Creo y seguiré creyendo en la corresponsabilidad ciudadana para solucionar los grandes problemas que nos aquejan como país. En la misma medida que como ciudadanos contribuyamos a una solución, encontraremos las respuestas que nos encaminen al bienestar social
Sin Medias Tintas
Omar Alí López
Creo y seguiré creyendo en la corresponsabilidad ciudadana para solucionar los grandes problemas que nos aquejan como país. En la misma medida que como ciudadanos contribuyamos a una solución, encontraremos las respuestas que nos encaminen al bienestar social.
Es verdad que para alcanzar ese estado de bienestar no ha contribuido en nada la declarada corrupción entre la clase política y empresarial, pero también es cierto que no contribuye el justificarnos siempre bajo ese mismo argumento para no alcanzarlo.
Lo más común de la naturaleza humana es buscar justificaciones para no asumir compromisos. Desde el argumento de que “nunca me lo enseñaron”, “mis padres jamás me obligaron a hacer eso” o el “yo nunca vi a mi mamá haciendo eso”, hasta el más avasallador de todos: “no es mi responsabilidad”, todos son utilizados convenientemente para eludir comportamientos y conductas.
Tengo la teoría de que el sentido común debe contribuir al razonamiento en algunos aspectos ante la falta de educación del hogar, pero esa facultad para juzgar razonablemente las cosas está desapareciendo lamentablemente. Esto se debe sin duda a la enorme velocidad de los cambios tecno-sociales que enfrentamos desde los últimos 30 años, pero que se han agudizado a partir del nacimiento de las redes sociales.
El sistema educativo ha sido incapaz de “enseñar” el sentido común, ya que es prácticamente imposible construir donde no hay cimientos, y las dinámicas propias de la educación no permiten que los planes de estudio se detengan ante tal nimiedad. Pero no hablamos de algo menor, sino de un verdadero auxiliar para juzgar las cosas a las que nos enfrentamos de forma cotidiana. Sin ese sentido seríamos incapaces de saber distinguir todo lo que nos rodea, como el mal, el bien, la ignorancia y la razón misma.
El mismo sentido común nos dice entonces, que el esquema del gobierno paternalista está superado, así como el dogma de que el Gobierno tiene la obligación de resolver todos nuestros problemas.
El inconveniente es que los gobiernos actuales siguen insistentes en darnos con la realidad en la cabeza (A lo mejor por eso ya ni pensamos). Una realidad en donde los intereses políticos están por encima de los intereses de los ciudadanos y en donde los pactos y acuerdos en lo oscurito son más la norma que la excepción en la conducción de los gobiernos. Es más, hasta son capaces de violentar la Ley… y hay quienes le aplauden la acción.
Algunos gobiernos incluso disfrazan su incapacidad para gobernar con creativas formas de participación ciudadana para supuestamente solucionar problemáticas, y se auxilian de la alharaca mediática y en redes sociales pagadas para incrementar la percepción de que son incluyentes y resolutivos.
El sentido común debería bastar para distinguir la realidad, pero como lo dije anteriormente, se está perdiendo esa capacidad para juzgar.
El detalle, como siempre, es que las y los ciudadanos terminaremos pagando las consecuencias y el deseado bienestar no llegará todavía. A menos, claro está, que nos demos cuenta de una buena vez de que si no llega es porque no lo decidimos y no actuamos.