La agenda de lo absurdo

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La agenda de lo absurdo

Si alguien contribuye para hacer de lo absurdo parte de la agenda del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es el ex productor de novelas de TV Azteca, Epigmenio Ibarra, quien no tiene problemas para idealizar personalidades: antes lo hizo con el subcomandante Marcos, ahora lo hace con López Obrador

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Por Alberto Vizcarra Ozuna

Si alguien contribuye para hacer de lo absurdo parte de la agenda del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es el ex productor de novelas de TV Azteca, Epigmenio Ibarra, quien no tiene problemas para idealizar personalidades: antes lo hizo con el subcomandante Marcos, ahora lo hace con López Obrador. No pierde su espíritu vehemente al pasar de un bando a otro. Una vez que escoge al héroe, no hay mesura en el elogio, su experiencia en telenovelas y series televisivas, le dieron esta agilidad. Tampoco tiene problemas para subvertir valores y ensalzar la patología transgresionista de los capos del narcotráfico.

Los que se quejan de que las telenovelas y series sobre narcotraficantes idiotizan al pueblo y promueven el pesimismo, así como una imagen injusta de México y la perpetuación de estereotipos, tienen mucho que reclamarle a Epigmenio Ibarra, quien durante estos últimos años se hace ver como uno de los principales diseñadores de la estrategia mediática en torno a la personalidad de López Obrador. Ganó mayor influencia sobre el presidente después de que en diciembre del 2017 lanzó el documental que bajo el título “Esto Soy”, describe la vida de López Obrador, desde su niñez, hasta su pelea por la presidencia de la república. 

Se advierte que el productor de tele novelas y series sobre narcotráfico, es uno de los responsables de nutrir el proyecto mediático para hacer del avión presidencial la síntesis de todos los males que padece el país. La proyección de un imaginario popular en el que la población viva la sensación de una reivindicación justiciera con la venta o con la rifa del avión, sin importar que el andamiaje de la política económica que postró al país en un crecimiento mediocre durante los últimos treinta años y los puso por debajo de cero en el último año, se mantenga esencialmente vigente y sin ninguna modificación sustantiva. Epigmenio es prolijo en la fabricación de frases de impacto y de títulos. Solo le falta presumir que vivimos un neoliberalismo, pero sin corrupción.

En un video reciente, inserto en un periódico de circulación nacional, el propagandista, se jacta de que al siguiente día de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, él tomó sus cámaras para gravar las imágenes interiores del avión y poner al descubierto la ostentación y el derroche de los gobiernos anteriores. El productor es frenético en sus analogías históricas y compara la venta del avión o la rifa del mismo, con la epopeya de la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas. Así son los propagandistas; su características no es precisamente la mesura y la veracidad, por el contrario su cometido es la desproporción y la mentira. Goebbels dejó un amplio y dramático expediente al respecto.

Promotores mediáticos como Epigmenio Ibarra, hacen las veces del nutriólogo que solo le suministra carbohidratos y azucares al deportista, haciéndole ganar energía inmediata, sin importarle que a la postre este pierda masa muscular y potencia para llegar a la meta. Desgraciadamente nutre al presidente con los platillos que le gustan, y no con los que lo pudieran permitirle llegar victorioso a la meta. El peor saldo de estas operaciones mediáticas, es la despolitización de la población a quien con lo espectacular se le oculta la realidad de las adversidades que en materia económica y de seguridad mantienen al país al borde del precipicio.

El proceso de masas que se expresó en las urnas en la elección presidencial, no es un accidente cuyo ímpetu transformador puede ser sofocado con la imposición de debates gobernados por lo absurdo. Los pueblos son como ríos que irremediablemente buscarán salir al mar de la justicia, y esta no se encontrará en los confines de la política económica neoliberal tan denostada por los discursos del presidente pero tan vigente en el ejercicio de su gobierno.