La reciente manifestación de los productores agropecuarios, en las afueras de la delegación de SADER, en Cd. Obregón, vuelve a exhibir la ausencia de un programa nacional para producir alimentos por parte del gobierno
Por Alberto Vizcarra Ozuna

La reciente manifestación de los productores agropecuarios, en las afueras de la delegación de SADER, en Cd. Obregón, vuelve a exhibir la ausencia de un programa nacional para producir alimentos por parte del gobierno. También exhibe una debilidad conceptual de los productores al presentarse como víctimas del abandono del gobierno sin asumir el papel protagónico que les corresponde para exigirle a este que cambie su política de sujeción al TMEC y haga real y efectiva la política de precios de garantía para todos los productores nacionales, sin excepción.
Transitamos por una crisis económica mundial, profundizada por la pandemia del covid19, que afecta a todas las actividades productivas y en particular la producción de alimentos. Realidad que amenaza en lo inmediato la vida de más de 300 millones de personas en el mundo y México no es la excepción en este cuadro dramático global. Un escenario que obliga al gobierno federal y a los productores a replantear la necesidad de un programa urgente de apoyo para lograr reactivar en un corto plazo nuestra capacidad de producción agropecuaria y tener autosuficiencia y soberanía alimentaria en los próximos 4 años.
Las áreas agrícolas del país destinadas a la producción de granos básicos, esto es trigo, maíz, frijol y arroz se deben de incorporar a un programa de producción nacional orientado al fortalecimiento del mercado interno y a la reducción en la dependencia de la importación de estos productos; lo cual implica una política general de precios de garantía sobre dichos productos.
Se deben de establecer metas físicas de producción a corto, mediano y largo plazo con relación a los requerimientos de consumo percápita de la población mexicana. Con esto los productores de tales productos no deben de permitir que el gobierno les cuelgue la denominación de «agricultura comercial» para tratar de justificar su falta de compromiso con la producción nacional de granos básicos. Una postura de este tipo de los productores rurales los vincula al interés nacional y a la población. De lo contrario la estrategia de aislamiento montada por el gobierno al presentarlos como un grupo que «pelea por sus negocios» y que para ello reclama apoyos gubernamentales, le va a seguir funcionando al actual gobierno que confunde autoconsumo con autosuficiencia.
Es momento de que los productores de granos básicos hagan específico su compromiso con la producción nacional y delimiten sus espacios respecto a los corporativos que viven de la especulación financiera en el mercado internacional de alimentos. Hay que ponerle ese desafío al gobierno de López Obrador y hacer de la movilización de los productores una movilización popular que rompa los esquemas ideológicos que están polarizando al país.