Por los últimos treinta años, la política económica se ha decidido desde la Secretaría de Hacienda. Al parecer, los alcances de la Cuarta Transformación, no se proponen revertir este esquema que hace desmerecer las facultades del ejecutivo federal. Así la galería de presidentes de todos estos años, a la hora de la toma de decisiones relacionadas con la política económica, pasaron a ser simples floreros. Andrés Manuel López Obrador, se resiste a ser florero, pero no cambia esta situación

Alberto Vizcarra Ozuna
Por los últimos treinta años, la política económica se ha decidido desde la Secretaría de Hacienda. Al parecer, los alcances de la Cuarta Transformación, no se proponen revertir este esquema que hace desmerecer las facultades del ejecutivo federal. Así la galería de presidentes de todos estos años, a la hora de la toma de decisiones relacionadas con la política económica, pasaron a ser simples floreros. Andrés Manuel López Obrador, se resiste a ser florero, pero no cambia esta situación.
El tecnócrata de Carlos Urzúa, Secretario de Hacienda, se ha encargado de imponer la profundización de los recortes presupuestales que exige el sector financiero y el Fondo Monetario Internacional. Al presidente le han asignado la tarea de que justifique, en buen romance, esta política, con el término de austeridad republica, en la presunción de que no es austeridad mala, sino buena, porque se propone disipar el dispendio.
El recorte anunciado a las estancias infantiles y guarderías, muestra el peor rostro de la política de austeridad. El Secretario de Hacienda, quien lanzó la primera piedra al respecto, se puso muy tierno y dijo que lo bueno de este recorte es que el poco dinero disponle se le entregaría a los abuelitos para que suplan a las guarderías cuidando a sus nietos. Cuando corrió la noticia algunos llegaron a pensar que los dichos del funcionario se trataban de fake news, pero no, los sostuvo frente a la reunión plenaria del grupo parlamentario de MORENA y luego el presidente lo confirmó en su conferencia matutina.
Si algún sector de los servicios prestados por el estado, ha sufrido daños estructurales durante las últimas tres décadas de políticas económicas neoliberales, es el sector salud y particularmente el IMSS. Desde el gobierno de Miguel de la Madrid se empezaron a saquear fondos de la institución, que constituían reservas no solo para proteger el sistema de pensiones de sus trabajadores, sino también para proyectar inversiones en construcción de edificios, mejoramiento en los Centros de Especialidades Regionales y por supuesto para fortalecer el excelente sistema de guarderías a cargo de la dependencia.
El modelo nacional de referencia para las guarderías infantiles, eran las del IMSS, cuyos estándares establecen el empleo de enfermeras, doctores, nutriólogos, psicólogos y trabajadoras sociales, además del personal de intendencia y la cocina. Poner todo eso en manos de un abuelo implica donarle una capa de super man.
Vino el estancamiento económico derivado de la sujeción incondicional de México a los poderes financieros y esto debilitó las capacidades de la institución. La contracción económica disminuyó las tres principales vertientes de suministro de fondos, esto es los provenientes de los trabajadores, los empresarios y el gobierno. Se empezó así el desmantelamiento del sistema de guarderías con el recurso de la subrogación.
Se dijo en forma directa: el propósito es que la atención a cada niño nos cueste menos. Y efectivamente en los últimos veinte años que se instrumentó el esquema financiero de la subrogación, se redujeron costos por niño en cerca de un ochenta por ciento. Los beneficiados con la concesión, también aplicaron el mismo criterio: buscar reducir costos para obtener mayor ganancia por niño. Operaciones financieras y monetaristas a costa de estancias infantiles y guarderías que en muchos casos no cumplen las condiciones mínimas de seguridad. El gobierno como que les paga y ellos como que cuidan a los niños.
No son pocos los elementos contradictorios que se muestran en el discurso presidencial. Pero el mayor, es sostener el rezo en contra del neoliberalismo y en un asunto tan sensible como el de las guarderías, tomar a pie juntillas el recetario neoliberal obedeciendo lo dispuesto por la Secretaria de Hacienda.
Lo que se reclama es revertir esta política y fortalecer presupuestariamente el sistema de estancias infantiles y guarderías. Hay que restituir los estándares establecidos por el IMSS y que las guarderías subrogadas cumplan estas normas, al mismo tiempo que se recuperan las capacidades del sector salud para la prestación de este servicio. Llevarle justicia a la población implica necesariamente vigorizar estas instituciones y no la desconcertante idea de repartir dinero a los abuelitos para que cuiden a los nietos.
Hay que hacer válida la exigencia: “con los niños no”.