Unidos y aparentemente les rogaron que representaran a los tricolor. Pero no tienen ningún vínculo que las ligue a la nación con todo y que sus padres o abuelos sean oriundos de esta tierra. Así que nadie se debe sorprender que tiraron el uniforme a la basura por “exceso de equipaje”.
Acción que en un primer momento ofendió a otras atletas con la camiseta bien puesta cuando vieron el uniforme olímpico tirado en bolsas para la basura, cuando ellas dejaron sangre, sudor, lagrimas y sabrá Dios cuanto más ¿acoso sexual, violaciones? Es la cruel diferencia que los atletas nacionales para lograr su pase recorren un largo camino de duros entrenamientos y competencias. Incluso con todo y eso son desechados por estupidez y media de los farsantes a cargo del deporte. A los extranjeros les ruegan.
Las estadounidenses tiraron el uniforme mexicano que pagamos todos tintos en sangre, pero sí se llevaron los edredones de las camas y las almohadas. Eso si es una vergüenza, suerte que no son mexicanas, ahora sí que no somos iguales, aunque la sangre azteca sea la misma.