No son pocas las porras, elogios, ponderaciones y oraciones que reciben desde la amplia plataforma de las redes sociales los médicos y enfermeras, quienes ya están atrincherados en la primera línea de batalla contra la pandemia del COVID 19 que empezará a mostrar su peor rostro en México en los próximos días y semanas

Por Alberto Vizcarra Ozuna
No son pocas las porras, elogios, ponderaciones y oraciones que reciben desde la amplia plataforma de las redes sociales los médicos y enfermeras, quienes ya están atrincherados en la primera línea de batalla contra la pandemia del COVID 19 que empezará a mostrar su peor rostro en México en los próximos días y semanas.
Al parecer el ánimo popular de reconocimiento a nuestros soldados de primera línea, no tiene el eco suficiente en las autoridades federales para que todos estos elogios se traduzcan en disposiciones presupuestales extraordinarias y suficientes que le permitan a médicos, enfermeras y personal de intendencia de los hospitales, contar con todos los instrumentos de protección a su propia salud a la hora del manejo directo e indirecto con los pacientes contagiados por el coronavirus.
Es admisible que los daños estructurales sufridos por el sector salud durante las últimas tres décadas de políticas económicas neoliberales que desestimaron la importancia estratégica de esta área de la economía, no se puedan revertir en unos meses, pero lo que no es admisible -y menos en la circunstancia actual- es que se le escatime presupuesto a los equipos de protección que requiere el personal de los hospitales de todo el país.
Quizá mi comentario tiene una carga sentimental, porque tengo familiares y amigos que se desempeñan como doctores en el sector salud. Lo que no tiene carga sentimental son los reportes que he recibido de ellos y de otros médicos sobre las marcadas carencias de equipo de protección que los hace vulnerables. Frente a la presente pandemia toda la dinámica hospitalaria tiene que ser reorientada para mantener a salvo a los que tienen la capacidad y la responsabilidad de salvar vidas.
Resulta verdaderamente inaceptable que esto esté ocurriendo. Si no se dispone de presupuesto para proteger a los que tienen el entrenamiento de poner a salvo nuestras vidas y en un momento dado rescatarnos de las garras de la muerte, todo lo demás podría resultar demagogia e hipocresía.
Soy un viejo militante en contra de las políticas derivadas del liberalismo económico y de su variante, el neoliberalismo. Por lo tanto siempre he reñido contra el dogma del equilibrio presupuestal y de la austeridad que obliga a sacrificar áreas estratégicas de nuestra economía.
No me importa con que adjetivo se quiera justificar la austeridad para no dotar a los médicos del equipo necesario que su protección requiere en esta guerra que apenas estamos iniciando. Si esta política se mantiene, el único nombre que le encuentro es austeridad criminal.
Si vas a continuar echándole porras a los doctores y no le vas a reclamar a las autoridades responsables la falta de equipo para su protección, es momento de que le des mayor utilidad a tú espíritu de animador.

