Robaron el auto de mi sobrino Alejandro en plaza sendero, en menos de una hora que estuvo dentro de ese edificio. Por supuesto que los miedos crecen por la suma de complicidades que deben darse para que el hampa actué con tanta impunidad. Luego el consuelo ante el atraco: “pudo ser peor”
Juana María Olguín
Robaron el auto de mi sobrino Alejandro en plaza sendero, en menos de una hora que estuvo dentro de ese edificio. Por supuesto que los miedos crecen por la suma de complicidades que deben darse para que el hampa actué con tanta impunidad. Luego el consuelo ante el atraco: “pudo ser peor”.
Penosa, trágica la delación que hizo oficial de la Secretaría de la Marina y Armada de México (Semar), sobre el “operativo” en la delegación Tláhuac en Ciudad de México, que no hubo ninguna investigación, nada que la inteligencia policial conocía la ubicación del narcotraficante al que dieron muerte en esa jornada cruenta. Palabras más palabras menos eso declaró al noticiero nocturno de Televisa. Que andaban por allí todas las corporaciones hechos bola, gastando gasolina a lo baboso y de pronto les empezaron a disparar, se defendieron y así empezó todo.
Mientras las declaraciones del jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera quien, junto al vocero de la Marina, narró una historia de policías sabios, de élite que investiga y da con los malandros. La versión del agente: que gastaban gasolina y patrullas a lo pendejo como lo hacen siempre sin más propósito que asustar a los ciudadanos de bien y de la nada les empezaron a disparar desde dentro de la casa donde estaba el jefe del hampa, se defendieron y sucedió todo.
Recientemente un ciudadano contó de la presencia de un gran comando fuertemente armado que querían ingresar a Sonora proveniente de Chihuahua. Y que nada de que el ejército mexicano fue a darles la batalla, -según versión oficial-, que fueron los delincuentes que operan esa plaza quienes los enfrentaron e impidieron su entrada. Me quedé boquiabierta, solo me sigo preguntando ¿es en serio? ¿Así funciona esto?
Mal y de malas las instituciones de seguridad pública. Justo ahora mi curiosidad es, qué pensarán o dirán los titulares de la Procuraduría General de la República (PGR) de la Semar, la secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que un delincuente de gran talla, vaya y se entregue ante el gobierno de Estados Unidos y dicen los que saben, que solicitará ser testigo protegido de la DEA (Agencia antidrogas). Lo que se entiende es que las corporaciones mexicanas no representan ninguna certeza de legalidad ni siquiera para ellos. Y, para el resto de la sociedad ¿sí?
Robaron el auto de mi sobrino Alejandro en plaza Sendero, en menos de una hora que estuvo dentro de ese edificio. Se trata de una pick up, Isuzu hombre americano, cabina sencilla. Blanca, tiene como señas particulares rayas azules, muy delgadas por los costados, es automático, 4 cilindros, modelo 2000. Por si alguien lo ve por allí y lo puede reportar a las autoridades. Hay recompensa.
Por supuesto que los miedos crecen ante esa impunidad. Cómo es posible que haya tantos delitos en tantos rubros y nomás, es todo. El robo de vehículos es una constante. Además en demasiadas colonias los vecinos observan atónitos como entran carros y al instante son desmantelados, lo que se asume por la cantidad de golpes y maquinaria que se oye al interior de esos “talleres” mecánicos. Luego nunca vuelven a ver que esa unidad egrese de esos sitios.
Solo queda el consuelo: “pudo ser peor”, “gracias a Dios que nomás se llevaron el vehículo” y…Y la enorme burocracia que paga el pueblo es, de adorno. Así opera el sistema, cuesta caro para nada.