Dios perdona, pero la naturaleza no

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Dios perdona, pero la naturaleza no

La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), agregó un nuevo dato al episodio de sequía que pesa sobre la Cuenca del Río Yaqui. La dependencia sostiene que la ausencia de lluvias en este año no se registraba con tanta severidad desde hace sesenta y ocho años

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Por Alberto Vizcarra Osuna

La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), agregó un nuevo dato al episodio de sequía que pesa sobre la Cuenca del Río Yaqui. La dependencia sostiene que la ausencia de lluvias en este año no se registraba con tanta severidad desde hace sesenta y ocho años.

El fenómeno mantiene al sistema de presas de la cuenca, en condiciones precarias y los valles del Yaqui y Mayo se han catalogado, según la CONAGUA, en una situación de extrema sequía. El cuadro es grave, pero no debe de sorprender, mucho menos darle lugar a la fatalidad envuelta en la propaganda del cambio climático.

Los estudios sobre los escurrimientos históricos en la Cuenca del Río Yaqui, acusan con toda claridad una conducta errática. Registros de grandes avenidas, intercalados con periodos de sequía. Conducta consecuente con una región semidesértica, cuya disponibilidad de agua ya ha sido rebasada por la demanda de los requerimientos relacionados con el consumo humano, los servicios, la industria y la agricultura.

Lo que es inadmisible es que la misma CONAGUA, que admite esta realidad, haya sido la principal instancia cómplice del gobierno corrupto de Guillermo Padrés, quienes se prestaron como instrumentos de los intereses privados para imponer el pernicioso Acueducto Independencia, cuya operación ilegal empeora este cuadro de sequía para el sur de Sonora, al estar desviando volúmenes de agua a la ciudad de Hermosillo.

Es momento de que en atención a estos indicadores, la CONAGUA atienda la demanda de la gobernadora del Estado, Claudia Pavlovich Arellano y de amplios sectores de la población sonorense, y se disponga la partida presupuestal solicitada para el proyecto ejecutivo del módulo de la desaladora que desde el sitio del Cochorit (Guaymas-Empalme) le proporcionará agua desalada a la ciudad de Hermosillo.

La naturaleza nos indica ahora, como lo hizo antes, de que construir el Acueducto Independencia, nunca fue una buena idea. Su inviabilidad técnica radica en un hecho muy simple: no le aporta más agua a un estado que es deficitario en la disponibilidad del recurso y se propone el insostenible propósito de repartir lo que no alcanza.

Con la misma intensidad que hemos demandado la cancelación de la operación ilegal del acueducto, hemos asumido la responsabilidad por una política de gobierno orientada a la gestión de más agua con proyectos como la Desaladora Sonora y los de mayor alcance como el Plan Hidráulico del Noroeste.

Escuchemos lo que dice la naturaleza, porque es inclemente y no perdona.