La desaparición de personas registra un auge pavoroso, el mismo que se conoce solo a través de redes sociales, donde las familias claman a sus amigos, conocidos, por ayuda o por información para localizar a los suyos
Juana María Olguín
La desaparición de personas registra un auge pavoroso, el mismo que se conoce solo a través de redes sociales, donde las familias claman a sus amigos, conocidos, por ayuda o por información para localizar a los suyos. Por eso hoy, como lo he hecho otras veces, clamo a esos señores que se los llevaron, que tengan compasión y misericordia por las madres, esposas, hijos y hagan saber dónde los dejaron. En que les puede perjudicar, nadie buscará más que esos restos morales.
En medio de todo, las familias se manifiestan atemorizadas porque a través de sus hijos, hermanos, saben de ese sub mundo de las adicciones, de todos los riesgos que implica. Y ahora están desaparecidos y casi asumen que ya no se encuentran en este plano terrenal. Pero quieren rendirles tributo y darles cristiana sepultura.
Tengan compasión de estas madres que ya padecieron la desolación de no poder sacar a sus hijos del consumo de drogas, que por lo menos puedan recuperar lo que sea que quede de ellos y poder llevarlos a una tumba. Ojalá que algo de conmiseración quede en quienes se los llevaron.
En estos mismos asuntos, es aterrador la experiencia que vivieron los niños de Empalme ayer por la mañana cuando se encontraban unos dentro de las aulas, unos más en el patio en actividad física cuando de pronto escucharon el sonido -ahora ya- inconfundible de un arma de fuego. Que eran pasadas las 8 horas cuando se oyó el zumbar de balas y toda la comunidad académica entró en crisis, es entendible si se les olvidó como operar una situación de riesgo de esta naturaleza.
Con los menores resguardados en los edificios, se enteraron que habían asesinado a un joven en la plaza pública. Allí estaba el cuerpo inerte y el matón ya se había dado a la fuga. Las autoridades cuando contabilizan daños, pérdidas solo se refieren a personas que mueren o son heridas, pero de las afecciones emocionales, psicológicas, mentales de los niños, nada se dice.
Hay algún experto en salud mental que nos ilumine en cómo afectará a esos pequeños enfrentar esas imágenes esos sonidos, que son violencia pura, crueldad extrema. La Secretaría de educación y Cultura (SEC) algo tienen que hacer y ya en carácter de urgente.
El sábado anduve por el panteón del Sahuaro o el ex de las manitas -hasta eso se llevó María Dolores del Río cuando alcalde- y dioses del Olimpo aquello es una porquería mayúscula, es solo basura. Miserables calles en las que apenas cabe un carro, además son arroyos que ponen en peligro las unidades. Es un abandono total y por supuesto la gente se despacha con la cuchara grande. Lo mismo arman tremendas borracheras, música a todo volumen. Un desorden total.
Estamos rodeados, me dije. Es un abandono en toda la plana que da miedo, mucho miedo.
Por último les digo que es agotado el discurso de López Obrador, en su recorrido por Sonora se declaró cristiano y que como tal reivindicaría a los pobres, así les dijo a los indígenas y se le olvidó que bajo ese eufemismo llegaron los españoles a colonizar a los nativos en México. No se da cuenta lo nocivo y peligroso que es combinar religión, fanatismo y política y que por sobre todas las cosas ¡Tiene la obligación suprema y constitucional de gobernar para todos, punto!
Así sean fifis, conservadores. Como tacha a todo aquel que no lo idolatra. Para colmo sus proyectos: aéreo, energético, programas sociales son de dudosos resultados. Y no menos preocupante es que no habrá dinero que le alcance. Ya lo verán.