Greta Thunberg: rostro nuevo en el reciclaje de un mito

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Greta Thunberg: rostro nuevo en el reciclaje de un mito

Las tragedias de Esquilo, refieren que la difusión del temor y el pánico sobre los pueblos, ha sido, desde épocas milenarias, el mejor mecanismo de control y sujeción de las sociedades

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Por Alberto Vizcarra Ozuna

Las tragedias de Esquilo, refieren que la difusión del temor y el pánico sobre los pueblos, ha sido, desde épocas milenarias, el mejor mecanismo de control y sujeción de las sociedades. En particular el temor a que los considerados mortales  -los que no pertenecen a las minorías beneficiadas por los favores de los dioses- tengan acceso al conocimiento y al uso de la tecnología (fuego). El temor de los dioses siempre fue que los mortales se “contaminaran” de la emoción que los pondría fuera de su control: la esperanza. Sofocar la esperanza es una vieja tarea de la tradición oligárquica, de los que se viven como herederos de los favores de los dioses dominantes.

“No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico”, una de las frases de impacto elaboradas para usurpar la mente de la adolescente Greta Thunberg, convertida en cuestión de meses en un icono mundial de la ideología ambientalista que por cinco décadas se ha usado para difundir la llegada de una especie de armagedón climático que acabará con el planeta. La frase utilizada por Greta, parece extraída de los delirios estrambóticos de Nietzche y fue pronunciada en enero de este año en el Foro Económico Mundial de Davos. 

En tan solo seis meses la adolescente ha recibido la acogida, además del Foro de Davos, el del Parlamento francés, el Comité Social Económico Europeo, la Cumbre de Acción Climática de la ONU y la recepción de personalidades como el Secretario General de las Naciones Unidas, además de dirigentes de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. Es evidente que no se trata de un fenómeno mediático resultado de la espontaneidad.  El premio de la fama que a un rock star le lleva años y a veces décadas de picar piedra desde abajo, a Greta Turnberg le llevó semanas y empezó desde lo alto. Nació junto con la fama.

Ella no debe ser el sujeto de la crítica. Indudablemente su convicción atiende a un sentimiento real. El miedo junto con el regalo de la fama la atraparon. El abuso es  de quienes se aprovechan de la vulnerabilidad de su adolescencia y sus capacidades diferentes, que la hacen presa fácil de ser sumergida en una visión sobre enfocada y alejada de la exigencia de un gran angular. Ella insiste en que quiere que todos experimentemos el temor que siente todos los días. Efectivamente la convirtieron en una  nueva portadora del miedo estimulado por una ideología que ya ha usado otros rostros con personalidades menos impactantes.

Se trata del uso de un rostro nuevo, en la promoción de un mito viejo. El mito elaborado desde finales de los años sesenta, cuando los organismos supranacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, alentaron la conformación del infame Club de Roma, quien masificó la tesis fraudulenta sobre la finitud de los recursos naturales y con ello la consecuencia de establecer un límite al crecimiento, en particular imponiendo políticas que impidieran la industrialización y el acceso a la ciencia y a la tecnología de los países del tercer mundo. Fórmula con la que se proponían explícitamente la reducción de la población y su ritmo de crecimiento, calificado por estas instancias en aquellos años como la amenaza principal para la humanidad.

Ahora la tesis fraudulenta que se masifica es la excesiva emisión de dióxido de carbono, resultado de la agricultura moderna y de la actividad industrial, que supuestamente son los causantes de un sobrecalentamiento de la tierra y que si continúan provocarán un colapso ecológico de dimensión planetaria. Pero el propósito sigue siendo el mismo: interrumpir los procesos industriales de los países desarrollados y negarle ese derecho a las naciones del tercer mundo. La utopía no esconde su locura, se proponen una regresión o reencuentro con la naturaleza, que reclama el sacrificio de millones de seres humanos que morirían en una profundización del hambre, las guerras y las epidemias.

 Hay malas noticias para los abusadores de la inocencia de Greta Thunberg, el mundo sigue teniendo esperanza. Los gobiernos de las naciones donde habita la mitad de la población mundial, no han aceptado el fraude asociado al calentamiento global y no han detenido su proceso de industrialización y modernización. Países como China, gracias a un portentoso impulso en las grandes obras de infraestructura para gestionar agua y energía, en menos de treinta años lograron sacar a más de setecientos millones de habitantes del hambre y  junto con la India y Rusia  tienen una agresiva política de conquista del espacio y de reverdecimiento del planeta, logrando en menos de veinte años aumentar las áreas verdes en un equivalente a las selvas tropicales del amazonas.