Cuando se terminó de construir el Acueducto Independencia en 2013, que ilegalmente trasvasa agua desde la parte media de la Cuenca del Río Yaqui (Presa Plutarco Elías Calles, El Novillo) hacia la ciudad de Hermosillo, se admitía por muchos que en torno a la obra -además de los desacatos a la ley y violaciones al estado de derecho en los que se incurrió para imponerlo- su construcción había servido como festín escandaloso de manoteo de recursos públicos
Por Alberto Vizcarra Ozuna

Cuando se terminó de construir el Acueducto Independencia en 2013, que ilegalmente trasvasa agua desde la parte media de la Cuenca del Río Yaqui (Presa Plutarco Elías Calles, El Novillo) hacia la ciudad de Hermosillo, se admitía por muchos que en torno a la obra -además de los desacatos a la ley y violaciones al estado de derecho en los que se incurrió para imponerlo- su construcción había servido como festín escandaloso de manoteo de recursos públicos, a grado tal que el acueducto terminó motejado como “monumento a la corrupción”. En ese tiempo, pocos advertían, que su inviabilidad técnica muy pronto lo convertiría también en un monumento a la estupidez.
Y efectivamente, según las autoridades de la Comisión Estatal del Agua (CEA), del Organismo Operador de Agua Potable de Hermosillo y de la CONAGUA, por efectos del ciclo de sequía, el embalse del Novillo está a pocos días de que sus niveles lleguen por debajo de donde se encuentran instalados los tubos de extracción que penden de las bombas para realizar el trasvase. Se encuentran pues a días de que pudieran succionar solamente aire y lodo.
Estuvieron señalados y documentados los atropellos cometidos para su construcción, como también la “brincadera de trancas” para hacerse de los recursos que reclamaba la obra. Ahora la naturaleza se encarga de señalar su improcedencia técnica, cuando la sustentabilidad de su operación implica “cerrarle las compuertas” a los escurrimientos del Río Yaqui, para poder subir los niveles del sitio del Novillo y hacer posible la altura del agua que permita el funcionamiento de las bombas. Acción que amenaza con dejar sin agua a los usuarios de la cuenca baja, esto es a la Tribu Yaqui, a las actividades productivas del sur de Sonora y a siete de los municipios que se ubican en esta región
Aún sin que la ciudad de Hermosillo tenga derechos legales como usuario de la cuenca, la CONAGUA, la CEA y el organismo operador de agua de la ciudad, presentaron, el 17 de junio, un oficio dirigido al Gerente de Control de Noroeste del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), en el que solicitan que la planta hidroeléctrica del Novillo suspenda la turbinación (generación de energía) para recuperar los niveles mínimos en ese embalse que permitan el bombeo que reclama la operación del Acueducto. Dos días después de esta solicitud, la CENACE dejó de turbinar y de generar energía. Con ello se suspendieron los flujos de agua hacía la parte baja de la cuenca, donde se ubica la presa Álvaro Obregón que alimenta al territorio yoreme y al Valle del Yaqui. En esa misma solicitud piden que la Presa de la Angostura, derive agua al Novillo para contar con mayor abastecimiento que le de viabilidad a la operación de la obra.
Estas acciones se suman al nutrido repertorio de ilegalidades que conforma la historia negra, cargada de abusos y atropellos, que troquela la construcción del acueducto. Nuevamente, por la vía de los hechos, del tráfico de influencias, además de violar el decreto de Lázaro Cárdenas que le asigna uso y destino a las aguas del Río Yaqui, quebrantan también el decreto presidencial que le confiere al sitio del Novillo la función única de operar como presa generadora de electricidad y para el control de avenidas e inundaciones. Todo esto a la luz de una administración federal que presume una transformación histórica.
No es lo mejor que Hermosillo se convierta en una ciudad obesa y que alcance el presuntuoso nombre de capital financiera del noroeste. Lo que es inadmisible es que lo haga a costa del despojo a la Tribu Yaqui y de la asfixia económica del sur de Sonora. La concurrencia de especuladores inmobiliarios de diferentes regiones del estado y del país, que se han dado cita en la capital del estado, se despliegan como poderes fácticos que ahora procuran normar, por la vía de los hechos, que la administración de las aguas de la cuenca del Río Yaqui se rija en base a la arbitrariedad de que la operación del Acueducto Independencia sea la prioridad.
Habían sacado solamente los dientes, ahora sacaron uñas y dientes al mismo tiempo. Quieren ejercer una dictadura administrativa sobre la cuenca del Río Yaqui. Como lo dice el clásico: no tienen llenadera.