Nadie cree en el gobierno, nadie confía en autoridad judicial alguna. Seamos honestos el proceder de todas las instituciones que conforman el Estado mexicano, se han ganado con creces la sospecha de la sociedad
Juana María Olguín
Nadie cree en el gobierno, nadie confía en autoridad judicial alguna. Seamos honestos el proceder de todas las instituciones que conforman el Estado mexicano, se han ganado con creces la sospecha de la sociedad. Tristemente si un día llegan a hacer algo bien, vamos ni se nota en medio del desprecio permanente y constante que hay de esas instituciones hacia la población. Ahora mismo la escasa credibilidad que queda, Andrés Manuel López Obrador la hace excremento.
Ya destruyó el prestigio de la Auditoria Superior de la Federación (ASF) que, por depender del poder legislativo, se sentía una entidad fuerte, autónoma y con criterios sólidos, basados en la ciencia, en la academia, ah, pero se atrevieron a hablar de la porquería del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), el que ya no existe, solo una deuda a pagarse en 25 años, y el Dios sexenal se les tiró a la yugular y con su poder humilló, arrinconó al organismo ¿Quién le dirá a partir de ahora a la sociedad los actos de corrupción en que incurre la actual administración?
En el caso de Sonora cómo salvar la credibilidad del Supremo Tribunal de Justicia (STJE) cuando los magistrados son caprichos de cada gobernador. Dramáticamente en el pasado sexenio ocupó la presidencia de esa institución un don nadie que no contaba con las cartas credenciales para tal responsabilidad, pero eso qué importa, la voluntad del inquilino de palacio es lo que cuenta y se hizo lo que este ordenó. Luego se quedó allí como un florero más que le cuesta a la sociedad un ojo de la cara y a cambio de qué ¡un desprecio permanente y constante!
Ahora la evidente intención de López Obrador de someter al poder judicial en sí mismo es desastroso para el país, si no lo consigue por las buenas, lo hará mediante amenazas hasta doblar a los magistrados, que de por sí, son obedientes con el poder ejecutivo hasta la aberración.
Encima ningún juez cumplirá con su obligación de hacer valer las leyes y la Constitución, ¿cómo si será estigmatizado por López Obrador si a este así se le hinchan? Lo que está en juego es la división de poderes, esa que los comunes mortales no distinguen a menudo.
En asuntos locales hay indignación y mucha molestia por parte de vecinos de la colonia Centro por la aparente construcción de un hospital. Es un área vieja de Hermosillo con sus casas todavía de adobe y lo siguiente que notaron es que la calle Ignacia E. De Amante, que era de dos sentidos, de buenas a primeras la cambian a un solo sentido. Uno de los denunciantes explicó que aquello se volvió insoportable por los ruidos de la edificación, además de los peligros que sienten que los acechan.
“Hay tanques de gas que dan de espaldas, a la calle Benito Juárez, esquina con Fronteras, hay mucha gente adulta aquí, si pasa una desgracia, no podrá ingresar un carro de bomberos o la Cruz Roja”. Agregó que el ruido está obligando a los residentes a abandonar sus propiedades. No pueden más.
El denunciante además cree que los nuevos adquirientes de las casas ahora en reconstrucción son los responsables de una cantidad importante de palomas que aparecieron muertas así como gatos, las primeras habían encontrado cobijo en esos edificios abandonados por los dueños. Los segundos, pertenecían a los vecinos. Que es posible que los hayan envenenado.
¿Qué pasó señores del ayuntamiento de Hermosillo que no es necesario hablar con los vecinos, antes de construir? Lo de siempre no, se pasan por el arco del triunfo los derechos y garantías de la ciudadanía ¿a cambio de? Y el cambio de uso de suelo?