El sistema de mercadeo que operan bancos y telefónicas enloquecen, es un acoso salvaje. Son los llamados Call center donde el personal jode todo el día para ¡venderte cosas que no quieres comprar! Es la despersonalización total del servicio y la violación a tu privacidad ¿Cómo pasó?
Juana María Olguín
El sistema de mercadeo que operan bancos y telefónicas enloquecen, es un acoso salvaje. Son los llamados Call center donde el personal jode todo el día para ¡venderte cosas que no quieres comprar! Es la despersonalización total del servicio y la violación a tu privacidad ¿Cómo pasó?
Este miércoles dos eventos de personas enfermas, una de ellas en la Cd. de México que intentó suicidarse. Aparentemente esta persona a quien le acaban de hacer un trasplante de riñón se salió de sus cabales cuando le hicieron cuentas y le resultó un adeudo de 500 pesos y eso lo hizo salir por una ventana del nosocomio donde se encontraba en tratamiento. Fue convencido por un socorrista para que no se tirara de la cornisa y volviera al interior del edificio.
Por lo que entiendo esa persona o tuvo una intoxicación medicamentosa o sufre de sus facultades mentales, cómo te vas a volver un suicida, cuando te salvaron la vida con la donación de ese órgano y a las primeras de cambios te quieres cortar la existencia.
En Ciudad Obregón un señor de unos 70 años se tiró del tercer piso de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAEM) del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) número 2. Con todo el dolo posible, no quieren asumir ninguna responsabilidad por lo ocurrido al grado que ni siquiera quieren reconocerlo por su nombre, tampoco acreditan que sea derechohabiente. Crueldad extrema e innecesaria.
No hace sentido que digan que lo atendían en el área administrativa donde lo “estabilizaban”, ah caray no sabía que ahora los contadores o secretarias saben medicina para ayudar a los enfermos. Luego el señor saltó y murió. Es tan terrible todo lo que padece la gente en ese organismo, es deplorable como tienen que firmarte el mismo papel tres funcionarios y si uno de ellos no está pues a echarle paciencia al asunto, hasta que el ingrato le dé la gana retornar a sus obligaciones, si no, pues a volver otro día. Al cabo que tu vida, tu tiempo, tus obligaciones no importan.
Cuando ya tienes la hoja con la firma de todos los fulanos, te mandan al archivo a confirmar que eres derechohabiente, y que estas vigente ¡Jesús del Huerto!! Porque te hacen dar tantas vueltas, si ni siquiera tienen la certeza que mereces servicios de esa institución.
Por estas fechas el año pasado esperaba a un funcionario para una firma más en una de tantas hojas, y en eso llegó una señora, se le notaba que no estaba bien de sus facultades mentales. Venía desde Nacozari a Hermosillo. La médica que la atendió le hizo una operación ambulatoria en su seno con cáncer y en el mismo día retornó a su ciudad, el camión estaba por salir. Pero no había acudido a trabajar la secretaria del director y es quien paga los viáticos a pacientes foráneos y la pobre mujer tenía hambre y no había quien le diera su dinero para alimentarse. Impotencia de no poder defenderla o ayudarle de alguna manera.
Así este pobre hombre, al que no quieren identificar como paciente, de dónde iría hasta Obregón, para que le dieran cualquier excusa para no ayudarle en su sufrimiento físico, emocional, psicológico, mental. A veces es tan poco lo que ocupa la gente para sanar: un oído, unas palabras de aliento y esperanza. Mientras esto sucede en todo Sonora, el director, Mikel Arriola regala el dinero y los recursos humanos del organismo a personal penitenciario y a los presos, que estaría bien, si los servicios a la población derechohabiente fueran medianamente buenos.
Estoy harta del sistema de mercadeo que operan bancos y telefónicas. Creo fehacientemente que intentan enloquecer a los clientes con el acoso que desatan. Son los llamados Call center que contratan empresas para que hagan tu vida una pesadilla, ya que joden todo el día para ¡venderte cosas que no quieres comprar! Es la despersonalización total del servicio y la violación a tu privacidad. Ahora mismo recibo la quinta llamada de la maldita empresa esa y todo porque quieren que acepte una tarjeta de crédito que no me da la gana aceptar ¿Cómo perdimos tantos derechos y a manos de particulares? Para colmo es información tuya que debería ser reservada y resulta que está en manos de gente, que no conoces y que por ende, te exponen a un riesgo innecesario.