Previo a la formalización del inicio de las campañas electorales por la gubernatura, por allá en octubre del año pasado, un político con influencia en Sonora, ofreció una amplia y exclusiva entrevista
Por Alberto Vizcarra Ozuna

Previo a la formalización del inicio de las campañas electorales por la gubernatura, por allá en octubre del año pasado, un político con influencia en Sonora, ofreció una amplia y exclusiva entrevista. Habló con naturalidad y franqueza sobre los contendientes ya perfilados en busca del gobierno del estado. Al referirse a Alfonso Durazo Montaño, quien ya estaba por dar a conocer su renuncia a la Secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, para venirse como aspirante de MORENA a la gubernatura, fue benévolo con el virtual candidato, pero no dejó de señalar que no le ayudaba mucho andar presumiendo su cercanía con el ex gobernador Guillermo Padrés.
Esta observación crítica, como muchas otras que siguieron y se dieron antes, señalando y documentando los vínculos orgánicos de Durazo Montaño con Guillermo Padrés, no hicieron mella en los cálculos del candidato de MORENA, quien ha demostrado que el afecto por los apoyos del insólito ex gobernador están por encima de todo prurito o vergüenza. En muy poco tiempo la corrupción desmesurada del gobierno de Padrés y su encarcelamiento desgastaron la imagen del PAN en Sonora. Ningún partido podría sostener sus créditos con un hombre así en el gobierno.
Para la elección del 2018, Guillermo Padrés y su núcleo de cómplices, no tenían un horizonte político muy afortunado, aunque si portaban bolsas robustas de recursos para procurar espacios. Parecía que ningún partido los recogería. Hacerlo era literalmente la adquisición de un pasivo. Padrés estaba impedido moral y físicamente para presentarse en público, pero el cautiverio no le impedía mover sus fichas y lograr los acuerdos que le permitieran la adquisición de créditos con Alfonso Durazo, delegado plenipotenciario de MORENA en Sonora, la fuerza política emergente, o como le llaman los compradores de franquicias: la marca de moda.
La estrella que hizo brillar estos acuerdos es Célida López Cárdenas, quién sin mayor trámite pasó a ser la candidata de MORENA a la alcaldía de Hermosillo, en la elección del 2018. Con la misma rapidez que se postuló se deshizo de las diatribas y de los frecuentes insultos contra Andrés Manuel López Obrador, a quien pasó de considerarlo de “un peligro para México” a paladín de la lucha contra la corrupción. En torno a este amarre la mayor parte de los beneficiarios de la administración padrecista encontraron refugio y protección en una fuerza cuya credibilidad emergente contaba con la capacidad para encubrirlos. Bastaba con presentarlos como corazones arrepentidos.
Este mismo acuerdo, definió en gran medida –para la presente elección- las candidaturas de MORENA, tanto locales como federales, pasando por encima de los activistas de base que animados por el entusiasmo transformador hicieron intenso trabajo organizativo y esperaban espacios de participación electoral. Se les fueron negados, lo cual ha resultado en una crisis interna aún no resuelta y que una de sus expresiones cobró forma en la consigna que alude a la imposición de las candidaturas: con dedazo no hay Durazo.
La evidente alianza de Durazo con Padrés, parece tener un pegamento de una consistencia mayor que aquel que se fabrica con elementos coyunturales. El apurado e incondicional apoyo que el candidato de MORENA le ha dado a la operación ilegal del Acueducto Independencia, es un gesto reverencial frente a los atropellos, violaciones a la ley, persecución política y encarcelamientos de yaquis realizados por el ex gobernador para imponer la obra con la que se despoja al sur de Sonora y a los yormes de las aguas del Río Yaqui.
Los elementos coyunturales que animan la relación se conjugan con la ambición y con una empatía en la concepción del poder. Parecería que la afinidad es tanta que ya Durazo proyecta la sombra de Padrés.