En días recientes, el yoreme Fernando Jiménez Gutiérrez, dio una amplia entrevista a la plataforma digital de noticias Despierta Sonora
Por Alberto Vizcarra Ozuna

En días recientes, el yoreme Fernando Jiménez Gutiérrez, dio una amplia entrevista a la plataforma digital de noticias Despierta Sonora. La entrevista se despliega en dos ejes: en uno informa sobre su servicio prestado a la tribu en las tareas relacionadas con el cumplimiento de sus costumbres y rituales religiosos, desempeño que le viene como herencia familiar dentro de la etnia; y en el otro, narra con mucho orgullo la misión que le asignaron las autoridades tradicionales en la lucha en contra de que las aguas del Río Yaqui se desvíen a la ciudad de Hermosillo con la operación ilegal del Acueducto Independencia.
La narrativa que despliega Jiménez Gutiérrez, es viva, directa, sin adornos retóricos, de mucho compromiso y de una gran identidad con la defensa del agua, el territorio y el progreso de la tribu yaqui. Denota una inteligencia natural, una gran memoria, acaso derivada de la fuerte tradición oral de la tribu. Su valentía es evidente. No hay quebranto en su carácter, a pesar de que en el cumplimiento de su lucha en contra del despojo del agua, padeció la difamación, el hostigamiento y finalmente el encarcelamiento, ordenado en septiembre del 2014, por el corrupto Guillermo Padrés.
Sin que se le escapen detalles, momentos y fechas; sin temor a recordar pasajes oscuros, Fernando Jímenez, cuenta que las encomiendas las recibió de parte de la Guardia Tradicional del Pueblo de Vícam. En varias ocasiones realizó viajes a la Ciudad de México, al Congreso de la Unión, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para darle seguimiento a los procesos jurídicos y a los amparos en contra del acueducto. También viajó a diferentes partes de la república para buscar la solidaridad con la tribu de otros pueblos y de otras comunidades indígenas del país.
No obstante la existencia de amparos en contra de la construcción del acueducto que desvía importantes caudales de las aguas del Río Yaqui desde el sitio del Novillo a la ciudad de Hermosillo, el gobierno de Padrés, alegando que él solo escuchaba la voz de su conciencia, atropelló todas estas disposiciones y en diciembre del 2010 le dio inició a la obra. Después un juez federal desplegaría la fuerza pública para detenerla, pero el cogollo de intereses privados vinculados a los negocios inmobiliarios en la ciudad capital y la descarada complicidad del gobierno de Calderón con el atraco, llevaron a Guillermo Padrés al señorío de la impunidad.
La reacción social en el sur de Sonora fue impresionante. A la sombra del Pacto del Río Yaqui, yoris y yoremes realizaron poderosas manifestaciones demandando el respeto al Estado de Derecho y la instrumentación de una política de gestión de más agua con la desalación y proyectos de gestión como el Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO). Guillermo Padrés estaba legal y políticamente derrotado. La “voz de su conciencia” le ordenó que era la hora del uso de la fuerza y la represión.
Y así lo describe Fernando Jímenez: al amanecer del 23 de septiembre del 2014, al salir de su casa, un vehículo particular le cerró el paso y descendieron tres personas armadas vestidas de civil. No le mostraron ninguna orden de aprehensión. Lo sometieron a la fuerza, le cubrieron con un trapo la cara y lo colocaron sobre el piso del vehículo. Uno de los captores le sostuvo con bastante presión una de sus botas sobre la cabeza. Así viajó por cerca de tres horas.
Durante este tiempo no dejaron de proferirle insultos de todo tipo y amenazas. Fernando dice que fueron tres horas de gran incertidumbre, pues no sabía quién lo detenía ni a dónde se dirigía. La tortura sicológica era para que se declarara culpable o inculpara a otros yoremes, directamente involucrados en la lucha, de crímenes fabricados, que iban desde el robo de vehículo hasta el homicidio.
El testimonio de Fernando, es una excelente síntesis moral de la resistencia de la tribu yaqui en contra del despojo del agua. Con la discreción y modestia de un soldado de la tropa yoreme, el prisionero político del gobierno de Padrés, no deja de cuestionar la conducta de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de instrumentar al Plan de Justicia para la tribu ordenado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Señala que la conducta de los directivos del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), y de las autoridades responsables del gobierno federal, no ha marcado su diferencia a la seguida durante los gobiernos de Calderón y Peña Nieto. Se sigue violando la ley y se desprecian las disposiciones judiciales que ordenan la suspensión y cancelación del Acueducto Independencia.
Al cierre de la entrevista, Fernando Jiménez , responde que por la defensa de las aguas del Río Yaqui, estaría dispuesto a ir a prisión de nuevo.