En la jerga popular, al político habilidoso y ladino, también se le conoce como marrullero. Algunos políticos piensan que la marrullería alcanza para todo. La viven como el principal instrumento para el manejo de crisis y creen que con esa argucia pueden entretener hasta al mismo diablo. Se creen tan marrulleros que menosprecian el consejo de no jugar con el diablo

Por Alberto Vizcarra Ozuna
En la jerga popular, al político habilidoso y ladino, también se le conoce como marrullero. Algunos políticos piensan que la marrullería alcanza para todo. La viven como el principal instrumento para el manejo de crisis y creen que con esa argucia pueden entretener hasta al mismo diablo. Se creen tan marrulleros que menosprecian el consejo de no jugar con el diablo.
El presidente López Obrador, confía mucho en ese tipo de habilidad para salir al paso a los problemas emergentes, posiblemente como resultado de la ausencia de un plan bien articulado para atender la crisis económica, ahora dramatizada con la emergencia de la pandemia. En el desencuentro con Ricardo Salinas Pliego y los intereses que representa, se mostró la frivolidad voraz del especulador y las limitantes de la marrullería. Se exhibió la improcedencia y fragilidad de sostener acuerdos sin advertir las consecuencias.
El torpedo lanzado por Salinas Pliego a través de su noticiero nacional de TVAzteca, en contra del Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, llamando a los mexicanos a no hacerle caso a las recomendaciones y a los dichos del funcionario, es el grito de advertencia de corporativos privados muy comprometidos con grandes inversiones especulativas en los mercados bursátiles, las cuales se encuentran en peligro si sus ingresos sobre apalancados en esos mercados disminuyen. Eso los hace militantes agresivos en contra de las medidas de salud pública tradicionales que, en este caso, obligan al cierre temporal de los negocios, principalmente del giro comercial que no está vinculado al consumo imprescindible de la población.
Previo al ataque contra López Gatell, que pusieron en boca del conductor del noticiero estelar de TVAzteca, Salinas Pliego, como le gusta, el 25 de marzo organizó una conferencia magistral. No tiene dificultades para conseguir público, porque sus empleados son el paisaje decorativo ideal para sus lances. En su alocución, el vendedor de motos lanzó una exaltada perorata en contra de las medidas sanitarias de aislamiento y de cierre temporal de empresas para disminuir la propagación del CORONAVIRUS. Todo su discurso fue en defensa del pueblo, incluso con ataques a la oposición política y a los fifis, que presionan al presidente para que sostenga las medidas de aislamiento.
Las frases de alto impacto de la conferencia, se difundieron ese mismo día por la noche en su noticiero. Se destacó su advertencia de que sobrevendría el caos si se continuaba con la cuarentena y le rescataron -al segundo hombre más rico de México- el momento en que expresó temor de que moriría de hambre.. En la gran depresión de los años veinte, banqueros y especuladores, no estaban amenazados con morir de hambre, pero algunos tomaron la equivocada decisión de tirarse por las ventanas de sus edificios, una vez que se enteraban de que sus acciones en la bolsa habían caído estrepitosamente.
Se engañan los que piensan que la ofensiva de Salinas Pliego es solamente porque no quiere pagar impuestos o quiere negociarlos. Eso siempre lo han hecho. El temor de este tipo de corporativos es el sobre apalancamiento que sus negocios mantienen en los mercados bursátiles, los cuales dependen de flujos corrientes de caja provenientes de su actividad comercial. De ahí les viene el apremio de que se rompa con las necesarias medidas sanitarias que incluyen el cierre temporal de empresas.
Los ataques críticos de este corporativo contra las medidas sanitarias del gobierno para atenuar la expansión de la pandemia, tienen este toque de ruptura, porque quizá se sientan engañados por el presidente, quien al inicio de la pandemia la minimizó, desafiando la recomendación del distanciamiento social con reuniones públicas donde saludaba gente y besaba niños. Todavía, casi en coincidencia con el discurso de Salinas Pliego, el 23 de marzo desde Oxaca y sentado en la mesa de una fonda, el presidente, invitaba a los mexicanos a salir juntos en familia a comer a los lugares públicos.
En la conferencia mañanera del 13 de abril, el presidente trató de forzar a López Gatell para que aceptara levantar la cuarentena a principios del mes de mayo, diciendo que a él le gustaría iniciar el levantamiento el 10 de mayo. Al decir esto se dirigió al subsecretario para que le ratificara la fecha. El funcionario dudó, no quiso comprometer fecha y posteriormente anunció que el distanciamiento social se extendería hasta el día último de mayo.
Eso fue lo que provocó el exabrupto de Salinas Pliego, colocado al frente de los intereses que con rostro lascivo observan con mayor atención la burbuja de sus ganancias especulativas que la pérdida de cientos de vidas que la pandemia ya está cobrando. El comerciante de Elektra se libera de toda culpa con una frase matona y popular: la vida tiene que seguir.
Lamentable que después del desplante obsceno de Salinas Pliego, el presidente salga diciendo que sus amigos cometieron un error. Ya no hay espacio para la marrullería y la falsa idea de que México se recuperará de la presente crisis coexistiendo con los intereses emblemáticos de una política económica neoliberal, esencialmente enemiga del desarrollo, la industrialización y la salud de los mexicanos.