Que tierno, que los comerciantes de Hermosillo, exijan al gobierno estatal que los alumnos estén sentados en sus casas con los uniformes escolares puestos, ah claro ahora que la educación que, por la pandemia y la irresponsabilidad ciudadana, tendrá que ser de manera virtual
Juana María Olguín

Que tierno, que los comerciantes de Hermosillo, exijan al gobierno estatal que los alumnos estén sentados en sus casas con los uniformes escolares puestos, ah claro ahora que la educación que, por la pandemia y la irresponsabilidad ciudadana, tendrá que ser de manera virtual. Pero los empresarios quieren vender y exigen tonterías como si las necesidades tecnológicas y de infraestructura no fueran suficientemente apremiantes, para los niños que viven en pobreza.
Digo es entendible que la desesperación invada a todos, particularmente aquellos que tienen envidiables nichos de mercado y que la tienen peladita y en la boca como es la venta de uniformes y útiles escolares, además no solo es el traje formal sino además el de deporte, otro gasto y encima el sufrimiento de los padres de si las tallas son acordes con peso o tamaño de sus hijos, así que no todo en la pandemia está mal ¿se fijan?
Ya que ando en el tema de la educación, me pregunto si los pobrecitos directores y no dudo que los docentes van a tener que comprar para su uso papel sanitario y demás productos de limpieza e higiene que los muy ingratos pedían a los padres como si la prosperidad y abundancia reinara en cada hogar de Sonora. Ni se diga la infamia que cometían al pedir que todos los alumnos llevaran un paquete de 100 hojas blancas y un largo etcétera ¿Cada año creaban una papelería con tanto que reclamaban?
Las escuelas privadas ese es otro drama mayúsculo el peor es que mientras ellos te cobran los meses de julio y agosto, -período vacacional-, que dizque para pagarle al personal, nada, les hacían firmar contratos cuando iniciaban preparativos del ciclo escolar, y concluía el último día de clases. Además de las altísimas colegiaturas y las reinscripciones, ellos tienen en exclusiva la venta de uniformes, el formal y el de deportes, así como materiales educativos de manera monopólica. Nadie más maneja esa clase de textos, que conveniente. Lo cierto es que nadie lo denuncia a pesar de la prohibición.
Un detalle curioso que los niños que tomaron clases en Estados Unidos y luego vinieron al sistema educativo mexicano, muchos no superan el modo de enseñanza a gritos que hay aquí y nomás queda pagar escuela privada o quedarse en la frontera y cruzar a diario. Me pregunto habrán superado los pequeños los traumas por el abuso que hay de parte de los docentes ahora que están en casa o mamá y papá gentilmente han ocupado el sitio de tortura y abuso verbal. Es pregunta.
Fino y querido amigo me dijo que es un desastre la atención que brinda el Supremo Tribunal de Justicia (STJE) a la población y en especial a los abogados, quienes después de esta inactividad, necesitan moverse, conseguir sentencias en sus casos que quedaron parados por el cierre de esa institución, pero que es un chiste negro, de mal gusto lo que ocurre. Para empezar los litigantes tienen que pedir cita virtual y ya cuando tienen la entrevista, hay que enfrentar tres filtros para que les averigüen los qué, los cómo y los cuándos.
Si corriste con suerte y llegaste al tercer filtro es porque alcanzaste la gloria en la tierra y allí te deben facilitar el expediente del defendido, que tienes 45 minutos, aun cuando no haya más nadie queriendo ingresar a esa área. Este abuso institucional es contra abogados y en nombre de la pandemia, pero aquí va el peor de los agravios contra sí mismos: “los empleados van y vienen por alimentos, bebidas, a fumar un cigarrito a la vista de todos y lo más insólito e increíble, ingresan sin que les tomen temperatura. Señor presidente de ese poder judicial ¿qué usted no sabe que el buen juez por su casa empieza?
“Las demandas las reciben, pero para hacer bulto, porque no les dan curso, las guardan, para ese caso, mejor sigan cerrados y no hacen p… a nadie”, mensaje directo de un abogados. Justicia tardía es justicia denegada, pero a la burocracia del STJE les importa un reverendo pito. Ni hablar, que se le va a hacer.