Cierto, no son las lluvias es la negligencia institucionalizada y el ahí se va

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Cierto, no son las lluvias es la negligencia institucionalizada y el ahí se va

Una mujer en Estados Unidos pasó los últimos tres años de su vida, buscando donde su ex esposo enterró a sus hijos a los que asesinó arriba del automóvil, en venganza porque ella había vuelto a casar y dicha celebración ocurrió el día del padre

Cuánta graduación de universitarios ¿tendrán empleo?
Guaymas sin agua, los Yaquis cerraron las llaves y es todo
¿Qué festejaron? El país tinto en sangre, ah pero a quién le importa

Juana María Olguín

Una mujer en Estados Unidos pasó los últimos tres años de su vida, buscando donde su ex esposo enterró a sus hijos a los que asesinó arriba del automóvil, en venganza porque ella había vuelto a casar y dicha celebración ocurrió el día del padre. El parricida que tenía serios problemas de salud, quien fue de la adicción a películas de acción, hasta las armas de fuego. Las amenazas de matarlos a todos estuvieron siempre presentes, pero la madre de las víctimas no le creyó.

Es la misma trágica historia ocurrida en esta ciudad, se cree que al amanecer de este lunes un varón de 38 años, mató a sus tres hijos de 17; 11 y 4 años y luego se suicidó. Los cónyuges estaban separados y ocasionalmente el convivía con los niños. Este fin de semana y pese a que había amenazado a la madre que, si no regresaba a la relación, los mataría, no le creyó y los pequeños encontraron su final, en manos del hombre que creían era el responsable de protegerlos de todo mal.

El tema de la violencia doméstica no tiene una agenda en Sonora, no hay ninguna prioridad, de atender esa otra pandemia. A lo más que llegan las instituciones responsables de combatir el flagelo es a hacer convenios de colaboración entre ellos, “implementar” programas “churris”, del que pegan carteles aquí y allá. Acudir ante el ministerio público para denunciar la violencia es un chiste de humor negro. Esa es otra intimidación oficial e institucionalizada. 

En otro asunto igual de delicado es la suma de todos los destrozos ocasionados por las lluvias decimos y es incorrecto. Se trata de trabajos mal planeados mal trazados por el ayuntamiento o permisos que se expidieron para tal o cual edificio que terminó bloqueando el torrente de gua que por allí tenía su corrida y ahora inunda viviendas, destruye patrimonio y luego a nadie le importa la desgracia de los ciudadanos, es realmente triste la actuación de los gobiernos.

Por supuesto que el progreso, nuevas empresas, generación de empleos todo mundo lo desea, lo anhela con singular alegría y esto debería estar emparejado con la buena convivencia con supervisar los cauces naturales de agua. La historia tiene que ver con un hotel que se construyó en la esquina de Perisur y salida a Guaymas, muy lindo edificio, al que se le hicieron grandes y poderosos cimientos los mismos que impidieron la salida de lluvia que por allí corría y su memoria es y será incorruptible.

Llegó la primera lluvia hace más o menos unos 15 años y los vecinos contiguos a la parte trasera no se imaginaron ver sus pertenencias flotando en aquella inmensidad de agua, que antes del edificio circulaba en grandes proporciones por allí sin causar grandes perjuicios, así que, a partir de allí, se hicieron más pobres en cada precipitación pluvial. Intentaron hablar con los dueños de la empresa y no les interesó en lo más mínimo la desgracia de esos sus vecinos, al ayuntamiento de aquellos años tampoco. Tuvieron que reubicarse, abandonar todo por lo que habían luchado una vida.

Ahora lo mismo les pasa a vecinos de la colonia Emiliano Zapata quienes quedaron tienen más de 30 años contiguos al arroyo las víboras, caudal que baja desde la colonia Altares y desemboca hasta el vado del río. Resulta que fue de tal magnitud la crecida que se llevó partes de una casa, los cimientos de otra y en suma las pérdidas son cuantiosas y llegó protección civil municipal y les avisa que sus casas no están habitables que se deben ir.

Una vecina de la colonia Tirocapes reveló que hubo unos trabajos que hizo el ayuntamiento en el arroyo las víboras y ella les advirtió que habría problemas para ellos, la respuesta fue que luego lo resolverían. Nunca volvieron y su esposo estuvo a punto de ser tragado por el violento caudal que arrastro de todo.   

No son las lluvias es la negligencia institucionalizada y el ahí se va. Ahora quien pagará a las victimas del desastre sus cuantiosas pérdidas. Su reubicación a otra zona. Hay bastantes cuasi responsables. Sin desmerecer por supuesto la actitud dolosa de ciudadanos que abandonan sus basuras en cualquier sitio, en la creencia que esos desperdicios se levantan solos para ponerse en un cesto.