Como si se rebobinara un casete y lo ocurrido en Sonora entre el 2009-2015 se extrapolara al actual gobierno federal, así se percibe la escalada de incompetencias, decisiones autoritarias y populismos estúpidos, que se complementan con desacatos a mandamientos judiciales, que con todo descaro anuncia el presidente Andrés Manuel López Obrador

Como si se rebobinara un casete y lo ocurrido en Sonora entre el 2009-2015 se extrapolara al actual gobierno federal, así se percibe la escalada de incompetencias, decisiones autoritarias y populismos estúpidos, que se complementan con desacatos a mandamientos judiciales, que con todo descaro anuncia el presidente Andrés Manuel López Obrador.
También Guillermo Padres ganó la gubernatura de Sonora mediante un discurso populista y promesas a granel, que así como ocurre con “El Peje Lagarto”, no sólo no cumplió, sino que emprendió políticas públicas a contracorriente de lo que hizo creer a los ciudadanos, y si en materia de corrupción fue hasta seis o siete meses después de asumir su encargo que el de Cananea lució sus largas uñas, en la 4T está ocurriendo lo mismo, guardando gigantescas proporciones.
Y los efectos entre los comunes mortales no se hacen esperar, ya que en materia económica, actualmente las cosas lucen hasta peores que durante el rampante padrecismo, de lo cual se escucha por donde sea, incluso entre los presuntos reductos receptores de la filantropía lopista, con escalada alcista de bienes y servicios, morosidad de pagos y lento flujo financiero.
Incluso, nos consta en carne propia, que la crisis económica en que sumió la corrupción padrecista al Estado de Sonora, es cosa de niños frente a lo que ocurre con la cuarta transformación, cuyas dádivas asistencialistas tienen escaso rendimiento frente a la voracidad del mercado.
Hacerle al palero, subirse al tren de la corrupción y pactar con incompetentes para gobernar, fue la estrategia de quienes les fue bien con Padrés y su pandilla y todo indica que con López Obrador ocurre lo mismo, aunque como bien se sabe, eso aplica sólo para reducidas minorías y sectores elite, que también como se sabe, no son dados a chipear beneficios.

Al escuchar a López Obrador cuando descartó que vaya suspenderse la construcción de su aeropuerto en Santa Lucía por los recientes amparos de la justicia federal en contra de esa obra, pareció una calca al carbón de aquel Guillermo Padrés cuando con la manita en la cintura, pasó por encima de recursos legales similares para construir su acueducto El Novillo, sin atender cuestiones ambientales ni derechos de pueblos originarios.
La prepotencia y el autoritarismo del poder en toda su magnificencia representó en ese entonces el ratero exgobernador de Sonora y así comienza a lucir quien con toda la maña necesaria ha dejado de lado los procesos de licitación para adjudicar de forma directa millonarias obras y adquisiciones, con solo crear de forma artificiosa las condiciones de emergencia que justifiquen la comprobada fórmula que abre amplias avenidas a la macro corrupción oficial.
Analistas de reconocido prestigio de corte internacional e incluso nacionales, ya reconocen que México va en ruta hacia el despeñadero, destino fatal en el corto plazo, si no se imponen retenes y se le pone un bozal al presidente López Obrador, obligado además a dar operatividad a ese gabinete que hasta ahora está en calidad de florero y experto en solo decir, “lo que usted diga señor presidente”.
Ese deja vu premonitorio que sentimos al escuchar a López Obrador este viernes por la mañana nos puso los pelos de punta, luego de nuestra experiencia de seis años con Padrés y sus secuaces, cuando ahora y para acabalarla de amolar, percibimos y resentimos condiciones aún más difíciles, dado el gradual constreñimiento de la economía regional y un gobierno estatal como pasmado, en su comedimiento por quedar bien con un gobierno federal que le aplica el rigor de forma impune en materia presupuestal.
El hecho es que contrario a cualquier expectativa, de plano hay mucho parecido en el actual presidente de la república y el que anda por ahí con un localizador GPS fijado en una de sus patas, corroborando aquello que los opuestos tienden a atraerse o que sencillamente nunca fueron opuestos, porque si uno se rodeó de un equipo de incompetentes, el otro también; que prometió un altero así de beneficios para seducir al electorado y no cumplió, el otro de igual manera; que a uno le valió madre la piedra angular del sistema jurídico nacional, el amparo, a este también, que uno ejerció un gobierno de improvisaciones y ocurrencias, pues también este, y que Padrés por vocación fue prepotente, soberbio y autoritario, pues qué pero le ponen a López Obrador y a su caterva que lo imita.

