Es una sensación de tristeza la historia de la niña que estudió preparatoria en la zona rural, siempre la más brillante de su grupo, pues todo ese atributo y dedicación no le alcanzó para obtener un lugar en la Universidad de Sonora
Juana María Olguín

Es una sensación de tristeza la historia de la niña que estudió preparatoria en la zona rural, siempre la más brillante de su grupo, pues todo ese atributo y dedicación no le alcanzó para obtener un lugar en la Universidad de Sonora. Escuchas el lamento de su familia, que esperanzados lo cuentan con la ilusión que les digas ve allá, habla con fulano, pero no hay forma ni manera. Creo que los exámenes de admisión son un acto de traición que instaló gente malvada y que se quedaron, a nadie importa.
Lo otro, es a la baja, escasa o nula oportunidad que tienen los estudiantes de las zonas rurales para acceder a la educación superior ¿es más miserable y mediocre los contenidos educativos que se les ofrecen a estos jóvenes? Hace unos 8 años que la tragedia fue palpable cuando de todos los egresados del Colegio de Estudios, Científicos y Tecnológicos (Cecytes) de San Pedro el Saucito, solo 2 pasaron el examen de la Universidad de Sonora.
De allí todos en tropel se fueron a la Universidad Tecnológica de Hermosillo (UTH) con tan mala suerte que a la mayoría los pusieron en el turno de la tarde, las salidos a las 20:00 y 21:00 horas más la complejidad de los contenidos o las carreras que ofrece ésta última, no era lo que originalmente querían los jóvenes y desertaron todos.
Cada año es un drama de los jóvenes que no alcanzar lugar en las universidades e institutos tecnológicos y debe ser una suma de variables lo que hace que se les cierren las puertas, el punto es que ni siquiera es un problema que sea visible, que le importe al titular de la Secretaría de Educación y Cultura (SEC), menos les interesa a la acéfala Secretaría de educación Pública (SEP) que sigue descabezada.
Mi generación no estudió la universidad porque no les dio la gana, cobraban una docena de pesos, ibas al departamento y te inscribías a la carrera que se te ocurría era la buena. A las actuales generaciones les robaron todos esos derechos, ahora aprendes una profesión que el estúpido sistema de los exámenes de admisión permite, en el caso de la Universidad de Sonora si pagaste para tener más de una opción. Al final es una oferta de pesos y centavos.
El periodista Carlos de Mola, reveló ayer a través de un video de su empresa Latinus que el candidato a la gubernatura del estado de Sonora, Alfonso Durazo no reportó en sus declaraciones patrimoniales 9 propiedades, por un valor aproximado de 214 millones de pesos (MDP) y otro medio de comunicación corrigió la plana y denunció que hay al menos 18 inmuebles, la mitad de las cuales habría omitido informar como era su obligación como titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPC).
En el periódico el Financiero, Raymundo Riva Palacio aseguró que: “Durazo adquirió siete propiedades entre 1995 y 2015, según la documentación, una de ellas, un predio de mil 500 metros cuadrados en Paseo de las Esmeraldas, del fraccionamiento La Jolla de Hermosillo, -zona de fortunas recientes- que tiene un valor presente de 13 millones de pesos, no la reportó en su declaración patrimonial. En ese fraccionamiento tiene otra posesión, cuya dirección es la misma de su credencial del INE.
La que me ofende y sorprende muchísimo es que sea dueño de un millón de metros cuadrados en la presa Abelardo L. Rodríguez, 33 % más grande que la colonia Pitic, lo adquirió a 12 centavos el metro poco más de 112 mil pesos, ahora cuesta 48 millones de pesos. El candidato de los pobres es multimillonario, falta más, faltaba menos. Que hable el jefe de campaña de Morena ¿Quién más?