Obsceno que Andrés Manuel López Obrador se declare experto en temas de las mujeres, cuando se vio forzado este miércoles a tener algo de decoro y no empezar con su “jalada” de vender cachitos para la rifa del avión, sin avión el próximo lunes 9 de marzo, día del paro nacional

Juana María Olguín
Obsceno que Andrés Manuel López Obrador se declare experto en temas de las mujeres, cuando se vio forzado este miércoles a tener algo de decoro y no empezar con su “jalada” de vender cachitos para la rifa del avión, sin avión el próximo lunes 9 de marzo, día del paro nacional. La andanada no debió ser para nada mínima, como para que el señor se viera obligado a retroceder y cambiar el inicio de su jalada máxima. La reclamación en su santuario de las benditas redes sociales, tuvo que ser tremenda como para que por primera vez reculara. El horno no está para bollos, ciertamente.
El cambio de planes para iniciar el show mediático, de vender cachitos del avión, no fue de gratis, tuvo que vomitar su clásica verborrea de: perteneció a una era faraónica, de lo que “nunca dijeron nada”. Maldito mentiroso farsante, pero verdad, no hay peor enemigo de López Obrador que él mismo. Ya el domingo peleó con sus paisanos de Tabasco a los que como si Comisión Federal de Electricidad (CFE) fuera de su propiedad, les dispensó la deuda histórica que tenían con esa dependencia, quienes se negaron por años a pagar por el servicio.
Ah pues ante la rechifla que le aderezaron, les prometió que enviará a Manuel Bartlett para que les de precio especial en la tarifa ¡Chingona la demostración personalísima de gobernar a su antojo y beneficiar al que se le hinchen! Pero bueno, pospuso la venta de sus cachitos, pero antes volvió a lo que es lo suyo denostar a todo aquel que tenga los tamaños para ponérsele enfrente. Y cierto que el movimiento no era contra él, ahora creo que ya se le identificó la clase de misógino que es, con todo y su declaración de hoy de casi feminista.
Ayer por la tarde se ahorcó un niño en Nogales, esa frontera triste en donde abunda esa pandemia de abandono de niños, que para colmo no le interesa a nadie. La excusa para la muerte del niño es que fue un accidente, seguro que sí: su nacimiento fue un accidente, su condición en la sociedad fue un accidente y que jugara con una piola, sin que nadie lo observara y se la quitara de sus manos, luego del cuello, sin duda es un accidente terrible accidente.
A ese accidente se le llama abandono paternal, abandono institucional, a esas criaturas nadie las ve, nadie las atiende, a nadie interesa y menos preocupa. La niña de apenas 3 años que fue robada, torturada y asesinada en Morelos, era ella y tres hermanos, la madre la única responsable de ellos, y no tienen casa. Viven, debajo de ramas, a la intemperie. De allí del monte, la criatura fue tomada y llevada ante la orfandad total, sin un Estado mexicano interesado en darle cobijo y auxilio a esa mujer y por ende a sus cuatro hijos. Es el país que nadie ve y mucho menos es capaz de atender.
Pero también veamos lo que subyace debajo de esa crueldad o modalidad de la violencia intrafamiliar, que es lo que sigue, de niños que no fueron paternados. Es un dolor grande, son enormes cicatrices de quienes en su infancia no recibieron la protección de sus padres y crecieron a la buena de Dios sin sentirse queridos y menos cuidados. Ahora en su edad adulta no saben como cuidar a sus hijos. No está dentro de sus habilidades y capacidades, dar lo que ellos no recibieron.
La violencia intrafamiliar engendra personitas sin recursos sociales, no saben cómo interactuar, como verbalizar sus ideas, se comunican con golpes, a hablar a los gritos. De adultos se va de fiesta y deja a sus criaturas pequeñas, algunas veces de meses de nacidos en un cuarto lleno de basura, infectado de fauna nociva, no tiene cómo querer proteger a su (s) vástago (s) de los peligros, si a ellos no le dieron eso, así que no tiene como darlo a otros. Y el gobierno es el principal problema de la sociedad, la que ahora se somete a un nuevo concepto de limosna oficial, para todos menos para el que trabaja, estudia, hace algo de provecho.