Para vergüenzas no gana uno con este presidentito que tenemos en este país, ya que hasta le resulta natural ir de su sociopatía hasta la bipolaridad, porque es sumamente complejo entender cómo es que hace unos meses exigió al gobierno de España pidiera perdón por los agravios durante la conquista y la colonia y ahora, en el 80 aniversario del exilio causado por el franquismo, se muestra fraterno-hermanado y hasta gritó un ¡Viva España!.
La supina y genuflexa negociación con el gobierno de Estados Unidos en materia de migración constituye un golpe histórico a la dignidad del pueblo de México y el responsable es nada más y nada menos del que menos esperábamos, a partir de su nacionalismo discursivo que ahora sabemos se trataba de vulgar patrioterismo y pura demagogia.
Decepcionante con todas sus letras la gestión de López Obrador, cuyo actuar asemeja a un torpe niño tratando de jugar con una compleja maquinaria o ese hablantín impropio bueno para nada que todo lo quiere resolver con palabrería y que por lo regular siempre le sale más caro el caldo que las albóndigas.
Lo grotesco más reciente son aquellas florituras antiburguesas que lo hicieron rechazar vivir con su familia en Los Pinos para no ofender a los millones de mexicanos pobres y ahora se sabe que en los siguientes días se irá a habitar el Palacio Nacional o sea desde una posición antiburguesa se encaramó a hasta la aristocrática realeza, sin importar que dicho menaje arrebate espacios de trabajo a 200 burócratas federales.

Pues como ven, nos está yendo de la chingada y todo indica que las cosas van a empeorar, cuando ya nuestros ajustes a la baja en calidad de vida resultan insuficientes y hay que apretar más, ya que no se ve por donde podrían haber reacciones de recuperación, al menos en nuestro reducido entorno.
Y la cereza del pastel de esta fallida cuarta transformación es en lo referente a la violencia criminal que azota a las principales ciudades de la entidad y que a nivel nacional ya supera con creces el saldo fatal que se registró en el arranque de pasadas administraciones, por más jacarandosos y engolados sean los discursos del camaleónico secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño.
Muchos muertos ya van en los últimos días en Agua Prieta, Hermosillo, Guaymas, Empalme y Cajeme, de acuerdo a lo que se sabe porque han caído a plena luz del día producto de celadas, enfrentamientos, sin que se sepa cuántos más habrá de esos que son levantados y luego ejecutados en despoblado.
Difícil para ayuntamientos y el gobierno estatal lidiar con dicha confrontación cuyo combate y responsabilidad corresponde a la federación, aunque sin embargo, la lucha se le hace al menos a nivel Estado, que como también en el caso de los ayuntamientos, ha resentido recortes presupuestales en materia de seguridad pública y se tienen que ajustar a precarias condiciones operativas.

Ya muy lejano quedó aquella amnistía y perdón que ofreció en campaña López Obrador a integrantes y cabecillas de bandas del crimen organizado, quienes al parecer tampoco atendieron su convocatoria de que en lugar de balazos den besos y abrazos y mucho menos se percibe que esos tres mil pesos o más mensuales que distribuye la federación entre jóvenes ninis, los hayan disuadido de entrarle a la malandreada, porque los muertos que aparecen todos los días, en su mayoría jóvenes, pareciera poda: cortan o matan a uno y brotan tres o cuatro más.
Por lo demás, sabe si sólo sean figuraciones nuestras, pero como que ya es una constante y lugar común el que en el congreso del Estado el tema más recurrente es el relacionado con cuestiones de sexo o intrínsecamente ligadas a prácticas sexuales y sus derivados, que van desde la equidad de género; respeto a tendencias y costumbres sexuales, promoción de libertades y facilidades legales para redefinir identidad genérica e incluso, hasta en el ayuntamiento de Hermosillo se impulsan sanciones en contra de quien piropee a mujeres, si que se sepa si tal agravio lo será solo si se hace en la vía pública o se extenderá también en lo privado.
Ese sexismo legislativo, por decirle de alguna manera, es un tema sumamente obsesivo particularmente para la bancada de MORENA y también para el diputado Rodolfo Lizárraga, aunque en su caso pudiera tratarse de razones obvias, aunque en su caso complementa dicho activismo con mucha gestión social en su distrito con cabecera en Guaymas, no así en el caso de sus congéneres de la bancada de al lado donde se mantienen absortos en su propósito de revolucionar la sexualidad de los sonorenses a través de reformas a códigos y leyes.
A ver con que salen en estos días luego de la puntada de Yumiko Palomarez que propone que el cambio de nombre y género en actas de nacimiento sea un trámite de voluntades o de esos otros y otras que suponen insultos cuando escuchan la canción De Dónde es el Perro Mocho o La Cosecha de Mujeres Nunca se Acaba o creen que Tiburón a la Vista es exhibicionismo indecente, y así.

Por lo pronto, a la legislatura estatal le urge entrarle a temas con efectos benéficos para todas y todos y dejar de obsesionarse con enfoques casuísticos, focalizados y que sólo exhiben sus limitaciones intelectuales.
Y nos comentan, nos aseguran que los días de Rosario Quintero como alcaldesa de Navojoa están contados y que es cuestión de ya muy pocos elementos para que se fundamente el proceso de revocación de mandato en su contra, como efectos de documentados actos de corrupción y decisiones violatorias a la ley y a la Constitución.